El mundo llega al Domingo de Pascua con nuevos focos de la pandemia

La incertidumbre parece extenderse a los meses por venir, y una importante mandataria de la Unión Europea cuestionó que la gente pudiera llevar a cabo sus planes de veraneo.

Un guardia de seguridad de pie ante una pancarta que dice "Sanen al mundo, luchamos como uno", mientras los vecinos aplauden desde las ventanas en homenaje a sanitarios, personal esencial y fuerzas de seguridad, durante una cuarentena impuesta para impedir la expansión del nuevo coronavirus en Manila, Filipinas, el domingo 12 de abril de 2020. (AP Foto/Aaron Favila)

El Domingo de Pascua se celebra en 2020 en medio de una trágica e inusual situación por la pandemia de coronavirus: guardando las distancias, con la mayoría de las iglesias cerradas y las reuniones familiares canceladas en medio de cuarentenas generalizadas.

La incertidumbre parece extenderse a los meses por venir, y una importante mandataria de la Unión Europea cuestionó que la gente pudiera llevar a cabo sus planes de veraneo.

El sur de Europa y Estados Unidos, donde la cifra de muertos superaba las 20.600 personas, se mantenían como focos de la pandemia. Sin embargo, los epicentros de la crisis han ido cambiando y la preocupación crecía en Japón, Turquía, el centro-norte de Estados Unidos y Gran Bretaña, que se este domingo podría superase los 10.000 muertos.

En la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde normalmente se reunirían decenas de miles de personas para ver al papa Francisco hacer su bendición “Urbi et Orbi”, o “a la ciudad y el mundo”, no se veían el domingo ni flores ni gente, solo un perímetro policial. El papa Francisco celebró una misa de Pascua en la basílica vacía mientras los fieles la veían por televisión desde casa.

En todo el mundo se vieron escenas similares. Algunas iglesias surcoreanas emitieron por internet sus celebraciones, mientras que los obispos católicos en Nueva Zelanda escribieron una carta pastoral especial a los fieles confinados en casa.

Los gobiernos europeos emplearon cortes de carretera, multas, persuasión amable y otras tácticas para impedir que la gente viajara durante el fin de semana de Pascua, marcado por un hermoso tiempo primaveral. Mientras países afectados como Italia y España veían reducirse sus nuevos contagios y muertes por el virus, crecía la presión económica para suavizar las estrictas restricciones a la vida diaria introducidas para combatir la pandemia.

“Cada uno de ustedes ha cambiado su vida de forma drástica, cada uno de ustedes ha salvado vidas al hacerlo y está salvando más cada día”, dijo el sábado por la noche el presidente de Alemania en un inusual mensaje televisado.

Cuándo y cómo se suavizarán las restricciones sobre la vida pública “es algo que todos tenemos (…) en nuestra mano, con nuestra paciencia y nuestra disciplina”, dijo Frank-Walter Steinmeier.

Algunos países europeos preparaban levantamientos parciales de sus medidas. España permitiría que trabajadores de algunos sectores no esenciales volvieran a obras y fábricas a partir del lunes.

Pero aún quedaba mucha incertidumbre. El canciller de Austria, Sebastian Kurz, dijo en una carta abierta a sus compatriotas que el virus “aún seguirá meses con nosotros”.

Cuando el periódico alemán Bild am Sonntag preguntó a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, si la gente debería reservar sus vacaciones de verano, ella respondió: “Yo recomendaría esperar con esa clase de planes”.

“En este momento nadie puede hacer previsiones fiables para julio y agosto”, señaló.

Italia estudia dejar atrás restricciones y pasar a Fase II

Al menos 1,78 millones de personas se han infectado en todo el mundo, 109.000 han muerto y 404.000 se han recuperado ya, según la Universidad Johns Hopkins. Esas cifras están por debajo del alcance real de la pandemia debido a la falta de análisis, conteos desiguales de los fallecidos y el interés de algunos gobiernos por ocultar las dimensiones del brote en su territorio.

Mientras algunos países pensaban en cómo salir de las cuarentenas contra la pandemia, otros afrontaban preocupantes aumentos de muertes o infecciones.

Turquía tomó a muchos por sorpresa al imponer un toque de queda parcial durante el fin de semana, tras adoptar una estrategia más relajada que sus vecinos europeos y de Oriente Medio. El inesperado anuncio de un toque de queda de 48 horas en 31 ciudades, incluidas Ankara y Estambul, provocó aglomeraciones y compras de pánico en las tiendas de alimentación.

El país ya había impuesto un toque de queda a los menores de 20 y mayores de 65, eximiendo a la mayoría de los trabajadores en un intento de proteger a la maltrecha economía turca.

En Japón, grupos médicos advirtieron de la creciente presión sobre los centros de salud ante el aumento de pacientes de coronavirus.

Gran Bretaña, por su parte, se acercaba a la cifra de 10.000 fallecidos, superando incluso los picos máximos en las afectadas Italia y España, aunque los datos parecían indicar una estabilización en los ingresos hospitalarios.

El primer ministro británico, Boris Johnson, el primer jefe de gobierno conocido en sufrir la Covid-19, la enfermedad que produce el virus, rindió un sentido homenaje al personal que le atendió en el Servicio Nacional de Salud.

“No puedo agradecerles lo suficiente. Les debo la vida”, dijo Johnson, de 55 años, en su primer comunicado público desde que salió de cuidados intensivos en el Hospital St. Thomas de Londres, donde seguía recuperándose tras salir de cuidados intensivos.

En Estados Unidos, en torno a la mitad de las muertes se produjeron en la zona metropolitana de Nueva York, aunque las hospitalizaciones empezaban a estabilizarse y otros indicadores apuntaban a que las cuarentenas y el distanciamiento social estaban “allanando la curva” de contagios.

El virus causa síntomas leves o moderados, como fiebre y tos, a la mayoría de los pacientes, que se recuperan en pocas semanas. Pero otros, especialmente ancianos y personas con problemas médicos previos, pueden sufrir complicaciones graves como la neumonía o, incluso, la muerte.

AP / OnCuba 

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