Estados Unidos niega la residencia a conocido activista anticastrista

El Gobierno estadounidense argumenta que Ramón Saúl Sánchez tiene un pasado violento que lo hace inadmisible para la residencia.

Ramón Saúl Sánchez (centro) aborda el barco 'Democracia' en el puerto de Cayo Hueso el 10 de agosto del 2012 en una flotilla rumbo a Cuba. Foto: Rui Ferreira

La administración  de Donald Trump le ha negado, por segunda vez, la residencia permanente en Estados Unidos al más mediático de los exiliados cubanos con el argumento de que ha desafiado al gobierno de Estados Unidos.

Ramón Saúl Sánchez, líder del pacifista Movimiento Democracia, recibió un pliego de 17 páginas del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) donde se afirma que no se la otorga la residencia porque ha llevado a cabo actividades vistas como opositoras, o cuestionadoras del gobierno de Estados Unidos tales como huelgas de hambre, rechazo a órdenes oficiales y las flotillas que organizó hacia las costas cubanas.

Sánchez explicó a OnCuba que las autoridades de inmigración afirman que tuvieron en cuenta su pasado, entre otras cosas, su participación en organizaciones de matiz violento aunque no le apuntaron ningún acto en concreto de esa naturaleza. Incluso, “me dijeron que mi lucha pacífica fue un punto a mi favor pero lo demás pesó mucho más en contra mía”.

Sánchez ha sido apuntado como militante de organizaciones que el gobierno de Cuba considera ‘contrarrevolucionarias’ como Alpha 66, Omega 7 y CORU. En 1982 se rehusó a testificar ante un tribunal federal de Nueva York sobre varios ataques violentos de exiliados tanto contra diplomáticos cubanos en territorio estadounidense como objetivos civiles en la isla. Por ello fue sentenciado a 4 años y medio de cárcel por no obedecer al tribunal. Al salir de prisión, Sánchez ha dicho en varias ocasiones que se sintió un hombre “renovado”, rechazó la lucha violenta y se volcó hacia una nueva forma de combate, pacifica y abierta.

“El mismo fiscal Giuliani dijo que yo no había cometido ningún acto terrorista”, enfatiza refiriéndose a Rudy Giuliani, el antiguo fiscal federal de Nueva York y posteriormente alcalde de la ciudad, además de frustrado candidato a la presidencia por el partido republicano en las elecciones del 2008. Actualmente es uno de los abogados del presidente Trump.

Giuliani en tanto fiscal federal persiguió a muchos activistas violentos del exilio cubano. Es responsable por la condena a cárcel perpetua de Eduardo Arocena, autor de la muerte de al menos un diplomático cubano acreditado ante Naciones Unidas y varios atentados frustrados contra activistas pro castristas residentes en Miami, como Max Lesnik, líder de la Alianza Martiana.

“No se las razones para que le hayan negado (a Saúl Sánchez la residencia). Pero sus primeros antecedentes no eran pacifistas y estuvo envuelto en una causa, al menos judicialmente, de esa naturaleza. Pero también hay que tener en cuenta que los servicios de inteligencia nunca perdonan, no creo que inmigración sea responsable por su situación. Es una vieja cuenta que todavía está en su récord. No tiene nada que ver con inmigración”, comentó Lesnik a OnCuba.

Un pasado violento

Saúl Sánchez explica su adhesión a una vertiente violenta del exilio cubano a la inmadurez de su edad. Nacido en 1952 en Colón, Matanzas, llegó solo a Estados Unidos con 12 años para escapar al servicio militar que comienza a los 16.

Su inmersión en el exilio cubano se ve influenciada por dos factores: la decisión de mantenerse cubano y no aceptar la nacionalidad estadounidense o la residencia y la necesidad de continuar una lucha contra el Gobierno de la isla que creían sería “razonable” y “victoriosa”.

“Cuando llego, acá la mentalidad tradicional del exilio era de que teníamos que mantenernos siendo cubanos y para mantener esa esencia de patriota se veía tomar otra nacionalidad como una afrenta”, afirma el activista explicando la razón por la cual no optó por pedir la residencia, paso previo a la naturalización. Un gesto que ha terminado ahora por constituir un dolor de cabeza. “En esa época esa era la mentalidad de muchos en el destierro”, afianza.

El cambio

Y así, nunca se hizo ni residente. Pasaron los años, explica Saúl Sánchez a OnCuba, “tuvimos hijos “ y “el país, entretanto, cambió. Yo quise mantenerme como cubano, refugiado, para que el régimen no me reclamara nada. Sin embargo vino el 911 (los atentados terroristas contra las torres gemelas en Nueva York el 11 de septiembre del 2001) y cambiaron las reglas del juego y necesitaba reclamar un estatus”.

