Alexis Valdés: “Los cubanos necesitan aprender a dialogar” (+video)

El actor y comediante radicado en Miami tiene prohibida la entrada en Cuba desde hace casi dos décadas.  

Alexis Valdés. Foto: Enrique de la Osa.

A Alexis Valdés, uno de los más prolíficos comediantes y artistas cubanos, lo hace reír la inteligencia.

Sus personajes de Nereida y Cristinito divierten a cientos de miles de seguidores en sus páginas de Facebook, Instagram y YouTube, donde publica videos con juegos de palabras, jerigonzas, doble sentido y chistes que tocan temas actuales, muy serios.

Desde que comenzó la pandemia sus contenidos se multiplicaron en Internet: “Nuestro cometido era divertir a la gente y entretener, porque necesitaban un humor cotidiano que tuviera que ver con la realidad de estos momentos”, dice en una entrevista exclusiva para OnCuba.

Alexis Valdés. Foto: Enrique de la Osa.

Con un título de ingeniero bajo el brazo, Alexis tiene una sensibilidad “inquieta”. Es actor, comediante, cantante, músico, escritor, productor de T.V., y a veces la inspiración cobra forma de versos. En estos meses de pandemia escribió el poema “Esperanza” que se hizo viral en redes y le dio la vuelta al mundo, no sin controversia, pues ha sido atribuido a decenas de escritores erróneamente. Según Alexis, la última vez que defendió la autoría del poema, decían que había salido durante una pandemia de hace casi 200 años.

Muchos de sus amigos de otras nacionalidades, cuenta, no entienden cómo Alexis siendo cubano tiene prohibida la entrada en Cuba desde hace casi dos décadas.  Sobre sus dolores y alegrías, los cubanos, el arte y la Isla conversamos con él en su lugar favorito de Miami, su propia casa, desde donde ha impulsado la mayoría de sus apariciones en redes sociales en el último medio año de confinamiento.

Comencemos con los cambios que han significado en tu carrera y emprendimientos estos meses de pandemia. ¿Cómo te has reinventado?

La pandemia en primer lugar nos ha puesto a todos como en un stop, no un stop real, pero nos ha puesto como en una pausa. Yo estaba haciendo televisión cuando vino la pandemia, hicimos algunos programas desde la casa, y después el canal no quiso seguir haciéndolo así. Querían usar todos los espacios para informativos en ese momento. Yo seguí haciendo el programa por mi cuenta un tiempo por Internet, con mi equipo, con mi gente, por varias razones. Creíamos que en ese momento era súper importante darle entretenimiento a la gente, y lo hicimos desde la casa, aunque no cobramos, lo hicimos. Era bien complicado porque tengo una bebé pequeña. Como nadie podía venir a la casa teníamos que hacer todo nosotros, las luces, el sonido. Teníamos que grabar en los espacios donde vivimos, comemos… Ahora sí me he puesto las pilas y estoy fabricando un estudio para poder hacer las cosas sin que me interfieran con la vida.

Y entonces por eso llega un momento en que paramos para pensar precisamente cómo lo vamos a hacer más profesionalmente. El trabajo durante la pandemia era más como un trabajo de resistencia, como un trabajo de trinchera. Si hay una guerra no vas a pedir un set, transmites desde la trinchera y sigues pa´alante. Pero ya se acabó el momento “guerra”, es un momento de incertidumbre pero se acabó el momento de terror.

Yo he usado el tiempo también para escribir. Yo siempre escribo versos, rimas, poemas, no lo medito demasiado, me viene una idea y me pongo a escribir. Durante la pandemia escribí el poema “Esperanza” que tuvo mucho revuelo y mucha gente me preguntó cuándo iba a publicar mi libro de poemas. Así que me he dedicado a recopilar todo lo que he escrito hasta el momento, aunque ha sido un poco difícil porque como ha sido algo que no me he tomado demasiado en serio, está todo por ahí en libretas, papeles…Algunas cosas ya no las encontraré, con tantas mudanzas he perdido mucho. La segunda vez que me mudé en España recuerdo que escribí unos versos que decían “Todo lo que escribí y se perdió sin tomarse en serio, hoy sé que tiene un nombre: misterio”. Eso me daba una especie de dolor, como si yo hubiera tirado a la basura un pedazo de vida, de emociones, de reflexiones. Eso en un momento de la vida me atormentó. Pero bueno, ya tengo una recopilación de poemas.

