El 2023 fue un año duro para los cubanos. Bien duro. Carencias, dificultades, incumplimientos y separaciones marcaron el calendario de la isla en los últimos 12 meses.
Sin embargo, a pesar de tantas tensiones y estrecheces, no pocos se resisten a terminar el año sin los tradicionales festejos, aun cuando los tiempos y el bolsillo no animen a celebrar como en otras ocasiones.
La Habana, en particular, ha sido escenario por estos días de esa intención. Aun con la visita de las lluvias y más de un frente frío, la gente ha vuelto a colmar las calles en busca de avituallarse lo mejor posible para el cierre del año y el inicio de un 2024 que luce no menos complicado.
Para algunos habaneros, la antesala del nuevo año es el momento de olvidar —al menos por unas horas— los problemas y dolores acumulados y comenzar el nuevo período con su mejor sonrisa. Para otros, resulta un cotidiano ejercicio de sobrevivencia sin pensar demasiado en lo que vendrá.
Así se aprestan a recibir La Habana y sus habitantes el 2024, entre incertidumbres y deseos, celebración y resistencia, escepticismo y esperanza, tal como nos muestran las imágenes de nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez tomadas en estos últimos días del año en la capital cubana.