Desidia

En el Museo de Naipes de La Habana Vieja encontramos una trabajadora que da su testimonio a escondidas y no quiere que su foto aparezca en un medio de prensa, porque la directora del Museo les tiene prohibidos a sus trabajadores hablar de política. “Si me cogen en esto, me quitan la divisa”, explica. No vamos a poner su nombre ni su foto aquí. No queremos ser responsables de ningún descuento salarial.

La pregunta que le hacemos a esta señora es relacionada con el hecho de Estados Unidos incluya a Cuba desde 1982 en la lista de países que patrocinan el terrorismo, si ese hecho le perturba como ciudadana, si le da igual, si cree que Cuba es afectada por esto y cómo.

La respuesta de la señora, más que un juicio concientizado, es una frase cualquiera para salir del paso y salir de mí. Su respuesta final es: “Me parece muy bien que nos quiten de la lista esa, porque de terroristas no tenemos nada”.

Queremos, a través de una actitud como esta, comprender por qué la vocación política y la participación social (la participación legítima y voluntaria) de gran parte de los cubanos ha sido secuestrada y ha quedado prácticamente extinta. Por qué lo que en el resto del mundo se llama participación ciudadana y movimientos sociales, en Cuba parece haber sido sustituido por la desidia y la falta de fe. Por qué la gente teme que salga su foto y su opinión juntas en un medio de prensa. Por qué prácticamente nadie se manifiesta políticamente fuera de su círculo social más próximo. Por qué una gran parte de los cubanos ve el progreso como algo lejano o improbable, incluso cuando no para de fantasear con él.

En la calle entrevistamos a varias personas sobre la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, una acción de grandes implicaciones para el país, ya que estar en esa lista supone enfrentarse a sanciones estrictas del gobierno estadounidense, entre ellas las restricciones en la ayuda económica y financiera. La mayoría, en pos de decir lo que realmente piensa del asunto, no quiso que le tomaran una foto. A la mayoría de los entrevistados el tema no le interesa gran cosa o no sabe lo que implica.

María Julia, 51 años, trabajadora del Ministerio de Educación.

María Julia. / Foto: Jorge Carrasco.
María Julia / Foto: Jorge Carrasco.

“Este problema de la lista de países terroristas no les preocupa a los cubanos porque los cubanos tenemos otras preocupaciones: qué vamos a comer, cómo vamos a vestir a los muchachos, y todas las demás necesidades. En eso está la gente, en cómo vestirse, en el transporte para ir al trabajo. Pienso que Cuba no debería estar en esa lista, porque Cuba no es terrorista. Eso ayudaría a que las relaciones con Estados Unidos se reanudaran bien”.

Irene, 53 años, médico especialista del Ministerio de Salud Pública.

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“Si algún día quitaran a Cuba de esa lista se seguiría hablando de avances. Pero yo quiero ver el avance en mí, que no lo he visto todavía”.

María Magdalena, trabajadora de la Empresa Baluarte.

María Magdalena. / Foto: Jorge Carrasco
María Magdalena / Foto: Jorge Carrasco

“Decir que Cuba es un país terrorista es una gran mentira. Y aunque eso se quite, no creo que las relaciones vayan a avanzar, porque los norteamericanos –para mí- siempre tienen algo escondido detrás del tapete. No sé si habrán cambiado”.

Osiris, 48 años, ex abogada de la vivienda:

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“Yo ni siquiera sabía que Estados Unidos nos tenía en una lista de países terroristas. Yo no veo ni el noticiero. El tiempo nada más. Le digo a mi marido: «Me avisas cuando estén dando el tiempo». Los cubanos perdemos mucho tiempo criticando a los Estados Unidos. Eso es como tener un amigo que se volvió próspero mientras tú te quedaste estancado. El que está ocioso tiene tiempo de criticar. Nosotros no estamos en condiciones de criticar a Estados Unidos, con su sociedad, que tiene problemas como todas las sociedades compuestas de seres humanos. Ninguna sociedad está completamente repleta de valores. Los anglosajones hicieron su revolución industrial, tienen miles de científicos, tienen tecnologías, son la primera economía, generan más bienes y servicios que el resto del planeta».

Sara, retirada. Ahora se dedica a ir de latón de basura en latón de basura recolectando latas vacías para venderlas como materia prima o cambiarlas por alimentos.

Sara. / Foto: Jorge Carrasco
Sara / Foto: Jorge Carrasco

 

“No me interesa lo que pase, si no tiene un favorecimiento hacia mí. Yo he pasado mucho trabajo. Conozco lo que es este sistema y lo que era el otro. Así que si me preguntas mi opinión, te voy a hablar muy mal de este país.”

Juan Manuel, 27 años, licenciado en Contabilidad y Finanzas, actualmente desempleado

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¿Eso me va a resolver mi problema de empleo o de vivienda? Va a seguir sin convenirme trabajar para el Estado. Cuando se habló de las conversaciones yo me llené de esperanza. Después el embullo se me ha ido quitando, porque sé que no va a mejorar nada aquí.

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