Demócratas, no traten de ser más trumpistas que Trump

La única alternativa para atraer un margen mayor de votantes cubano-americanos es combinar un mensaje progresista en asuntos domésticos con un acercamiento a Cuba.

Con el tema de Cuba al rojo vivo hasta noviembre en el sur de la Florida, la estrategia del Presidente será de manchar a su contrincante como socialista—dígase socialist baiting en inglés– independientemente de quién sea ese contrincante. Así que los demócratas van a necesitar algo más que la gastada “mano dura con Castro” de siempre, que ha sido un fracaso por más de 60 años. Se necesita algo nuevo.

Antes que nada, algunos datos claves.

Primero, las elecciones en la Florida se deciden por estrechísimos márgenes, frecuentemente menos del uno por ciento de diferencia.

Segundo, aunque los márgenes de ganancia Republicana entre los cubano-americanos han sido históricamente altos, se han venido reduciendo sustancialmente en las últimas décadas.

Tercero, ya sabemos por los estudios de la Florida International University que un número creciente de los cubano-americanos más jóvenes, y esos llegados después del 95, favorecen un acercamiento a Cuba. Y aún más importante, se preocupan más por asuntos domésticos –como la asistencia médica, los trabajos y los préstamos universitarios– que sobre Cuba, salvo con respecto a los viajes y a las remesas.  

Por último, en el 2019 se dieron más de 550,000 viajes de cubano-americanos a la isla, y miles de nosotros ayudamos financieramente a las familias con sus negocios. Si eso no demuestra un deseo de acercarse a Cuba, que alguien me diga lo que es.  

Claro, los Demócratas pudieran tratar de ser más trumpistas que el propio Trump, ofreciendo falsas promesas de cambio de régimen que por décadas se han intentado inútilmente. El problema con eso es que nadie les va a creer; la extrema derecha ya tiene la patente con ese cansado discurso. La única alternativa para atraer un margen mayor de votantes cubano-americanos es combinar un mensaje progresista en asuntos domésticos con un acercamiento a Cuba, cuando el tema sale a palestra.

Esto es realista porque las políticas de Trump dañan tanto a los cubano-americanos como a los cubanos en la isla.

Nuestra embajada en La Habana está prácticamente cerrada, casi eliminadas la reunificación familiar permanente o las visitas, así como la posibilidad legal de enviar dinero a nuestros familiares para sus negocios.

En cuanto a temas domésticos, solo menciono dos de muchos posibles ejemplos:  Hialeah es el condado en los Estados Unidos con la mayor participación en Obamacare, pero Trump está tratando de eliminarlo; y nuestra población anciana tiene una tasa de pobreza mayor que la de otros grupos latinos, y que la población en general, mientras que Trump amenaza tanto el Medicare como el Seguro Social.

Y esto por no hablar del daño a nuestros intereses nacionales al eliminar colaboraciones en múltiples temas de interés bilateral, como son los lazos comerciales, y el tráfico de drogas y personas.

Una estrategia Demócrata debe superar los márgenes es a través de vigorosos esfuerzos para inscribir votantes y para motivar la participación en la votación, sobre todo entre los millennials cubano-americanos.

Claro está que debemos respetar los sentimientos de los cubanoamericanos más viejos —después de todo mis padres también están entre ellos— pero su voz es la del pasado y ya casi votan al máximo, mientras que los votos de los más jóvenes y moderados está creciendo y tiene aún mucho potencial para aumentar.

Cuando el tema de Cuba inevitablemente se destape en los debates electorales, la única respuesta eficaz será ofrecer una política de acercamiento, que ya Obama demostró que es popular, incluso si las estructuras del partido Demócrata se oponen por temores infundados.

Ya existe un sector sustancial y creciente de la comunidad cubano-americana que quiere oír a los Demócratas; y ya es hora de dirigirse a ellos con lo que necesitan en políticas domésticas y hacia Cuba.

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