Obama y Cuba después de la Casa Blanca

Sitio web de la Casa Blanca.

El 44to presidente de Estados Unidos entregó el pasado 20 de enero su puesto en la Casa Blanca. Ahora un Barack Obama de 55 años pudiera continuar carrera política en el Partido Demócrata o apostar por la candidatura de su esposa Michelle, siguiendo la tradición de la administración Clinton. Pero aunque ha descartado en algunos medios ambas hipótesis, prometió ser un expresidente activo y atento a los asuntos internos de su país.

Apuntando a esa nueva agenda de trabajo Obama anunció este lunes en su cuenta en Twitter la apertura de su propia fundación y convocó desde allí a sus seguidores a que compartan ideas sobre qué proyectos desarrollar.

Según se lee en obama.org, su organización “se centrará en el desarrollo de la próxima generación de ciudadanos, y lo que significa ser un buen ciudadano en el siglo XXI. Si usted está buscando un papel en su comunidad o ha estado activo trabajando por la democracia durante años, esperamos trabajar con usted y para usted”.

Entre sus prioridades están –ha dicho– construir una nueva generación de líderes y hacia allí apunta el trabajo de la fundación que lleva su nombre: “La democracia es un proyecto mucho más grande que cada uno de nosotros. Es más grande que cualquier persona, cualquier presidente, cualquier gobierno. Es un trabajo para todos nosotros que requiere cada día un esfuerzo sostenido de todos nosotros”.

Unas pocas horas antes de dejar la Casa Blanca el presidente afroamericano continuaba firmando acuerdos de colaboración con Cuba en áreas de protección medioambiental, sanidad vegetal y animal, así como la delimitación de las fronteras en las aguas del Golfo. Obama con el reloj descontando ponía unas piedras más pro normalización de relaciones entre los dos países, un empeño que calificó de “monumental” en su último discurso y como uno de los puntos principales de sus ocho años de gobierno.

Entre los aspectos más relevantes del capítulo iniciado el 17 de diciembre de 2014 sobresalen la visita del presidente a la Isla y la reciente eliminación de la “política pies secos, pies mojados”, que ha dado un golpe de timón a un viejo conflicto migratorio.

No pocas veces se ha señalado que los anuncios del 17D y el proceso que desencadenaron, debieron mucho a las condiciones personales de Barack Obama y Raúl Castro. A modo de breve valoración de este legado del ex presidente estadounidense, OnCuba conversó con algunos analistas cubanos y extranjeros a propósito de la variable Obama en la ecuación del acercamiento, así como sobre sus expectativas de su relación con Cuba en el futuro.

“Creo que el ex Presidente tuvo una cierta sinergia con los dirigentes y funcionarios cubanos que conoció, particularmente con el presidente Raúl Castro”, dice el analista político independiente Carlos Alzugaray, a cuyo criterio “ambos comparten las siguientes características como líderes: son transformadores, son pragmáticos, les preocupa su legado. Como políticos son partidarios de llegar a consensos, aun con contrincantes –algo raro en las culturas políticas de ambos países. También es obvio que son hombres de familia”.

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Para la profesora María Isabel Alfonso, co-directora de Cuban Americans for Engagement (C.A.F.E.), más allá de los 22 acuerdos firmados durante estos dos años, “Obama puso en marcha por orden ejecutiva medidas que buscaron afincar el progreso alcanzado en la normalización y luego selló su mandato con el fin a la política de ‘pies secos, pies mojados’, concluyendo así una torcida dinámica migratoria que, con apariencias mesiánicas, costó miles de vidas a cubanos que la tuvieron como motivación fundamental, antes de lanzarse al mar de las maneras más precarias”.

“Pero la medida más importante –agrega– quizá fue la apertura de embajadas en los respectivos países, paso clave que permitió la emergencia de una nueva lógica de intercambio desde ese país hacia la Isla. Concebir una relación de normalidad diplomática entre ambas naciones posibilitó la puesta en marcha de toda una serie de pasos pro-engagement que hubieran sido muy difíciles de dar en un marco de hostilidad”.

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A propósito de las movidas obamistas de más impacto para la normalización con Cuba, Alzugaray considera que no pocas compiten en esa categoría.

“Quizás la más importante –apunta– sea haber aceptado la necesidad de buscar una relación normal con Cuba para lo cual era necesario negociar distintos temas de interés común sobre bases de igualdad y respeto mutuo”.

De esa aceptación, opina el experto, surgió “la decisión de proponer el restablecimiento de relaciones diplomáticas. También se dio cuenta de que para lograr esto tenía que dar al menos dos pasos anteriores imprescindibles: liberar a los cubanos Gerardo, Tony y Ramón, y retirar a Cuba de la lista de Estados promotores del terrorismo”.

