Burnout parental: cuando criar desgasta

Más allá de cuidar, donde realmente está el problema es en el desequilibrio emocional que se produce ante la exposición constante al estrés.

El burnout parental se refiere a un síndrome de agotamiento emocional y físico que pueden llegar a padecer madres y padres en determinado momento, como parte del desempeño de sus roles. Cuando están expuestos durante mucho tiempo a estrés crónico, comienzan a aparecer los primeros síntomas de desgaste.

Existen tres dimensiones que necesitamos analizar para determinar si se sufre de este síndrome:

  1. El agotamiento: sientes que te faltan las fuerzas para desempeñar tus funciones diarias de cuidado de los hijos, lo cual no solo se puede manifestar en la familia, sino también como estado general.
  2. El distanciamiento emocional: se produce un enfriamiento del vínculo afectivo con los hijos, centrándose en suplir ciertos cuidados mínimos, pero carentes de empatía y cariño.
  3. La sensación de ineficacia: comienzas a pensar que no eres buena madre o buen padre.

Verdaderamente, la crianza es un reto que se les presenta a todos los padres y las madres, aun cuando lo hayan planificado y se hayan “preparado” para ello. La realidad va a colocarlos ante una experiencia totalmente nueva, en muchísimos casos. A esto debemos sumarle que no siempre están dadas las condiciones necesarias, o deseadas, para la nueva familia.

Incluso cuando no se trata del primer hijo (por lo que el factor de los aprendizajes anteriores permite orientar de mejor manera sus funciones), no quedan exentos de poder sufrir agotamiento emocional. Igualmente pueden existir desequilibrios o sobrecarga en cuanto al cuidado de los hijos y el hogar.

Psicología y Bienestar: Burnout parental

El burnout ha sido ampliamente estudiado en los profesionales, especialmente aquellos que están al cuidado de otros, ejerciendo la medicina, la enfermería, la psicología y la psiquiatría. Puede ser estresante estar pendientes de otras personas vulnerables. Las manifestaciones que experimentan estas personas son similares a las descritas anteriormente: agotamiento, distanciamiento emocional y sentimiento de incapacidad para desempeñar bien su papel.

Cuidar a otra persona demanda que estemos atentos a sus necesidades y les dediquemos tiempo, recursos y energía. Esto es posible hacerlo cuando no nos descuidamos a nosotros. Así, puede ser que disfrutemos del acompañamiento a familiares enfermos, padres mayores o a los hijos. Más allá de cuidar, donde realmente está el problema es en el desequilibrio emocional que se produce ante la exposición constante al estrés, que se cronifica.

La vida familiar debería ser el refugio o lugar seguro a donde llegar después de largas jornadas laborales, y el espacio donde el amor te rodea como un escudo protector. Sin embargo, para las madres y/o padres que sufren del burnout parental, es el trabajo el espacio que emerge como su lugar seguro, ya que llegar a casa implica tener que afrontar roles que les “sobrepasan” y agotan.

En ese contexto, cabe suponer que el sentimiento de culpa está muy presente porque cuestionan sus afectos hacia los hijos y si los están criando bien. Recordemos que hay una sensación de incapacidad para desempeñar los roles parentales.

Criar a un hijo o hija implica proveer amor, cuidado, educación, alimentación, recursos materiales, canales de comunicación asertivos y límites claros, basados en un sistema de valores que le ayude a ser una persona plena y adaptada a su medio social. En la familia acontece la socialización primaria. Ella te puede formar como un individuo auténtico, independiente, resiliente, seguro, equilibrado o puede dañarte de forma tal que seas alguien neurotizado, inadaptado, lleno de conflictos, con baja tolerancia al fracaso, etc.

Esto lo saben los padres. Hay expectativas sobre su rol, no solo personales, sino por parte de la familia ampliada (es decir, sus propios padres u otros familiares), amigos, los mismos hijos y la sociedad en general. Quiere decir que la construcción de sus roles va a toparse con una “conserva cultural” que puede convertirse en una carga. Me refiero al “deber ser”, que muchas veces no está adaptado a la realidad de estas personas y a sus condiciones socioeconómicas de vida.

No es lo mismo un hogar donde los roles de cuidado son compartidos que otro donde todo el trabajo recae sobre uno de los padres, mayoritariamente sobre la madre, por una desigual distribución de las tareas domésticas debido al orden patriarcal.

Pensemos en las características de los pequeños: tampoco será igual vincularse con quienes tienen un proceso de desarrollo acorde a ciertos parámetros adecuados (adquisición del lenguaje, capacidades psicomotrices, buen estado físico de salud, entre otros) que con quienes tienen necesidades especiales y demandan mayores cuidados.

A esto, sumémosle otros factores. Una vivienda con espacios amplios donde los hijos puedan jugar será diferente a pequeños departamentos o espacios compartidos con muchas personas. También podríamos mencionar que, cuando no hay mucha diferencia de edad y no se logró que el mayor de los hijos fuera independiente y llega el hermanito, tendremos en casa dos infantes con muchas demandas de atención.

Ejemplos hay muchísimos. Lo que queda bien claro es que depende de las realidades que vive cada familia y de las estrategias de afrontamiento que tengan. Una persona flexible y creativa encontrará los caminos para atender a su familia sin dejar de cuidar de sí misma. El problema estará siempre en el desequilibrio.

Durante estos largos meses de confinamiento, donde han permanecido en casa la mayoría de los niños, niñas y adolescentes, hemos visto muy frecuentemente casos de padres que sufren del burnout o que empiezan a tener síntomas de él. Lo que ha pasado es que no solo han tenido que hacer sus funciones habituales de crianza, sino que también han fungido como maestros.

Esto se hace más complejo aún en aquellos hogares donde madres y padres también han tenido que continuar en sus empleos de forma virtual. Las sensaciones que nos refieren son de sobrecarga de tareas y de no poder soportar tanto, de sentirse incompetentes y culpables por “hacerlo mal”.

¿Qué te recomiendo si estás padeciendo de burnout parental?

Si formamos buenos hábitos en nuestros hijos, ellos también serán más independientes y menos demandantes. Descubre cuán capaces son porque no tenemos súper poderes y a ellos no se les debe invalidar. Muchas veces son más capaces de lo que podamos imaginar o permitirles. Como padres, somos seres humanos, así que estar agotados emocional o físicamente resulta algo natural.

Nota de la editora:

Psicología y Bienestar es una sección pensada especialmente para los lectores de OnCuba. Déjennos sus dudas en los comentarios, y las tomaremos en cuenta para próximas entregas. Pueden seguir el trabajo de la psicóloga Yaima Águila Ribalta en cada edición quincenal de esta sección y en su canal de YouTube

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