Estaba conversando con Cuba

Creo que he aprendido a asomarme a la voz que se esconde detrás de algunas sonrisas y miradas; a veces jubilosas, a veces melancólicas.

En el malecón. Foto: Kaloian.

Este pequeño y sus amigos se daban un chapuzón en el malecón para mitigar el calor. Foto: Kaloian.

Hace unas semanas regresé de Cuba. Durante mi estancia, tomé muchas notas en un cuaderno y, por supuesto, hice fotos, mi mejor forma de hacer un diario.

He intentado plasmar lo que vi a través de la escritura, dar coherencia a mis sensaciones a través de las palabras. Sin embargo, solo he conseguido llenar cuartillas de borradores. Las oraciones se traban y los párrafos quedan a medias. Cualquier narración verbal que pueda hacer resulta insuficiente.

Por fortuna, tengo la fotografía, que aun siendo también insuficiente, es mi tabla salvadora en el inmenso mar de las emociones y pensamientos que Cuba me provoca, aunque esté a 7 mil kilómetros de distancia.

Foto: Kaloian.
Escuché el silbato desde una esquina y ahí estaba el cartero. En una calle de Holguín. Foto: Kaloian.
En la llamada ciudad de los parques. Foto: Kaloian.
Cuenta que es modelo y posa para mí en una esquina de la ciudad que más ama. Foto: Kaloian.

Cuba es un país de muchos matices, lo que hace que cada fotografía sea significativa. Cada imagen es pieza de un rompecabezas que revela una parte de su complejidad.

Foto: Kaloian.
En Cojímar. Foto: Kaloian.
Pasaba entre la gente vendiendo pavos y gallinas. Al fondo, como en una escena a lo Cartier-Bresson, otros personajes de la escena. Foto: Kaloian.
Pasaba entre la gente vendiendo pavos y gallinas. Al fondo, como en una escena a lo Cartier-Bresson, otros personajes de la escena. Foto: Kaloian.

Cuba también me ha enseñado a mirar más allá de las apariencias, a escuchar las voz que se esconde detrás de algunas sonrisas y miradas; a veces jubilosas, a veces melancólicas. Cada captura es un eco de alguna de las muchas realidades de un país lleno de vida y cultura, y a la vez de enormes desafíos y contradicciones.

Vecinos. Foto: Kaloian.
Vecinos. Foto: Kaloian.
Foto: Kaloian.
El barbero de La Estrella, en Gibara. Hace cuarenta años realiza este oficio. Foto: Kaloian.

Esta vez sentí la necesidad, como nunca antes, de detenerme a hacer retratos mientras caminaba por las calles.

niños pesca malecon habana Foto: Kaloian.
Pescando en el malecón. Foto: Kaloian.
anciano tercera edad vendedor cuba Foto: Kaloian.
Vendedor de mamoncillos. Foto: Kaloian.

Un retrato va más allá de posar frente a una cámara. Supone confianza y apertura, un canal fugaz a través del cual compartir una parte de uno mismo. Para el fotógrafo es una responsabilidad capturar aunque sea una pequeña parte de la esencia de la persona retratada.

Foto: Kaloian.
Salía del mar sonriendo mientras yo merodeaba por la costa de Caletones con mi cámara. Foto: Kaloian.
Foto: Kaloian.
En pleno centro de la ciudad de Holguín, me crucé a este relojero, que conozco desde niño, con las puertas de su casa abiertas, su mirada fija y su tabaco. Como si el tiempo no hubiese pasado. Foto: Kaloian.

Si aguzamos la mirada y recorremos como si fuera un mapa los detalles de las instantáneas, cada una muestra la diversidad del ser humano. Detrás de cada retrato hay además una historia personal única, relatos individuales que se entretejen con la historia colectiva del país.

Foto: Kaloian.
Vendedora ambulante en Caletones. Tiene 72 años. Foto: Kaloian.
Foto: Kaloian.
En Cojímar. Foto: Kaloian.

Por eso, esta serie de retratos de cubanas y cubanos con los que me crucé al azar en la gran ciudad (La Habana), en mi patria chica (Holguín), en un pueblo costero (Gibara y Cojímar) o un caserío donde el mar y el campo se funden como en un abrazo (Caletones) va más allá de la captura de una imagen. Retratar supone la responsabilidad de mirar más allá de la superficie. A través de cada arruga, cada gesto y cada mirada nos asomamos a una historia.

Foto: Kaloian.
Llevan casi sesenta años casados. Estaban sentados en su casona en Gibara. Me invitaron a pasar. Me enseñaron su patio lleno de plantas y posaron amables para esta foto y otras que luego les mandé impresas. Foto: Kaloian.
Habana Vieja. Foto: Kaloian.
En Centro Habana, sentado en una esquina, viendo el tiempo pasar. Foto: Kaloian.

Antes de fotografiarlos, compartimos unos minutos. Nunca anoté sus nombres; estaba conversando con Cuba. Sí, cada retrato forma parte del relato colectivo del país. Detrás de cada imagen hay pesadas cargas y también sueños de toda una nación.

“Hace 25 años llevo tatuado a Jesús en mi espalda”, me confesó un barrio en la periferia de Holguín. Foto: Kaloian.
“Hace 25 años llevo tatuado a Jesús en mi espalda”, me confesó un barrio en la periferia de Holguín. Foto: Kaloian.
Foto: Kaloian.
Pregonaba por una calle de Holguín sus mangos de temporada bajo un sol intenso. Foto: Kaloian.
Foto: Kaloian.
Artesanos de una pyme de figurillas de yeso en la periferia de la ciudad de Holguín. Foto: Kaloian.
Foto: Kaloian.
Sentada frente al parque San José de Holguín, advirtió mi presencia y solo sonrió. Foto: Kaloian.
Foto: Kaloian.
Su gorra con el nombre de Cuba y bandera lo protegía de un sol intenso en Holguín. Foto: Kaloian.

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