Sonidos eléctricos en la Isla de las mil cuerdas

Fotos: Alain L. Gutiérrez

Dentro de una hipotética agenda cultural cubana, el mes de mayo corresponde a la etapa en que se celebra la Feria Internacional Cubadisco, el más importante evento de la música grabada en nuestro país. En esta ocasión, la fiesta de la fonografía nacional está dedicada a la guitarra y la preside la frase «La isla de las mil cuerdas», expresión tomada de una obra del maestro Leo Brouwer, figura valorada por la crítica internacional como uno de los más grandes guitarristas clásicos y compositores para este instrumento en la segunda mitad del pasado siglo XX.

Si bien cuando se piensa en la historia de la guitarra en Cuba, esta suele asociarse a la vertiente clásica o a expresiones de nuestra música popular como la trova, no es menos cierto que también por acá se han desarrollado aristas distintas a las que han gozado de mayor reconocimiento público. En una que otra ocasión he expresado que, entre nosotros, la ejecución de la guitarra eléctrica no ha alcanzado ni por asomo un nivel cualitativo semejante o aunque fuera cercano al registrado en la guitarra clásica y en la de música popular. Afortunadamente, en años recientes se han publicado —dentro y fuera de Cuba— varias producciones discográficas a cargo de compatriotas guitarristas residentes en la Isla o pertenecientes a la diáspora y que aportan indicios de que algo digno de ser seguido está ocurriendo en la escena de la guitarra eléctrica cubana.

En esos fonogramas que han podido ver la luz, de algún modo está presente todo lo hecho con anterioridad —y en la actualidad— por ejecutantes locales del instrumento de las seis cuerdas en su variante eléctrica, como son los casos de Carlos Emilio Morales, Juanito Márquez, Pablo Menéndez, Jorge Luis Valdés Chicoy, René Luis Toledo, Chano, Jorge Fernández Pepino, Peruchín, Arturo Fuerte, Dagoberto Pedraja, Omar Pitalúa, Julio Lee, Raúl Verdecia, Rogelio Nápoles, Ahmed Barroso (padre e hijo), Manuel Trujillo, Julio César López, William Martínez, Joaquín Besada, Emilio Martiní, Irwin Díaz, Fito Crespo, Joel Bejerano, Osamu Menéndez, Norberto Rodríguez, Luis Alberto Ramírez, Nan Sam, Fito Torriente, Dayán Abad, Landy Bernal, Igor Urquiza, Daniel Peraza, Marcos García, Ernesto Blanco, Élmer Ferrer o Rolando Morales.

En el conjunto de esta clase de álbumes concebidos a partir de la guitarra eléctrica y aparecidos en años recientes, las compilaciones y antologías llevan la delantera. En dicho sentido, es oportuno señalar que, a partir de la pasada década de 1990, el panorama discográfico de Cuba en relación con las propuestas de jóvenes creadores, ha sido testigo de numerosas antologías y compilaciones. Si soy sincero, debo decir que no soy defensor de tal proceder, porque cualquier antología lleva implícito el germen de la discordia, dada la subjetividad que implica siempre la selección de los escogidos.

Empero, toda regla tiene su excepción y en ocasiones, dicha estrategia promocional ha contribuido a que se conozca la obra de los músicos recogidos en semejantes compilaciones. Ese es el caso al que nos enfrentamos hoy, con el álbum titulado Cuba Guitars Vol I, fonograma que es de tremenda importancia histórica en el devenir del rock y el metal hecho por cubanos.

Si bien esta compilación salida al mercado como pequeño, pero atractivo muestrario del quehacer de catorce compatriotas guitarristas, se integra por nombres de instrumentistas que son —en su gran mayoría— desconocidos internacionalmente e, incluso, en algunos casos con poco o nulo reconocimiento dentro de la propia Isla que les viera nacer, los aquí registrados poseen méritos suficientes para figurar en Cuba Guitars Vol I o acometer por separado sus propios trabajos discográficos.

De seguro, habrá quien al escuchar este CD, producido gracias al portal electrónico Cuba-Metal, mediante su sello discográfico Cuba Metal Promotions y a la gestión personal de Juan Raúl Fernández, web master del sitio, eche de menos la no presencia de determinados nombres del actual panorama de guitarristas cubanos de rock y metal. Ciertamente, como diría una frase muy popular: “no están todos los que son, pero sí son todos los que están.”

Múltiples razones pudieran alegarse para argumentar por qué sí unos y por qué no otros, mas lo importante es que estamos ante un primer intento por tratar de ofrecer una muestra sonora del acontecer cubano de distintas generaciones entre los ejecutantes rockeros y metaleros del instrumento de las seis cuerdas, con el valor agregado de que en la selección aparecen tanto residentes en la Isla como otros afincados allende los mares, en señal del carácter transnacional por el que hoy pasa la cultura cubana.

Así, bajo semejante precepto ecuménico, aparecen en el fonograma Amed Medina, Ianier Muñoz, Dago Pedraja, Ionel Muñoz, Jorge Marín, Gastón González, Hansel Arrocha, Nilo Núñez, Reidal Roncourt, Mariano Garí, Juan Paz, Víctor Navarrete, Lesther Gorrin y Jorge Almarales.

Si me preguntasen cuál sería para mí el principal mérito de este CD, yo respondería sin la menor duda que es el dar testimonio de la riqueza musical con la que distintas generaciones de guitarristas cubanos se han proyectado en múltiples estilos del rock y el metal, abiertos como instrumentistas a las mejores influencias sonoras de su tiempo.

Cuba Guitars Vol I, compilación que, como todo lo humano, posee virtudes y defectos, clasifica en el selecto grupo de esos contados fonogramas llamados a resistir el paso del tiempo y a la vuelta de los años continuar siendo objeto de culto.
 

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