Dictaminan necesidad de mantener tras las rejas al atacante de la Embajada, Alexander Alazo

"De hecho, como el mismo acusado admitió, le habría disparado a cualquiera que saliera de la Embajada, incluido el Embajador".

José Cabañas, derecha, embajador de Cuba en Estados Unidos, y una mujer de la sede diplomática muestran el viernes 1 de mayo de 2020 los daños causados por balas que rebotaron hasta la escalinata después de que un hombre se puso a disparar contra el edificio el jueves en la madrugada. Foto: Andrew Harnik/AP

En la primera presentación ante un juez federal de Alexander Alazo, quien el jueves pasado atentó contra la Embajada cubana en Washington DC, los fiscales argumentaron la necesidad de mantenerlo detenido hasta el juicio por considerar que podría fugarse y por representar un peligro para las personas y la comunidad. 

Los argumentos del fiscal federal Timothy J. Shea son cuatro. Primero, la naturaleza y circunstancias del delito. Destaca que el acusado se desplazó con total deliberación desde Pensilvania hacia Washington DC con el objetivo expreso de dirigirse hacia la Embajada cubana para enfrentar y caerle a tiros a su «enemigo».

En el atentado no hubo víctimas, pero «si él hubiera visto alguien salir de la embajada, como lo admitió, le hubiera disparo a él o ella. Es una suerte inmensa que nadie saliera durante la ola de violencia desatada por el acusado Alazo al disparar 30 veces contra la fachada del edificio, disparos lo suficientemente potentes como para dejar rastros y daños visibles en la fachada y las estructuras, dentro y fuera. También es una suerte enorme que quienes se encontraban dentro del edificio no fueran alcanzados por las balas» afirma la declaración, que narra las circunstancias y detalles del ataque.

El segundo argumento se concentra en la fortaleza de las pruebas en su contra que, según el fiscal, son «abrumadoras e incuestionables». El acusado «identificó en el lugar de los hechos el arma y la bandera impregnada de gasolina como suyas. Cuando se le interrogó, admitió dos veces su culpabilidad», por lo tanto, «no debe haber dudas sobre la culpabilidad del acusado», así las cosas, el peso de las pruebas en su contra favorece la detención». Es más, dice, «por el peso de las pruebas, el acusado tiene un incentivo adicional para escapar».

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La tercera razón para mantenerlo preso hasta el juicio se relaciona con su historia y características personales. «Teniendo en cuenta su admisión, [Alazo] ha estado viviendo en su carro, se ha desplazado de estado a estado durante años por miedo a ser atacado por personas afiliadas al crimen organizado cubano. Ha vivido en casi todos Estados Unidos, en otros países, en el exterior para escapar de sus enemigos imaginarios. No tiene una residencia estable, ni un trabajo fijo», afirma la declaración del fiscal, que también aborda el estado mental del acusado, quien enfrenta un máximo de diez años de cárcel.

Alazo confesó que estuvo bajo tratamiento psiquiátrico, lo cual le da argumento al fiscal para sostener que «el comportamiento delictivo del acusado ilustra su inestabilidad mental, demostrada por sus propias declaraciones en el sentido de que escucha voces y su incapacidad de seguir el tratamiento médico que debiera, lo cual es un peso fuerte en contra de su liberación».

Este argumento se ve reforzado por el testimonio de su esposa, quien trabaja como enfermera en una unidad psiquiátrica de un hospital no identificado. Le dijo a las autoridades que en marzo de 2020 Alazo había ingresado en un hospital psiquiátrico, donde recibió un diagnóstico de trastorno delirante y le recetaron medicamentos — fue dado de alta seis días después. Declaró, además, que Alazo creía que el gobierno cubano contrataría a un equipo organizado de asesinos para matarlo. Sintió que lo seguían constantemente. Temía que “varios hombres negros grandes con tatuajes vendrían y lo matarían delante de su familia”.

«Vamos a ser claros, el gobierno no está pidiendo un arresto a la espera del juicio porque el acusado Alazo tenga problemas mentales», dice el documento. «Pero el hecho de que el acusado sufra de alucinaciones que lo llevaron a manejar deliberadamente cien millas durante muchas horas con un rifle semiautomático cargado con el objetivo expreso de enfrentarse a funcionarios cubanos de la embajada, demuestra  por sí solo  su peligrosidad”, subraya la declaración, que considera que el ataque fue un acto premeditado, demostrado por la forma como fue planificado. Por ello, dice, «no hay garantías de que si Alazo es liberado a la espera del juicio no vuelva aproximarse a la embajada cubana o a atacar a funcionarios cubanos».

La última razón para mantenerlo preso es la más corta. Sencillamente, solicita mantenerlo en prisión porque constituye un riesgo público, toda vez que durante años ha creído que funcionarios cubanos representan un riesgo en su contra y de su familia porque cree que  “ellos lo pueden atrapar primero antes que él a ellos”.

«De hecho, como el mismo acusado admitió, le habría disparado a cualquiera que saliera de la Embajada, incluido el embajador. Si bien lamentó su conducta, todavía ve a los cubanos como su enemigo. Los odia”, concluye el texto.

Estatua de Martí con impacto de bala. Foto que aparece en el Acta Fiscal.
Bandera cubana recogida por las autoridades en el lugar de los hechos. Foto que aparece en el Acta Fiscal.
Impacto de bala. Foto que aparece en el Acta Fiscal.
Arma en el piso. Foto que aparece en el Acta Fiscal.
Impacto de bala. Foto que aparece en el Acta Fiscal.
El acusado en las afueras de la embajada, envuelto en la bandera estadounidense. Foto que aparece en el Acta Fiscal.
Momento de los hechos. Foto que aparece en el Acta Fiscal.

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