El Cano, pueblo de tejares

Foto: Néstor Rey

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Muchos son los lugares en La Habana donde se venden piezas de alfarería para usos ornamentales y religiosos, pero los consumidores, en su gran mayoría desconocen el proceso de confección de cada pieza o las rutinas productivas de muchos tejares del significativo pueblo.

Los comienzos de El Cano se remontan al 10 de mayo de 1587. Primero fueron terrenos para la ganadería y más tarde la industria del azúcar imperó en la región. La búsqueda de nuevas fuentes de ingreso, unidos a las condiciones de su suelo arcilloso, permitió el desarrollo de la alfarería. En fecha tan temprana como 1858, El Cano contaba con 15 tejares. Hoy, este pueblo del municipio de la Lisa en La Habana cuenta con 63, todos particulares.

Pudiéramos comenzar por definir, que en la localidad existen dos tipos de tejares de acuerdo a sus líneas productivas. Unos se dedican por entero a los materiales de construcción, (ladrillos, tejas criollas, rasillas y tejas para enchapes de pared) mientras que otros sin dejar esta línea, se enfrascan en la tarea creativa de modelar el barro de múltiples manera con funcionalidad.

Cada tejar, tiene la necesidad por pequeño que sea de disponer de un buen espacio para desarrollar su productividad. Todo tejar dispone de un horno de quema, que funciona con leña proveniente de recortería de diferentes aserraderos, derrumbes de maderas y algunas podas, teniendo la primera mencionada más demanda por su potencial energético. Encontrar vetas de barro en la localidad es casi imposible, por lo que traen el material desde la provincia de Pinar del Rio.

Todo comienza, cuando se deposita en el patio del tejar determinada cantidad de m3 de barro de diferentes colores y granulometría, nos dice Félix Pulido. En adelante la faena es dura. Ese barro, tienes que llevarlo a un estanque para humedecerlo. Sus dimensiones son 3x 2.5 x 1.8 de profundidad, aunque estas dimensiones pueden variar. Luego de humedecido el barro se mezcla en el Bocoy o mezcladora, otra maquinaria inventada. Este proceso es necesario, nos comenta Pulido, así se iguala el color y granulometría. Estas mezcladoras son inventos criollos, como casi todas las maquinarias de los tejares.

El horno de quema es historia. Cada tejar lo fabrica de diferentes medidas de acuerdo al espacio y volumen de producción a quemar. El horno tienes que hacerlo de ladrillo refractario, paredes gruesas, piso de medio punto, para soportar pesos, y con oquedades por donde entra el calor. Toda la estructura del horno tiene que estar forrado de vigas y angulares de acero soldados. El calor es violento.

Foto: Néstor Rey
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