Como indica el ex diplomático, estas medidas pueden considerarse parte de un paquete inseparable, al que seguiría en relevancia el acuerdo migratorio por el cual se eliminó la política de “pies secos, pies mojados” y el programa de “parole” para trabajadores cubanos de la salud.

Adicionalmente estaría “el reconocimiento, aún condicionado, de que Estados Unidos no puede determinar el futuro de Cuba y que, por tanto, abandona el ‘cambio de régimen’, si bien no renunció a la pretensión de influir sobre los cambios en Cuba de manera ideológica”.

“Finalmente –concluye– habría que anotar su reconocimiento de que el bloqueo fracasó. Hubiera sido preferible que reconociera su ilegalidad, pero quizás sea mucho pedir”.

Eslabones de una cadena

En relaciones asimétricas como las que existen entre estos dos países –explica el profesor de política estadounidense y latinoamericana de la Universidad de Texas, Arturo López-Levy– “cada medida es un eslabón en una cadena de acciones más que una transacción independiente. Es por eso que la comisión bilateral que evalúa el estado de la relación es tan importante como el más relevante de los grupos de trabajo”.

Asimismo, desde Estados Unidos, el ejecutivo de relaciones públicas y fundador de CubaOne Foundation, Giancarlo Sopo, considera que uno de los mayores logros de la política de Obama hacia Cuba fue el impulso dado a los emprendedores cubanos: “Bajo su mandato, el país vio la mayor expansión de su sector privado en más de medio siglo. Al inicio de la presidencia de Obama habían 114 000 cubanos inscritos como cuentapropistas, hoy hay más de 500 000. Ese crecimiento no hubiera sido posible sin las medidas que inició en 2009, principalmente la ampliación de los derechos de viajes y el envío de remesas a Cuba”.

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¿Cabría un Obama-Cuba post mandato?

De acuerdo con su proyección desde el 17D hasta la fecha y atendiendo sobre todo a las medidas tomadas durante sus últimos días como presidente, se podría esperar una relación favorable de Obama con la Isla, a pesar de que no tenga ya instrumentos políticos para impedir el curso de la nueva administración, que ha amenazado con revertir lo logrado hasta ahora.

No bien se instaló Trump en la Casa Blanca, eliminó de su sitio web la sección sobre la política hacia Cuba y este lunes anunció como nuevo Director de Coordinación de Políticas y entre Agencias al cubanoamericano Carlos Díaz-Rosillo, quien tiene una posición abiertamente contraria al proceso de normalización.

Sitio web de la Casa Blanca.
Sitio web de la Casa Blanca.

“Quizás entonces la mejor manera en que Obama pudiera continuar su legado –explica María Isabel Alfonso– no sería tan solo solidificando su proyección hacia Cuba desde una agenda personal, sino buscando formas de ejercer influencia desde afuera en la actual administración. La idea de que la relación de Estados Unidos hacia Cuba debe empezar por la diplomacia y el respeto, y no por las amenazas, es su punto de inflexión más importante y quizá el mayor aporte de un presidente norteamericano a la historia y avance de la relación entre ambas naciones”.

“El ex presidente se ha sentado a dialogar con Trump –a pesar de la retórica irrespetuosa de este–, tratando de ejercer influencia en temas como el Obamacare. Solo nos queda soñar que con su inmenso carisma político, logre convencer al nuevo mandatario de no echar por tierra sus cambios en la política hacia Cuba, los cuales no hacen más que beneficiar a ambas naciones”, agrega.

Foto: EFE
Foto: EFE.

“Afirmar la posibilidad de que exista esta relación es muy complejo pues abarca tanto lo privado como lo público”, considera Carlos Alzugaray.

Por otra parte, los pasos dados por Obama con Cuba constituyen uno de los principales legados de su renovación de la política exterior norteamericana que puede ser puesto en peligro por el nuevo presidente, Donald Trump.

“Apostaría que Obama no se escondería para hablar y proteger ese legado. No me extrañaría que todo eso lo moviera a mantener líneas de comunicación con La Habana”, agrega Alzugaray.

El deshielo entre los dos países después de más de medio siglo y todo lo logrado por Obama durante sus últimos dos años de mandato se muestra como un proceso irreversible, más allá de lo que pueda hacer Trump en lo adelante.

Como explica el periodista estadounidense Tracey Eaton, quien cubrió para NBC en 2015 la apertura de la embajada de los Estados Unidos en La Habana y luego en marzo de 2016 la histórica visita del presidente a la Isla, “Obama le dio al pueblo cubano la esperanza de que era posible una mejor relación con los Estados Unidos y demostró que no todos los presidentes estadounidenses se empeñan en influir en los asuntos internos de la Isla. Creo que sería genial si Obama llegara a Cuba otra vez en el futuro. El tiempo dirá si eso sucede”.

Vea la cobertura especial de OnCuba durante la visita de Barack Obama en marzo de 2016:

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