Aunque Donald Trump, anunció este viernes una restricción de los viajes de los estadounidenses a Cuba y de los negocios con las empresas vinculadas a las fuerzas armadas y de inteligencia de la Isla, su política no revierte por completo lo implementado por Barack Obama. Trump no romperá las relaciones entre ambos países, mantendrá abierta la embajada estadounidense en La Habana y no restaurará la política de “pies secos/pies mojados” que durante más de veinte años otorgó un trato preferencial a los migrantes cubanos.
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