También escribí una película. Estoy desarrollando una idea para una serie de televisión. Y también escribí una obra de teatro que habla de una familia y de cómo la pandemia y la polarización política influye en las relaciones de los seres humanos.

Alexis Valdés. Foto: Enrique de la Osa.

¿Crees que esta emergencia de salud ha obligado (en el caso del arte también) a inventar nuevas maneras de comunicarse con el público, de hacer televisión, por ejemplo? ¿Ha colocado el arte en otro sitio, o es una emergencia pasajera y volveremos a ser los mismos?

Todo está en constante cambio, pero cuando hay un suceso tan significativo como esta pandemia siempre deja algo en nuestra percepción del mundo, nuestra conducta, nuestras emociones. Habrá ciertos miedos que se quedarán siempre, ciertas precauciones e ideas. Y ojalá que algo nos sirva como especie, a la raza humana, para aprender.

Los artistas lo que hacen es reflejar y la manera de hacerlo cambiará un poco. Se usará mucho más la comunicación por Internet. Los espectáculos, conciertos, muchos son ahora por Zoom, claro que no es lo mismo. Pero a través de la tecnología y la creatividad de la gente se logrará un mayor impacto a través de estas plataformas de streaming (trasmisión).

En mi caso trabajamos más el canal de Youtube (Alexis Valdés Real) y llegamos a los 100 000 suscriptores. Ahora estamos publicando algunas de las obras de teatro que en algún momento grabamos, no con este fin, pero que ahora podemos trasmitir por ahí.

¿Cómo interactúas con tus miles de seguidores? ¿Tú mismo respondes sus comentarios o alguien te maneja las redes?

Yo no tengo ningún equipo que me lleve las redes, no. De hecho, no sé si me gustaría, porque yo tengo una valoración del pensamiento, me interesa mucho que las cosas que digo las diga yo. Y nadie lo va a decir como lo diría yo. No quiere decir que sea mejor ni peor, pero no me gusta la idea de que alguien hable por mí. Me gusta jugar y divertirme con el público, pero que siempre haya detrás una porción de inteligencia. En mis redes yo tengo mi discurso personal. Y aunque no puedo leer todo lo que me ponen sí veo muchas que me encantan y otras que no.

Con toda la energía que estás poniendo en tus programas en las redes, ¿vuelves a la televisión en algún momento?

La televisión es otro medio, siempre está ahí. Yo lo que sí tengo claro es que cada vez menos (desde hace muchos años lo siento así) quiero tener alguien que me diga lo que tengo o lo que no tengo que hacer. Yo creo que el futuro mío para la televisión cada vez pasa más por producir mi contenido y decir “este es el contenido que tengo, si te gusta ahí está”. Si no le gusta voy y lo pongo en otro lado. Pero yo no quiero trabajar (de hecho, no lo he permitido nunca) con nadie que me diga no hagas esto, di lo otro. Hay canales donde uno tiene que tener una tendencia política, eso está contra la libertad individual. O hay canales de televisión donde no puedes hablar de tal persona o no decir tal palabra. No. Yo soy un fanático de la libertad.

Dentro de unas normas de convivencia, de decencia, dentro de un código deontológico que uno respeta, yo quiero tener la libertad de expresar mis ideas y de la manera que yo creo deben ser expuestas. No quiero tener un funcionario que diga “sí, no, no, sí”, que, además, generalmente no saben nada de comedia.

¿Te pasó en Cuba? ¿Qué hay de Miami, te has sentido alguna vez cohibido de expresar alguna opinión públicamente o directamente te la han censurado?

Lo que pasa es que el ser humano, cuando tiene poder, quiere ejercer el poder. Por supuesto en Cuba pasa más. Pero en cualquier empresa si el presidente o el CEO dice algo, los demás callan. Por eso yo nunca he pertenecido a nada, ni a un gobierno, ni a un partido ni a nada. Desde niño siempre fui rebelde y tuve problemas en Cuba, me querían expulsar de la secundaria, del pre, de la federación de estudiantes, de la universidad… Siempre fui un rebelde, pero no porque quería poner una bomba, sino porque hacía un chiste o porque opinaba sobre lo que yo creía.

