Cuba-EEUU: «Tenemos que cultivar ese pensamiento de normalización»

Varios estudiosos de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos debatieron en un coloquio respecto a este tema, como parte del programa de la 29 Feria Internacional del Libro.

Coloquio en la Casa del Alba sobre las relaciones Cuba-EEUU., en la Feria Internacional del Libro de La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez

Un breve repaso al conflicto entre Cuba y Estados Unidos en la última década fue el tema principal del panel Nuevas miradas a la historia del conflicto entre Cuba y Estados Unidos: ¿geopolítico, económico, ideológico, nacional o las cuatro cosas a la vez? que sesionó en la Casa del Alba, como parte del programa de actividades de la 29 Feria Internacional del Libro de La Habana.

Especialistas en la temática como Carlos Alzugaray Treto, Milagros Martínez, junto al historiador Ernesto Limia y el politólogo y ensayista Rafael Hernández, moderador del coloquio, debatieron acerca de los momentos más importantes entorno al cambio que sufrieron las relaciones a partir del mandato presidencial de Barack Obama (2008-2016), etapa en la cual las relaciones diplomáticas Cuba-EE.UU. dieron un giro sustancial sin precedentes.

Martínez, máster en Estudios Caribeños y especialista en estudios cubanos en EE.UU., toma como punto de partida para estos cambios el fracaso de la política estadounidense a lo largo de más de 50 años, y señaló el cambio en la política exterior de Washington hacia América Latina en general.

Otro punto sería el papel que jugaron varios sectores dentro de la sociedad y la política en Estados Unidos, que reclamaban un cambio respecto al manejo de las relaciones con el gobierno de la Isla. “La presión de estos sectores, unido a los cambios que están ocurriendo en la emigración cubana asentada en Estados Unidos” afianzaron el giro en la política, durante el gobierno de Obama.

Coloquio en la Casa del Alba sobre las relaciones Cuba-EEUU., en la Feria Internacional del Libro de La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.

Nuevas miradas en nuevos tiempos

“La política norteamericana tuvo mucha continuidad en el aspecto del cambio de régimen, ‘a la cañona’, que abogaba por arrasar con la Revolución y todo lo que significaba, método que prevaleció en especial en administraciones republicanas. Sin embargo, esta política que siempre tuvo críticas desde distintas posiciones de la élite del poder norteamericano”, afirmó el analista político y diplomático cubano Carlos Alzugaray en su intervención.

En el pasado varias administraciones buscaron una alternativa viable en el tema de la cooperación con Cuba, no solo en materia económica, también en cuestiones de seguridad nacional, aspectos en los cuales los gobiernos estadounidenses se enfocaron en ver qué ventajas les ofrecía estos acuerdos, sin dejar de lado el objetivo principal: propiciar un cambio de régimen en Cuba.

Por otra parte, el historiador Ernesto Limia rememoró una figura de la cual, “prácticamente no se habla, es Ricardo Zúñiga, quien estuvo aquí y desde el 2001 había redactado un documento junto a otros especialistas donde se explicaba cómo avanzar en el cambio de política”. Zúñiga, de origen hondureño, era el consejero de asuntos latinoamericanos de la Casa Blanca en la era Obama.

“Es un cambio de enfoque más que de objetivo”, expresó Limia en el conversatorio, quien expuso las palabras de la funcionaria del Departamento de Estado, Roberta Jacobson, al decir en una ocasión que el gobierno de Estados Unidos estaba “buscando cómo trabajar la clase media cubana para que se encargue de subvertir los valores del socialismo en Cuba”.

Volviendo a asunto de la seguridad nacional, este ha estado en el centro del conflicto desde hace varios años, aunque tuvo mayor importancia al final de la administración Obama, quien sacó a Cuba del fondo de la agenda exterior y le dio una mayor relevancia, según comentó Rafael Hernández, moderador del panel y director de la revista Temas.

“Para los americanos es muy importante el análisis costo-beneficio, un parámetro de pensamiento y acción por el cual se rigen muchos sectores en el ámbito de las relaciones con Cuba, y creo que también se pudiera aplicar al ámbito de la seguridad”, enfatizó Alzugaray.

