Funerales de Fidel Castro, el adiós en Cuba

Cinco años después Alejandro Ernesto, entonces fotorreportero de prensa extranjera en la Isla, recuerda lo que vio a través de su lente.

Foto: Alejandro Ernesto

Cuando me despertaron con la noticia no podía creerlo. Oye, que se murió Fidel, me decían del otro lado del teléfono y, por más que lo repetían, yo seguía sin creerlo. Tantas veces lo habían “matado” y tantas había resucitado el hombre, que costaba creerlo. Pero era cierto. Lo había anunciado Raúl Castro en la televisión cubana minutos antes: “el Comandante en Jefe de la Revolución cubana Fidel Castro” había fallecido.

Homenaje en la Plaza de la Revolución.
Durante la Caravana desde La Habana a Santiago de Cuba.

Esa noche no pude dormir más. Salí a la calle a buscar reacciones. Mis colegas también, todos los fotógrafos de prensa buscábamos imágenes para ilustrar la noticia. Antes, claro, había enviado fotos de archivo de Fidel Castro, que serían las más publicadas al día siguiente. Dos días después comenzó el funeral, en La Habana y luego por toda la Isla hasta llegar a Santiago de Cuba, donde descansarían las cenizas de Fidel.

Durante la Caravana que trasladó los restos de Fidel Castro desde La Habana a Santiago de Cuba.
Recorrido de La Habana a Santiago de Cuba.

Fue una semana intensa, de muchísimo trabajo, con jornadas interminables intentando llegar a los poblados y ciudades antes que la caravana que trasladaba los restos del Comandante. Comiendo y durmiendo cuando se podía y trasmitiendo las imágenes en condiciones bastante complicadas.

 

Fidel se había muerto. Ahora sí la noticia era cierta. Cuando nací Fidel ya estaba dirigiendo el destino de mi isla amada, ahora era yo testigo de sus funerales.

Siempre supe que, a pesar de ser una figura controvertida, amada por unos y odiada por otros, a Fidel Castro la gente lo iba a llorar. Y así fue. La gente que lloraba su partida era sincera y quienes no, al menos respetaron el dolor de muchos. Lo vi a lo largo de los casi 900 kilómetros que separan La Habana de Santiago de Cuba, destino final de sus restos. Las carreteras abarrotadas de gente que esperó horas para ver pasar la caravana y darle un último adiós a Fidel.

Hoy reviso las fotos en entonces y, salvo algunas más generales, imprescindibles para contar esta historia, prefiero escoger para publicar hoy las más íntimas, los detalles, mostrar la simpleza de una despedida, la gente, sus rostros, sus gestos sin maquillajes. Viendo de nuevo esas fotos, me quedo con aquellas que, pienso yo, dicen más que mil palabras. 

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