Aquí en Miami no me pasa, porque en primer lugar no lo permito. Pero siempre hay alguien que quisiera decirte lo que debes hacer. Lo ves en las redes sociales, hay gente diciendo todo el día lo que el otro debe hacer. Yo estoy en contra total de eso. Creo que la libertad, la que yo siento, la que profeso y por la que me siento en paz, que no es una libertad total porque eso no existe, pero esa libertad de poder decir con respeto y mesura, lo que yo entiendo, es algo inalienable e indispensable. Una sociedad donde sus elementos no se expresan con libertad, por conveniencia o por miedo, por lo que sea, no puede avanzar.

Alexis Valdés. Foto: Enrique de la Osa.

¿Cuál es tu opinión sobre la relación entre los cubanos? ¿Podría existir el diálogo entre ambas orillas?

Los cubanos necesitan aprender a dialogar. Los cubanos en estos años luego del triunfo de la Revolución se han acostumbrado a pensar y a funcionar de una manera muy extremista: “si no piensas como yo eres mi enemigo y necesito destruirte”. Y eso es lo que ha lastrado nuestro país, nuestras posibilidades. Porque no es lo mismo una nación donde todo el mundo colabore y aporte sus ideas, piense como piense, pero aporta lo mejor de sí.

A los cubanos se les olvidó que pueden escuchar y no estar de acuerdo, sin ofenderse. Yo viví muchos años en España (que pena que ahora está tan polarizada también), pero tenía dos amigos que uno era de derecha y otro de izquierda. El centro de su amistad era apoyarse, compartir, ayudarse. Yo tengo amigos que los quiero y sé que piensan diferente a mí. Yo no puedo decir que soy apolítico porque cualquier pensamiento o cualquier planteamiento es político, yo lo que no soy fanático de ninguna política ni seguidor de ningún político. Yo veo al ser humano, sus ideas. Los fanáticos no son inteligentes y los inteligentes no son fanáticos. El que tiene inteligencia duda, tiene curiosidad, y ya con eso no puede ser fanático.

¿Qué importancia tiene la emigración cubana entonces para construir Cuba?

Hay dos Cubas para mí, la geográfica que es esa isla, y la Cuba Nación, que está desperdigada por el mundo. Todos esos cubanos, los de la Isla y los de afuera, cada día hacen el país, como noción espiritual de país. Desde el que arregla un reloj, el que hace una canción o el que escribe un tratado de medicina, toda esa gente, como cubanos tienen igual magnitud y valor por su aporte. El problema es cuánto va a dejar el gobierno de Cuba que todas esas personas aporte, cuán permeable es ese gobierno para que todas esas personas que tienen algo valioso que dar, lo aporte. Y no solo el gobierno, sino la sociedad.

Cuando eso en Cuba sea real, entonces todos esos cubanos que están por el mundo se sentirán con la suficiente comodidad para decir “voy a dar lo que sé, voy a ser escuchado, independientemente de mi postura política”. Ese era el pensamiento martiano. Toda la gente que tiene algo bueno que aportar, tendría que ser bienvenido, recibido con cariño. Esa es una asignatura pendiente del gobierno y la sociedad cubana, abrirse a todo el que quiera aportar. Pero abrirse de verdad. No solo para ingresar dólares, sino una apertura de ideas, de pensamiento, de economía, de forma de vida.

¿Qué piensas del intercambio cultural entre Estados Unidos y Cuba? ¿Por qué crees que se vetan artistas como Haila y Gente de Zona en Miami? ¿Cuál sería una situación ideal, en tu opinión, sobre este tema?

El intercambio cultural creo que no ha existido. No puede ser de una sola vía. Hay gente que dice que sí porque han ido artistas estadounidenses a Cuba, pero ese no es el juego. El juego tiene que ser en igualdad de condiciones. Todo el mundo sabe, y no podemos cegarnos, que el interés fundamental de ese intercambio es que hay una población en los Estados Unidos que quiere ver a esos artistas de Cuba, que escucha la música o que ve la comedia de esos artistas que están en Cuba. Y viceversa, hay una población muy grande en Cuba que quisiera ver a los artistas que se han quedado del otro lado. Para mi criterio me parece genial que los artistas vayan para acá y para allá, me parece necesario y normal. No debería de llamarse ni intercambio cultural, sino que los artistas vayan de un lado para otro, como van los franceses a Estados Unidos o los estadounidenses a Francia. No hay ni que darle nombre, si le tienes que poner un nombre es que hay un problema. Lo normal es que un artista cubano se presente allí donde hay un público que lo está esperando, sea dentro de la Isla, fuera de la Isla, como si es en Marte. Es una presentación, una actuación, nada más.

