Las ventas agrícolas a Cuba se debaten entre los créditos y la dinámica mundial

Los agricultores de Estados Unidos están más interesados en otros mercados y el Gobierno de la isla se encuentra a la espera a ver qué pasará en las próximas presidenciales.

Los granos, el mayor rubro de exportación posible de Estados Unidos a Cuba por ahora. Imagen: Robobank.com

La exportación fluida de productos agrícolas a la isla desde Estados Unidos parece estar condenada a una larga marcha por la falta de voluntad política de Washington para facilitar las ventas, escollos que La Habana enfrenta para asumirlos y los nuevos intereses de los agricultores norteamericanos.

“Exportamos unos 215 millones de dólares en alimentos a Cuba, un país que tiene un mercado de 2.000 millones, el total de las importaciones cubanas anuales de alimentos de otros países. Así que nuestra cuota es de 10%”, explica a OnCuba Paul Johnson, presidente de U.S. Agricultural Coalition for Cuba (USACC), que hace más de 10 años intenta que los agricultores estadounidenses puedan vender más a la isla y vaciar sus almacenes abarrotados, principalmente en los estados del sur del país.

Son cifras del año 2018, según el presidente la USACC, pero las cosas cambiarán poco este año porque los agricultores por muchos deseos que tengan, por mucho que vayan a Washington o toquen puertas en La Habana, no logran nada. Lo único que han entendido es que tienen un enorme reto por delante.

Es un desafío con varias componentes: políticas, económicas y multilaterales. “En primer lugar los dos países nunca han tenido una relación agrícola normalizada. La situación que tenemos hoy es parte de las relaciones asimétricas y el enfrentamiento entre diversos grupos. Debemos construir una confianza mutua”, explica Johnson.

Después, existe el hecho de que Cuba no es un mercado mayor que los demás y “los intereses agrícolas quieren hacer siempre más y están enfocados por ahora en el (nuevo) acuerdo económico (de Estados Unidos) con México y Canadá, las relaciones con China y Japón lo que son grandes escollos.

Además, “el asunto con Venezuela es un reto, es muy difícil para los políticos resolver el problema de Venezuela y lo que la ata a Cuba”. Y, no por último menos importante, “veo claramente que La Habana está esperando a ver qué pasa el 2020 (con las elecciones presidenciales en Estados Unidos)”.

A su vez, “tenemos el reto financiero que ha crecido. Puede haber varias opciones pero el historial de crédito cubano es muy pobre. A decir verdad creo que en esto debemos meter cabeza porque es esencial. No nos olvidemos que el mercado (de ventas) estadounidense es muy competitivo y hay interés”.

Desde que la administración de George W. Bush lanzó una iniciativa de ayuda a la alimentación para el Caribe en el año 2003, y que incluyó a Cuba, tras el paso de un huracán por la región, las ventas agrícolas llegaron a alcanzar entre 500 y 700 millones de dólares en sus años pico de 2007 y 2008.

Fue una época, apunta Johnson, en que los agricultores norteamericanos se sentían cómodos porque Cuba les estaba pagando al contado. Ahora, al no poder hacerlo el Gobierno de la isla tendrá que dar un golpe de fuerza y convencerlos a que les extiendan esos créditos.

Pero es una tarea complicada. “Aunque en el lado cubano haya mucha tracción, con los cambios que Raúl Castro hizo abriendo los mercados privados a vender sus productos, últimamente se han dado pasos de retroceso, veo más críticas desde la parte de la burocracia cubana que no está contenta, tenemos el problema de acopio y vemos como el Gobierno controla los precios, algo que hicieron en el pasado y no dio resultados. Esto es frustrante porque va en contra de la voluntad de los agricultores”, afirmó el presidente de USACC.

El asunto es que “Cuba quiere créditos pero realmente lo que busca es normalizar las relaciones con Estados Unidos porque los agricultores norteamericanos tienen una ventaja logística enorme. (Por la corta distancia entre los dos países) podemos colocar el producto rápidamente lo que reduce los costos al comprador cubano”. Otra ventaja, “se puede enviar menos cosas de cada vez y así aliviar la infraestructura (portuaria)”, explicó Johnson.

El mercado cubano tiene una necesidad continua de una serie de productos en gran cantidad que se pueden conseguir fácilmente en Estados Unidos como el arroz, el pollo congelado, trigo, maíz y soya. Estos dos últimos son particularmente importantes porque la isla están en un proceso de desarrollar aún más su producción avícola y porcina.

La cuestión del dinero

El problema es que las causas son un poco más profundas que lo económico y lo multilateral. Lo cierto es que Cuba sigue con dificultades de caja y acceso a créditos, en eso coincide con Johnson, pero la isla tampoco parece tener una política clara, afirma el académico Arturo López-Levy. “Tiene que ver con dinero primero que todo, pero también con la política ya estructurada que no ayuda”, dice a OnCuba.

