Caimanera, frente a la Base Naval

Para visitar Caimanera es necesario un permiso especial. Foto: Otmaro Rodríguez.

Para visitar Caimanera es necesario un permiso especial. Foto: Otmaro Rodríguez.

Ningún lugar de Cuba queda más cerca del territorio estadounidense que Caimanera. No son 90 las millas que distancian a Caimanera, Guantánamo,de Estados Unidos, sino apenas un brazo de mar. Se trata de la base naval que Washington mantiene desde 1903 en la Isla, y cuya devolución el gobierno cubano reclama desde hace décadas.
Esa cercanía marca la vida de Caimanera y sus poco más de 11 mil pobladores. Las historias sobre la base y las tensiones vividas entre ambos lados desde el triunfo de la Revolución Cubana, son parte de la cotidianidad más que de la memoria.

La base naval de Estados Unidos vista desde Caimanera. Foto: Otmaro Rodríguez.
La base naval de Estados Unidos, del otro lado de la bahía, vista desde Caimanera. Foto: Otmaro Rodríguez.

La Bahía de Guantánamo, una de las mayores del mundo, mantiene sus límites inviolables y los pescadores de Caimanera bien lo saben, porque hay una amplia zona hasta la que no pueden llegar.
También lo conocen quienes utilizan el mar para su entretenimiento o transporte, ya sea en botes o en el catamarán que viaja hasta comunidades distantes del poblado cabecera del municipio.

Rafael Zarza. Foto: Otmaro Rodríguez.

Para entrar en Caimanera es necesario un permiso especial, expedido con días de antelación por las autoridades, a menos que se resida de manera permanente en el poblado. En el permiso se incluyen los datos del visitante, la fecha de llegada y salida, y el nombre del amigo o familiar a quien se visitará.
Por su carácter excepcional en Cuba, quienes viven en este municipio guantanamero reciben del gobierno una mejor alimentación que el subisidado a los cubanos del resto de la Isla, incluidas dosis especiales de carne y leche. Además, los trabajadores de Caimanera cobran un estipendio especial del 30 por ciento de su sueldo mensual.
Y aunque ya no quedan cubanos trabajando en la base, de los 5,000 que hubo en algún momento, todavía unos 40 ex trabajadores o sus familiares directos cobran pensiones del gobierno de Estados Unidos.

Todos estos elementos distinguen a un poblado en el que el sol golpea con fuerza y el tiempo parece transcurrir con mayor lentitud. Un sitio en el que la hostilidad de más de cinco décadas entre Cuba y Estados Unidos se corporiza, sin que por ello su gente renuncie a seguir adelante.
 
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