Joe García: “No quiero ser embajador, lo que quiero es servir a mi comunidad”

El excongresista demócrata es controversial, no se desarma fácilmente pero sigue luchando por lograr que en La Habana entiendan a Miami. El envío de ayuda médica a la Isla desarmó a casi todo el mundo. Hay quien no ha salido de su estupor.

Joe García, junto al agricultor privado Fernando Funes, de la finca Marta, en la provincia Habana, especializada en productos orgánicos. | Cortesía de Joe García.

Cuando al inicio del nuevo siglo José Antonio García, más conocido en Miami como Joe, fue nombrado director ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano Americana, no sabía ni siquiera a qué olía Cuba. Ahora, dos décadas después, ha estado cinco veces en la Isla y ha conversando con importantes funcionarios y académicos. Esos viajes le han permitido pulir su visión sobre la tierra de sus padres y abuelos. Joe nació en Miami Beach en 1963. Fue un líder demócrata y congresista de ese partido en la Cámara de Representantes federal.

Es un político controversial en Miami porque suele abogar por tópicos de los que la mayoría discrepa. No oculta que el embargo económico resulta contraproducente para los dos países, y desde la última década ha venido abogando por la normalización de los nexos entre ambos países y, más alto aún, por una mejoría en el tratamiento de los cubanos residentes en Estados Unidos.

Siendo Barack Obama candidato presidencial y luego presidente, cada vez que visitaba el sur de Florida, Joe García era usualmente su anfitrión. Un día se le ocurrió llevarlo a comer fritas cubanas. Luego, le organizó un almuerzo en un hotel de la ciudad y logró que la Fundación lo apoyara electoralmente. El almuerzo fue único. Ese año Obama fue electo presidente con la promesa de que iba a cambiar la relación con Cuba.

Barack Obama visitó el Mago de las Fritas en uno de sus viajes a Miami de la mano de Joe Garcia. Foto: Getty.

La mañana que Estados Unidos reabrió su embajada en La Habana, Joe García estaba al lado del entonces secretario de Estado, John Kerry. Fue cuando se descubrió su trabajo entre bambalinas con la Casa Blanca para la mejoría de relaciones. Ahora acaba de lograr lo imposible: negociar un cargamento de ayuda humanitaria en el campo de la medicina. Muchos de sus amigos y adversarios apuestan a que sus esfuerzos van a seguir porque, como dice uno, una vez que abres una compuerta resulta muy difícil de cerrar. “Joe es un asere en el sentido puro de la palabra”, dijo un académico de allá. “Es un cubano más, íntegro” pese a que nació en Miami Beach.

¿Cómo sucedió este viaje con las donaciones y por qué decidiste hacerlo?

Cuando apareció la pandemia, pensamos que en Cuba ocurriría lo peor a partir de lo que veíamos en Estados Unidos. A las pocas semanas de haber empezado, nos empezó a llegar información sobre las dificultades en Cuba. La idea original no fue una donación. No la queríamos porque da mucha publicidad: «Mucha paja y poco arroz». Queríamos establecer un mecanismo para que la ayuda sanitaria de primer orden, y la ayuda familiar, pudieran combinarse armónicamente, y para establecer un mecanismo duradero y sostenible. Porque sabíamos que esa necesidad se sostendría en el tiempo, y que mientras más tiempo pasara, sería más necesario ese mecanismo, más allá de cualquier pretensión propagandística o de relaciones públicas.

Al final no ocurrió como queríamos en el primer momento: que la ayuda de familia a familia en la Isla pudiera encadenarse y garantizar que el mismo pueblo de esta orilla contribuyera con el de la otra orilla de la mejor manera posible. Al final lo logramos porque la empresa que organizó la donación también envió a Cuba dos contenedores de ayuda familiar con jabones y pasta dental donados por más de 7.000 residentes en Estados Unidos a sus familiares en la Isla.

Llega a Cuba donación sanitaria enviada por cubanos en EEUU

¿Cómo recaudaron los apoyos?

De diferentes maneras. Desde el inicio hubo personas dispuestas a ayudar. Nos ayudaron a comprar pequeñas cantidades para determinar precios y cómo empacar las cajas. Pero nos dimos cuenta de que así no daba, había que ir a comprar al por mayor. Un amigo conocía una empresa para hacerlo. Se lograron precios razonables y un almacén donde organizar todo.

Vino entonces la etapa de las gestiones burocráticas. Pese a que un funcionario me dijo que era un cinismo porque nunca se iban a conseguir los permisos y las licencias en Estados Unidos, contratamos a un abogado. Como queríamos que las donaciones fueran al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, tuvimos que informar a la OFAC (Departamento del Tesoro), pero en ese momento no podíamos enviarla directamente. Tuvimos que esperar a que reabrieran el aeropuerto de Rancho Boyeros. Estamos muy agradecidos a la administración de Donald Trump, que nos otorgó esas licencias, proceso engorroso por la cantidad de detalles que hay que incluir en el pedido. Después vino el avión. También otros charteadores que se quejaban de que ellos no podían hacer eso, pero cuando se abrieron los vuelos, Havana Air nos dio un precio bastante razonable.