Alexis Valdés. Foto: Enrique de la Osa.

¿Cuánto tiempo llevas sin ir a Cuba?

La última vez fue en el 2004, así que son 16 años.

Luego de ese año el gobierno cubano no te ha permitido entrar nuevamente a la Isla, ¿por qué?

Yo no lo sé. Hay explicaciones que me llegan, todas son especulaciones, “un día dijiste algo en tu programa que no le gustó a alguien”, “no, fue un ministro que se encarnó contigo pero ahora no está en su puesto”. Otros dicen: “no, fue un artista que se molestó porque tú hacías una broma sobre él en la televisión, ese artista fue al ministerio de cultura y como tenía tanta influencia logró que impidieran que tú entraras” o “que era por la canción de Amaury Pérez”. Yo realmente no sé. Aunque yo intuyo que la realidad es que cuando tú haces humor, o un cuestionamiento, el gobierno se lo toma como un ataque, y lo que hacen es limitar…supongo yo, no te puedo dar una explicación concreta.

A cada rato un grupo de artistas reclaman en las redes sociales, pero oficialmente nadie ha respondido nada. Lo cual es peor. Deberían responder algo, no sé, algo como “no lo dejan entrar a Cuba porque lo consideran un mercenario de la biotecnología”. Pero nadie ha dicho nada. Yo creo que en algún momento se quitará, supongo que cuando haya la suficiente sensatez. No solo por mí, sino por tantos artistas cubanos que no pueden entrar.

Y volvemos al punto de qué pueden hacer los cubanos del mundo por la Cuba del futuro…pues las políticas internas de Cuba impiden todo eso que pueden aportar esos cubanos, porque están condicionando la presencia de esos cubanos a la política. Ahí estamos jodidos. Mientras eso sea así el país no avanza.

Y no es solo que yo quiera regresar a Cuba. Es que es algo que no se debería ni hablar, debería ser un derecho incuestionable. El hecho de que esto se hable es que hay algo mal. Imagina si le preguntaras a un inglés,” ¿te gustaría volver a Inglaterra?, pues voy cuando me da la gana”. Estas cosas pasan en sociedades muy atrasadas desde el punto de vista de desarrollo cultural. Que hoy en día haya gobiernos que limiten la entrada de sus personas de origen, como dice un amigo mío, eso está patético.

¿Cómo te afecta esta situación a nivel personal?

En Cuba solo me quedan algunos familiares y muy buenos amigos. Pero el hecho de no poder entrar en Cuba no es algo que me mata. Es como una pena, que uno tiene, que tampoco es permanente. En esos momentos en que estás nostálgico, oyes una música, o ves una foto, una película, ahí sientes pena por todas las oportunidades que has perdido en estos años de estar en contacto físico con tu país, tus amigos. Amigos con los que me gustaría sentarme a hablar, a tomarme una cerveza.

Yo conozco muy bien Cuba, la recorrí con mis padres. Conozco el mundo nocturno de La Habana. Tuve una vida muy intensa ahí. Extrañas esas cosas, que el día que vuelva no sé si las vuelva a encontrar, porque muchas cosas ya murieron. Ver a Elena Burke en un cabaret, o a Omara Portuondo, a Juana Bacallao en el Capri. Era una Habana que ya no existe y que disfruté mucho, en un estado de alegría, felicidad, creación, que dejó en mí un pozo muy importante. También extraño mi casa. Me apena no tener la posibilidad de entrar a mi casa, la casa de mi abuelita, los estudios de la televisión y la radio. Todos esos lugares que tengo grabados, caminar por las calles y por esos espacios, es algo que yo tengo, una carencia de eso. Hay gente que se fue de Cuba y no quiere volver, porque están molestos, desencantados, frustrados. Pero no fue mi caso. En esos años, justo antes de irme de Cuba, eran los más felices de mi vida, era actor, tenía éxito, estaba realizándome. Dentro de la carencia, las limitaciones, las libertades que no tenía, pero en esa etapa yo era muy feliz, y esa sensación la extraño. Y también sé que cuando regrese puedo no encontrarlo, y puedo que eso me haga más daño y que estoy protegido por ese recuerdo idílico.