“En Estados Unidos no hay créditos para la compra de productos, es parte del problema. Eso hace más difícil porque hay otros países donde sí se ofrecen créditos, como Canadá. Otro elemento es que en Cuba se ha montado un miedo, que nunca ha pasado, hay mucho temor en la órbita de comercio exterior  de que pueda aparecer la retención de un barco ya pagado”, explica. Es por ello que La Habana se resiste a pagar antes de que un carguero entre con la mercancía en el Puerto de La Habana. “Tienen miedo que haya una confiscación y se vaya a perder todo”.

A su vez, López-Levy también identifica un problema estructural, tal como Johnson, y es que por el diseño actual de relaciones “es muy difícil este tipo de cooperación o similar al que Estados Unidos tiene con el resto del mundo”.

Tradicionalmente, Washington tiene una política de apoyo a sus exportaciones que va acompañada de una serie de mecanismos, desde subsidios, programas de estímulo hasta invitaciones a funcionarios de otros países a que estudien en universidades norteamericanas las normativas exportadoras de Estados Unidos.

“Una venta mayor de productos agrícolas a Cuba necesita de una normalización de la política agrícola a la isla, de eso no tenemos duda. Ahora, hay tres elementos del Departamento de Agricultura que deben funcionar. El apoyo al agricultor privado, el tema de la educación –porque existe una política norteamericana de seguridad alimentaria hacia el Hemisferio, se otorgan becas, se traen personas de otros países a formarse en los estándares y la relación particular con el mercado– y, el tercer elemento, la cuestión de la seguridad agrícola, crear cooperación en partes como el elemento fitosanitario”, afirmó el académico.

De hecho, cuando comenzaron las ventas agrícolas a Cuba, la primera de ellas estuvo parada un tiempo porque el ex presidente Fidel Castro no se sentía seguro en relación a las garantías fitosanitarias por parte de Estados Unidos. El problema se resolvió ulteriormente con una eventual supervisión cubana antes de llegar a puerto.

De todos modos, recuerda López-Levy, lo que existe por ahora es algo. Gracias a una enmienda de la senadora demócrata por Dakota del Norte, Heidi Heitkamp, el presupuesto de agricultura del año pasado otorga a los agricultores estadounidense al acceso a subvenciones federales para poder promover y vender sus productos en la isla. Son dos programas, el de Acceso al Mercado (MAP, por sus siglas en inglés) y el programa de Desarrollo del Mercado Exterior (FMD), ambos del Departamento de Agricultura.

Pero están congelados. No se han activado hasta ahora aunque fueron aprobados hace casi ocho meses. “Por cierto, dentro del desastre que es la administración Trump esto es algo. Solo que no comienza a funcionar automáticamente, tiene una componente burocrática. Hay entidades que deben registrarse en el Departamento de Agricultura para tener acceso a fondos en el contexto cubano. Parece que ahora es que van a comenzar a hacer eso. Es que todo es muy lento”, agrega.

Las conferencias

Hubo un momento en que políticos y agricultores intentaron darle cierta dinámica al potencial de ventas agrícolas a Cuba. En noviembre pasado se llevó a cabo una conferencia en La Habana, donde el congresista republicano por Arkansas, Rick Crawford, renovó su esperanza en conseguir una renacimiento de las ventas agrícolas a Cuba. El político venia de perder el apoyo de sus pares en un proyecto de ley que pretendía precisamente volver a poner en funcionamiento la máquina a los niveles de la primera mitad de los años 2000.

«Seguiremos insistiendo en lograr todo el apoyo posible para nuestro proyecto de ley. Lo introdujimos en el Congreso pasado y esperamos hacerlo en el próximo y lograr un respaldo aún mayor; creo que estamos más cerca que nunca», dijo el congresista, quien aseguró que su principal objetivo es «levantar las prohibiciones de crédito que existen para las empresas y entidades cubanas», dijo Crawford en una rueda de prensa en el Hotel Nacional, dos días después que una nueva Cámara de Representantes de mayoría demócrata comenzara a trabajar.

Para el republicano esta nueva dinámica era una nueva oportunidad de lograr su propósito teniendo en cuenta dos factores, que en el nuevo senado existe una mayoría cómoda para aprobar una reactivación de las ventas agrícolas y el hecho de que en junio se aprobó la enmienda introducida en el presupuesto de agricultura, que permite el uso de subsidios federales para promover y vender los productos a Cuba, mencionado anteriormente.

En ese entonces, Crawford reveló que había conversado con el presidente Trump sobre el asunto apelando a su costilla de hombre de negocios. Pero lo cierto es que nada ha pasado, el presidente sigue más interesado en resolver el déficit comercial con China y los acuerdos con económicos con Canadá y México, y los agricultores andan preocupados como eso puede afectar sus ventas. La tasa de desempleo en los campos estadounidenses tiene una tendencia a crecer, lo cual se añade a las preocupaciones de los agricultores, teniendo en cuenta las nuevas políticas migratorias que afectan la contratación de braceros. La cifra actual es de 4,8%, según fuentes oficiales.

En estos momentos varios cabilderos norteamericanos se encuentran en La Habana organizando para octubre o noviembre la próxima conferencia de los agricultores estadounidenses interesados en exportar a la isla y las autoridades cubanas para evaluar la situación corriente y sus perspectivas.

 

 

 

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