Tengo entendido que la recepción en Cuba fue grande, y que en Miami apenas se escuchó una crítica, algo que hace años era prácticamente imposible, ¿a qué lo atribuyes?

A que todos somos cubanos. He viajado mucho por el mundo. Nunca conocí a un cubano que odiara a su país. En Cuba he encontrado gente con un gran amor a su país y en el exterior, cubanos con añoranza por su país. Repito, he viajado mucho ayudando a los cubanos fuera y si bien he escuchado críticas al sistema, nunca al país.  

¿Cuál será o cómo será la política de Biden hacia Cuba?

Si hubo alguien que fue receptor a la política del presidente Barack Obama, con la apertura, fue el vicepresidente Biden, quien tuvo el control hacia Latinoamérica. Pero vendrán diferentes percepciones y dudas. Los temas humanitarios de contacto y remesas se deben mover primero. Hay cosas que no se pueden cambiar, como la retórica hacia los hoteles, o como la empresa Finicimex. La prohibición de los cruceros es algo que se debe considerar levantar porque proporcionó un gran beneficio a la sociedad civil y a los privados. El intercambio entre las personas promovió nuestra cultura y relaciones personales, desarrolló restaurantes y alojamiento privado.

Joe García saluda al Cardenal Jaime Ortega, exarzobispo de La Habana (fallecido en julio de 2019), durante la ceremonia oficial de apertura de la Embajada de Estados Unidos en La Habana el 14 de agosto de 2015. Foto: Alain Gutiérrez (Archivo)

¿Habrá un desmantelamiento de la política de Trump? ¿Inmediata o lentamente?

Lo que hizo Trump fue veneno puro, me imagino que hay cosas que van a cambiar. Algo que he aprendido con mis viajes a Cuba, y ya van cinco, es que los cubanos tienen que hacer más cosas. Y ya están haciendo algunas, no que sean importante para Estados Unidos sino para Cuba. El cambio, la economía, la expansión de la inversión privada, el permiso a los particulares, una moneda coherente con su valor real, es algo que será bienvenido por la nueva administración. Durante Obama no lo hicieron, pero será bienvenido por Biden.

Ojalá que los cambios de ambos lados sean rápidos porque cuanto más rápido arreglen lo tóxico, será un beneficio. Todo lo que hagan va a beneficiar al pueblo cubano y, con pocas excepciones, acá hay gente que quiere ayudar a los cubanos. Como los hay en Cuba. Con Obama se resolvió más que en los anteriores cincuenta años. Con Obama hubo más contactos, negocios, viajes y menos represión.

Nada de lo que hizo Obama en Cuba fue contra la nación norteamericana. Por eso, si Biden lo repite, estamos de acuerdo.

¿Qué podría hacer el gobierno cubano para mejorar la relación con la emigración en Estados Unidos?

Es un tópico sobre el que he tenido largas conversaciones con funcionarios del gobierno y con académicos. Un valor que tienen los cubanoamericanos es que las remesas son el segundo reglón de las importaciones, algo de una importancia enorme. La importancia que tiene Cuba en relación con los emigrados o exiliados es que no tienen una relación seria con ellos. Por eso hay que tratarlos bien. Es como la tierra que cuidas para sembrar y cosechar.

El gobierno cubano ha mantenido una relación poco seria con su comunidad. Muchos se sienten extorsionados, otros sienten que cuando el Minrex viene a esta comunidad no les prestan atención, también se quejan allá de que los que vienen para acá los tratan mal. Hay cosas que hacer para mejorar esa relación. 

¿Qué piensas del nombramiento de un cubanoamericano como secretario de Seguridad Nacional (DHS)? 

Conozco a Alejandro Mayorkas, tengo estima por él. Ha logrado obtener esa responsabilidad no por ser cubanoamericano, sino por su trabajo. Fue el fiscal más joven nombrado por el presidente Bill Clinton. Recibió un trato muy grande en Cuba y le dieron la posibilidad de rencontrarse con su cultura.

Joe Garcia frente al restaurante cubano Versailles en la Pequeña Habana. Foto: Rui Ferreira.

Obama nunca logró nombrar un embajador en Cuba por la oposición de los senadores cubanoamericanos, ¿vislumbras un cambio?

No es una de las cosas esenciales, pero eventualmente llegaremos a eso. Es una decisión difícil, pero hay cosas más significativas para el país. Solo sé que el actual Encargado de Negocios en Cuba ha sido pernicioso. No ha sido correcto ante el gobierno acreditado.

¿Aceptarías ser embajador en Cuba?

No. Ya yo serví mi país en el legislativo, el ejecutivo, serví a mi partido. Ahora se trata de servir a mi comunidad y de una forma positiva. Una tarea voluntaria, pero para mejorar los nexos entre los dos países.

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