No sé si toda esa expectativa que tiene uno de volver a mi tierra, no te puedo decir si voy a llegar a sonreír o llorar. Seguramente haré las dos cosas. Pero sí es algo necesario para el alma. Uno puede dar vueltas por el mundo, pero después regresar a tu punto de origen, por lo menos para hacer el cuento.

¿Qué te viene a la mente cuando piensas en Cuba?

El olor a café. La imagen de mi abuelita colando café en una tetera. Ese recuerdo sí lo tengo.

¿Qué es lo primero que harías si fueras a Cuba mañana?

Yo creo que iría al portal de la casa de una amiga a ver pasar la gente, a contar tonterías, a tomar batido de mamey. Mi pretensión de encontrar aquella alegría en Cuba no es ir a una discoteca o un bar, sino estar sentado ahí, sentir que estás en esa tierra, que estás reconectado. Desde que uno en el avión ve esa cosa verde, esas son las emociones, llegar, ver las caras de la gente. Esas pequeñas felicidades.

Alexis Valdés. Foto: Enrique de la Osa.

Casi podría decirse que tienes tantos seguidores dentro como fuera de Cuba, si no más. ¿Cómo conectas con ese público estando lejos por tanto tiempo?

En los 15 años de España fueron los que más distanciado estuve del público de Cuba. En esa época no era tan común que las cosas se compartieran, pero en Cuba veían el Club de la Comedia, luego Un rey en La Habana. Pero era la etapa que estuve más lejos, tanto física como artísticamente. La última vez que regresé a La Habana en esa época y una señora que limpiaba en el Hotel Nacional me vio, me paró y me preguntó: “¿Tú no eres uno que era artista cubano?”. Que “era” artista cubano. Es la pregunta más increíble que me han hecho, porque es como que si te vas ya dejas de ser artista cubano. Luego esa noche estaba comiendo en el restaurante y un grupo de japoneses bailadores de salsa que habían visto mi película “Salsa” en Japón se levantaron de su mesa para venir a saludarme. ¡Me saludaban los japoneses en vez de los cubanos!

Pero cuando vengo a vivir a Miami fue diferente, estaba muy cerca de Cuba y comenzó también lo del paquete, la gente comenzó a traficar información y data. Lo que empecé a hacer sí se volvió más presente.

¿Cuál de tus personajes disfrutas más?

Creo que Cristinito, que ya llevo 33 años haciéndolo, es el personaje que con más facilidad me sale. Ya Nereida sale igual con facilidad, ya llevo como cuatro años, pero paso un poco más de trabajo, sobre todo escribirlo. Con Cristinito yo me pongo ahí y me empiezan a salir todas esas ideas. Supongo que la gente me recordará más por Cristinito.

Tus niños heredaron una parte creativa y artística de ti, pero sobre todo la jovencita América está despegando una incipiente carrera como modelo, actriz y cantante. Recientemente ella dijo que no iría a Cuba por primera vez hasta que no vaya contigo. ¿Cómo es tu relación con ella?

América, aunque nació en España y su madre es chilena, se siente muy cubana. Oye mucha música cubana. Y bueno, supongo que, claro, su conexión hacia Cuba es a través de mí, y como yo no puedo entrar, ella quizás puede interpretar que me estaría traicionando, o se estaría traicionando a sí misma. No creo que ni le interese. Lo que ella quiere es ir conmigo y que le cuente. Yo creo que ella lo que quiere es vivir eso que tiene aparcado en su corazón desde la infancia. Que esa niña no pueda ir así a conocer la tierra de su padre es una crueldad.

¿Cuál es tu lugar favorito de Cuba?

Pinar del Río.

¿Tu lugar favorito de Miami?

Mi casa.

¿Qué te hace reír?

La inteligencia y la gente muy cómica.

¿Qué te hace llorar?

Me hace llorar a veces el recuerdo de mi papá, últimamente, el de mi papá más que todo.

¿De qué no te reirías nunca?

Del dolor de alguien.

¿Qué cosa es Cuba?

Es una pena.

Alexis Valdés: "Los cubanos necesitan aprender a dialogar"

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