Coloquio en la Casa del Alba sobre las relaciones Cuba-EEUU., en la Feria Internacional del Libro de La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.

“Creo que no se puede ver la normalización como un estado perfecto al cual se puede llegar, si lo vemos como un proceso en el cual la cooperación aumenta y los conflictos disminuyen, los objetivos que tiene Cuba se logran, que es minar las posiciones más agresivas y fortalecer aquellas que buscan la cooperación”, una máxima que estuvo presente en administraciones precedentes a la de Obama como en la era Clinton, recordó Alzugaray.

El proceso de normalización tuvo varias condicionantes, entre las que sobresalen el interés de los hombres de negocio estadounidenses de incrementar los contactos con Cuba; la presión de las agencias de seguridad para mantener la cooperación, especialmente en el tema del narcotráfico, el terrorismo y el tráfico de personas, y también la necesidad de aumentar el intercambio cultural y educativo entre ambos países.

“Si nosotros miramos a la luz de hoy lo que hizo Obama, tenemos que coincidir en que iba hacia un camino certero hacia la normalización”, afirmó Limia en el panel, no sin antes reconocer que en su momento criticó la parte subversiva en el plano ideológico que tenían las acciones de Obama, según el historiador.

Para Cuba significó esta etapa de cambios tener una mirada esperanzadora en materia económica y social, mientras en el plano político-económico toda el incremento de la voluntad de la inversión extranjera. “En el plano político-ideológico nos mostró también cuantas fallas teníamos, fue un reto diferente, un camino que también tenemos que transitar y afrontarlo sin miedos”, añade Limia.

Entrar en una relación diferente con Estados Unidos conllevó para la sociedad cubana cambios culturales que dejaron una huella en la sociedad, más allá de las medidas que aprobara la administración Obama, perfectamente alterables como lo ha probado el gobierno de Donald Trump, “pero quedó marcado el camino a seguir, tanto para los de aquí, como para los de allá”, concluyó Limia.

El deterioro tangible

“¿Es posible medir el deterioro?”, una de las interrogantes planteadas hacia el final del coloquio por Rafael Hernández, que enmarca la situación actual de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones en los últimos años.

¿Podrían romperse las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos?

Dentro de los factores que influyen, Milagros Martínez enfatizó en la personalidad del actual presidente Donald Trump, “un hombre muy arrogante, obsesionado con reelegirse y es donde también está el peligro. En un momento planteó borrar todo el legado de Obama, no solo en América Latina y el Caribe, en muchas áreas tanto en política doméstica como internacional”.

Otro de los factores que destaca la investigadora es en el “renacer” del lobby anticubano, el cual fue neutralizado por la anterior administración, y que actualmente goza de salud: “tal vez no muy buena, pero tiene salud”, advirtió Benítez.

“Hoy el apoyo que tiene Trump es de una gran parte de la emigración cubana de los años ’90, que es diferente a la de los ‘2000”, aclara Ernesto Limia, grupos que salieron de Cuba bajo diferentes preceptos y percepciones de la realidad cubana.

2019, el «annus horribilis» de las relaciones Cuba-EEUU

“¿Qué caracteriza ahora mismo la posición del gobierno cubano ante la hostilidad creciente?, resistencia con serenidad”, esa es la clave de la política que debe seguir el gobierno cubano según Milagros Martínez. “Hay que aprovechar estos nueve meses y ser más proactivos” para incentivar los intereses hacia Cuba que aún persisten en sectores de la sociedad y la economía estadounidense.

“Hemos desperdiciado la oportunidad de que la academia de Estados Unidos visibilice más lo que está pasando en Cuba, estamos cautivos de las redes sociales y tenemos que cultivar ese pensamiento de normalización, tenemos que propiciar más espacios académicos, eso también contribuye”, concluyó Martínez.

“Al igual que antes, el escenario de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos está aquí. Tenemos que ser en este momento más inteligentes para encargarnos de influenciar hacia lo positivo en la sociedad norteamericana. Hay que dar algunos movimientos con la emigración cubana, debemos ‘pasar la bola’ al lado, avanzar más en las relaciones con nuestra emigración, con menos prejuicios y más audacia y recordar que muchos de nuestros familiares y amigos están allá ahora”, destacó Limia al cierre del diálogo.

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