La mixtura que nos da vida

La transculturación es un proceso que a la postre define la identidad de nuestra nación tal y como la conocemos y vivimos hoy.

Foto: Kaloian Santos Cabrera.

“Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar” es el libro parteaguas de Don Fernando Ortiz (1881-1969) para entender el ADN de eso a lo que le llamamos “cubanía”, cumple 81 años. A casi un siglo de su existencia, el título
goza de una contemporaneidad tal que sigue siendo una brújula necesaria para hurgar en el campo de los estudios culturales de la Isla y toda Latinoamérica.

El ensayo, publicado originalmente en 1940, es un estudio pormenorizado sobre el proceso de formación y consolidación de nuestra cultura e identidad.

“Contrapunteo… “ es un libro sui géneris e ingenioso, que nació con visión de futuro. Para concebirlo, Ortiz, figura cimera de la antropología cubana, posó su mirada alrededor del tabaco y el azúcar, los dos principales rubros agrícolas cubanos del pasado.

“La caña de azúcar y el tabaco son todo contraste”, dice Don Fernando en el libro, donde también explica que “para nuestro tabaco todo el mundo por mercado, y para nuestro azúcar un sólo mercado en el mundo. Centripetismo y centrifugación. Cubanidad y extranjería. Soberanía y coloniaje. Altiva corona y humilde saco”.

A lo largo del texto esas diferencias entre ambos tipos de cultivo se remarcan hasta complementarse en lo común de una misma historia socioeconómica: “el azúcar como el tabaco están enredados por igual en la misma trama”, escribe Ortiz.

Para un mejor y más plácido contar, el también etnólogo y lingüista construye un par de personajes protagónicos para su libro: “don Tabaco” y “doña Azúcar”. Las dos plantas son figuras retóricas y toda la historia a su alrededor explican cada rama del árbol genealógico de la identidad cubana.

De esa manera, con un lenguaje popular e ingenioso, con algunas escenas jocosas también, Ortiz hilvana un estudio cultural y socioeconómico sin par. Para nombrar todo ese proceso Don Fernando crea un concepto disruptivo: transculturación.

“Entendemos que el vocablo transculturación expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en adquirir una nueva y distinta cultura, que es lo en rigor indicado por la voz inglesa ‘acculturation’, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una desculturación, y, además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse de neoculturación”, argumenta el autor en el ensayo.

Con su neologismo Fernando Ortiz, jurista devenido antropólogo, observa y estudia donde “se agitan, entremezclan y disgregan en un mismo bullir social (…) Mestizaje de cocinas, mestizaje de razas, mestizaje de culturas. Caldo denso de civilización que borbollea en el fogón del Caribe ”, explica en el ensayo.

De ese modo, la transculturación expone la manera en que las culturas pierden y, a su vez, se enriquecen en procesos de choques con otras culturas. Incluso, en ese aborto cultural de las identidades contrapuestas, puede nacer y consolidarse una nueva cultura.

En artículo titulado “La transculturación como clave para entender la comprensión de los fenómenos histórico-sociales”, publicado en 2018 en la “Revista Caribeña de Ciencias Sociales”, la profesora cubana Vivian Cherdys Noblet Valverde, especialista en temas de Cultura e Identidad, Indisciplinas Sociales y Condición Humana y académica de la Universidad de Oriente (Cuba), sostiene que el “concepto de transculturación evoluciona a partir del estudio de lo afro e hispano hasta la síntesis, sin prefijos ni sufijos, que lleva por nombre: la cubanidad; o sea, hacia la culturación o creación de una cultura cubana. De modo que nos dejó como legado una visión integral de la cubanidad, que es punto de partida de lo que había que hacer”.

Entonces, más que parecer negativo, este fenómeno en sí no necesariamente lo es. Es un proceso que a la postre define la identidad de nuestra nación tal y como la conocemos y vivimos hoy.

 

Desde hace un par de décadas la caña de azúcar en Cuba quedó sepultada como rubro económico principal.  Pero el ron (uno de sus derivados), junto al tabaco, forman la pareja de productos estrellas de la exportación nacional. Ese maridaje criollo es, también, uno de los mayores clichés sobre Cuba en el imaginario de un turista. “A lo cubano botella’e ron/ tabaco habano…”, dice el hit internacionalizado por Los Orishas.

Estudiar la transculturación y mixtura de la que nacimos ayuda a resistir, contribuye con la no desaparición de aquellas manifestaciones culturales regionales y genuinas. En esencia, volver sobre las huellas de Don Fernando Ortiz a través de su libro octogenario es salvaguardar nuestra diversidad e identidad cubanas.

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