Esperando un filo de “nuevo aviso”

“Tengo un amigo que mandó el pasaporte el viernes y se está volviendo loco. La mamá está enferma y tendrá que pedir un trámite humanitario”.

Lo cuenta Alain, un cubano residente en Miami que espera una pronta solución al nuevo episodio de tensión diplomática entre Cuba y Estados Unidos. Como él, y su amigo, muchos cubanos comparten el deseo de una salida sin demoras a una situación en la cual se ven involucrados sin que nadie les consulte.

En Cuba, preguntar en una parada de ómnibus o en la habitual tertulia de barrio genera casi siempre el mismo rostro de “eso no es bueno, aunque no sepa todo lo que significa”.

“Tiene todas las características de una contramedida a la presión financiera que ejercen los norteamericanos”, comenta Lázaro, geólogo ya jubilado con un hijo fuera del país y otro dentro. “A veces las cosas para que se pongan buenas han de ponerse malas, y si ahora tocaron fondo, tal vez la solución resulte mucho mejor de lo que existía antes”, considera.

“Eso es temporal, me imagino”, responde Víctor, un carpintero de botes del sur de la Florida que viaja con frecuencia a su poblado natal en la provincia de Cienfuegos. “El gobierno americano realiza gestiones para resolver ese problema porque los bancos son privados y el gobierno no tiene poder para obligarlos a hacer negocios con nadie. De todos modos eso se resuelve y pronto vas a ver. Y si dios quiere nos vemos en febrero”, concluye su mensaje.

Su opinión comparte enfoque con la matriz de prensa manejada desde este miércoles en los Estados Unidos: “La Casa Blanca no puede interferir en las decisiones de los bancos”.

“Nos tiene preocupados la medida, al menos a los que abogamos por la reunificación familiar y estamos pendientes de lo que ocurre con respecto a Cuba. Hasta mi perro 100% cubano, un bichón habanero, espera el fin de este asunto”, comenta Rafael, desde Miami Beach.

En Pueblo Griffo, una barriada de la llamada Perla del Sur, Esther lamenta las posibles repercusiones para quienes planeaban pasar el fin de año en familia y no habían actualizado sus documentos. “Es una pena que algo tan fundamental como el reencuentro quede a merced de presiones políticas”, reflexiona.

Pero otros, del lado de allá del Estrecho, consideran que al menos en estas navidades no tendrá tanta repercusión el cierre.

“Todo el que va que nosotros conocemos tiene actualizado su pasaporte”, afirma Lucía, residente hace tres años muy cerca de la calle 8, en Miami. “El trámite hay que hacerlo un par de meses antes pues se pueden demorar hasta 45 días en devolverte el documento. A veces llega enseguida, pero no siempre es así, y salvo algún que otro caso, no creo que para este diciembre se afecten muchos”, opina.

Una parte de los emigrados asumen como un “harakiri” gubernamental, una “jugarreta propagandística” la decisión de cierre. Pero en opinión de Lázaro, la relación costo/beneficio de montar una “perreta” es notablemente inclinada hacia la pérdida si el gobierno cubano no explotó antes todas las posibilidades de encontrar otro banco dispuesto a manejar las finanzas cubanas y exponerse a las multas de la OFAC.

“Interrumpir el flujo de visitantes (ingresos seguros, moneda dura) a cambio de un “espectáculo” es una herramienta demasiado simplona para asuntos tan graves”, abunda el geólogo, y se contrapone así a varios enfoques como el de un comentarista en Facebook que afirma que “todo terminará cuando el gobierno cubano se sienta el cierre en el bolsillo”.

La comunicación del cierre de los servicios consulares evidencia resultados de las millonarias presiones financieras sobre todo el que pretenda manejar activos cubanos y reinserta el “embargo” como asunto pendiente en la política doméstica norteamericana, pues no es solo un tema de gobiernos, sino con directa repercusión en la vida de miles de cubanoamericanos y de estadounidenses.

El compás de espera sigue adelante. En medio de la temporada alta turística cierto impacto deberá generarse sobre el creciente número de norteamericanos que visitan el país, y alguna familia lamentará la ausencia de quien posiblemente financiaba el puerquito asado del 31.

Mientras tanto, otros como Jorge, de Hialeah, como confían en que el diferendo se solucionará, esperan tener sus pasaportes listos para partir en cuanto “les den un filo” que según informa la Sección de Intereses de Cuba en Washington no será hasta “nuevo aviso”

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