A los que luchan toda la vida

Homenaje a Vicente Feliú.

Foto: Kaloian.

Camino y siento que, metafóricamente, la gente se envuelve mutuamente entre sí. Es como un abrazo social, un resguardo, una especie de bálsamo para menguar los embates de la pandemia, las escaseces, la desolación, las colas y otros grises que pintan el día a día la vida en Cuba.

A pesar de todo eso, es posible respirar ese aire que solo corre por estas calles, por este archipiélago. Es una brisa tierna y propia de cubanas y cubanos, donde no ahonda la desesperanza, ni faltan muestras de cariños o gestos solidarios aún en los tiempos más jodidos.

Esa es la foto panorámica que me va quedando tras varias semanas de desandar las calles de La Habana. Voy atento a cada gesto. Trato de escuchar cada palabra o comentario de mis compatriotas al paso. Aguzo mi vista. Miro fijo a los ojos con quienes me cruzo porque las miradas hoy, como nunca antes, expresan todo aquello que el nasobuco recubre.

Paradójicamente, trato de tomar fotos pero no alcanzo a cubrir todas las sensaciones que me provoca esa complicidad entre mi gente. Es una amalgama de sentimientos encontrados y no meras postales de una urbe, de un país y sus habitantes.

Parte de lo que ahora experimento lo escribió hace décadas mi entrañable Vicente Feliú, en su canción “A los que luchan toda la vida”.

El tema, una especie de declaración de principios y filosofía de vida personal del querido trovador, pinta en cuerpo y alma también a este pueblo, al que tenemos que reverenciar por su lucha y estoicismo de sobrevivencia cada día. Y no es para menos, porque Vicente era (o es) astilla de esa misma madera.

Me apropio, entonces, de estos versos, porque definitivamente no basta con un puñado de instantáneas para describir el estremecedor presente por el que transitamos.

A los que luchan toda la vida

Yo soy de todas partes

donde algún día un corazón se levantó.

Llevo en la frente una verdad como la luz

y en la mirada una barrena a más allá.

Yo soy de todas partes

donde una buena vez dijimos basta y se acabó,

pero reparto mi pedazo a todo aquel

que a pecho abierto abre una puerta a los demás.

Yo soy de los que vamos

rompiendo monte en cueros

y en el puño un corazón.

Soy de los que vamos haciendo

el primer carro donde monte el porvenir.

Yo soy de donde el sueño

dejó de ser para soñar más y mejor,

por rumbo nuevo, alto y sereno, con amor,

con plena certidumbre de hacerlo verdad.

Yo soy de donde el día

definitivamente se afincó en la realidad,

con nubarrones y tormentas por llegar,

pero seguro que no habré de regresar.

Yo soy de todas partes

y hacia todas partes llevo mi canción

porque este canto que nació del batallar

ha sido un parto de los que han echado a andar.

Yo soy de todas partes

pues todo sitio es bueno para reposar

y también sé que en mi camino sin final,

mientras más queden, muchos más lo seguirán.

** A los que luchan toda la vida fue compuesta por Vicente Feliú en 1980. Incluida en su disco No sé quedarme, de 1985. 

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