Esa idea vino el 2012 y vio la residencia como algo aceptable. “En esa época ya llevaba varias décadas aquí”, dice. Las autoridades lo hicieron esperar cuatro años y el 2016 le informan que la residencia ha sido denegada en los mismo términos que esta semana. Apeló de inmediato y la respuesta vino este lunes.

“Nunca he negado que fui parte de Alpha 66. Fueron 2 años apenas. Pero Alpha fue un grupo donde comenzaron todos cubanos en la lucha. Ahora todo el mundo cree en la no violencia, pero entonces no era así. Alpha 66 es un grupo legal en este país”, afirma.

Cuando cambió la violencia por la lucha pacífica se le ocurrió crear las flotillas mezcladas con las mediáticas huelgas de hambre.

Esto le trajo ciertos problemas con las autoridades al punto de que en el año 1993, durante la administración de Bill Clinton, la Guardia Costera emitió una orden según la cual  ninguna embarcación podía salir de Estados Unidos si tenía la “intención” de ir a Cuba.

La orden fue diseñada especialmente para las flotillas del Movimiento Democracia. “La palabra clave en la orden era que debíamos declarar si teníamos la ‘intención’ de ir a Cuba. Una locura”, explica. A decir verdad Sánchez solo entró en aguas territoriales cubanas el 13 de julio de 1995. Fue hostigado por los Guardafronteras cubanos pero la Guardia Costera estadounidense no le hizo nada.

Las flotillas, Elián y las huelgas de hambre

Para llevar las flotillas hacia el límite de las aguas territoriales cubanas le pide fondos a la comunidad exiliada y compra el barco “Democracia”, un viejo camaronero que es reconstruido y usado en varias expediciones con el fin de llamar la atención hacia la situación de Cuba.

Al mismo tiempo, protagoniza varias huelgas de hambre, sea para exaltar la situación cubana o protestar por algún daño que, a su entender, el Gobierno de Estados Unidos haya hecho contra los exiliados cubanos. Fue arrestado por horas un par de veces hasta que el niño Elián González apareció flotando en una balsa en las costas de Florida el 25 de noviembre de 1999.

Sánchez se transformó en un líder de la lucha de los exiliados por mantener al niño con sus familiares en Miami. Fue una época en que el activista desafió al Gobierno de Estados Unidos con manifestaciones, huelgas de hambre, enfrentamientos callejeros y aparecía continuamente en las televisiones y portadas de los periódicos. “Ellos (el Gobierno federal) nunca se olvidaron de eso”, explica.

“Todavía existen viejos resquemores por lo de Elián González. Algunos empleados de inmigración en aquel entonces me contaron que tenían un foto mía en las oficinas y le tiraban dardos”, recuerda. Fue por eso que cuando un comando de inmigración ingresó en la casa de los familiares del niño para recuperarlo y entregarlo a su padre, uno de los primeros objetivos fue controlar a Sánchez. Fue brutalmente golpeado y lo dejaron desmayado en el jardín frente a la casa. En los primeros segundos de este vídeo se ve a Sánchez, de camisa blanca, intentando impedir el ingreso a la casa del comando.

“Yo sé que hay una animosidad contra mi por aquella situación. Ellos hacían su trabajo y yo lo que decía mi conciencia”, subraya.

On this day: Elian Gonzalez reunited with his father

Futuro incierto

Por el momento, los abogados de Sánchez van a apelar la decisión de nuevo con el argumento de que la orden de rechazo de la residencia está, en su opinión, plagada de errores legales y inexactitudes. Pero la apelación será interpuesta ante la misma autoridad que la emitió y es poco probable que sea concedida. Pero también pueden demorar años en responderle como pasó el 2016.

Sánchez no tiene grandes esperanzas y apunta que esta nueva decisión vino en un momento “sumamente interesante” para su movimiento. “Esto llega cuando estamos trabajando en la (organización de una nueva) flotilla para abrir una ruta humanitaria hacia Cuba. Parece ser la forma que el Gobierno encontró para impedirlo”, afirma. O, “puede ser también que respondieron a una petición del régimen precisamente por esta flotilla”.

El futuro es incierto. Pero de todos modos, “yo voy a esperar, quiero seguir viviendo y trabajando en este país. Pero también quiero seguir luchando por mi país y contra los que quieren destruir este país. Es un situación triste recibir una noticia de este calibre como es la negación de una cosa tan básica como la residencia después de toda una vida ayudando a la comunidad”, acota.

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