Si según la CIA no hay agresión ¿qué pasa con las relaciones diplomáticas?

Un reciente informe de la CIA reveló que no ha encontrado evidencia alguna de que los síntomas achacados al Síndrome de La Habana, detonante para el deterioro de las relaciones diplomáticas entre ambos países, hubieran sido causados por algún adversario de EEUU.

Embajada de Estados Unidos en La Habana, foto tomada el día 14 de agosto de 2015 durante la inauguración oficial encabezada por el Secretario de Estado John Kerry. Foto Alain Gutiérrez (archivo)

Hace unos pocos días, en entrevista concedida a la CNN el viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Carlos Fernández de Cossío, pidió públicamente al presidente Joe Biden la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y EEUU. ¿La razón? El reciente informe de la CIA sobre el llamado Síndrome de La Habana que no encontró, en la mayoría de los casos1, evidencia alguna de que los síntomas hubieran sido causados por algún adversario de Estados Unidos. Fernández de Cossío declaró que la suspensión de los servicios diplomáticos ha perjudicado a los cubanos que deseaban emigrar o viajar a Estados Unidos.

Fernández tendría otras razones que brindar a Washington, pero la diplomacia le indicaría no mencionarlas y en cambio preocuparse ––qué sorpresa–– por quienes quieren abandonar Cuba o viajar a Estados Unidos. Es una rara aparición de un alto funcionario cubano ante las cámaras de CNN, ya que sus declaraciones a medios extranjeros —e incluso nacionales— son escasas. 

Por su parte el departamento de Estado desde Washington ha brindado lo que ha sido considerado por ciertos medios, como una respuesta al viceministro cubano. Dice el comunicado: “Los esfuerzos de la comunidad de inteligencia continúan y profundizarán en su análisis en un subconjunto de casos, los más difíciles de resolver, como parte de su esfuerzo por determinar si un actor extranjero puede estar involucrado”, en referencia a una veintena de casos que quedan pendientes de análisis. Y en otra parte señala que el secretario de Estado Blinken se ha reunido con los afectados y “no tiene ninguna duda de que sus síntomas son reales”.

Si esta verdaderamente es la respuesta oficial de Blinken a Fernández de Cossío, sorprende su falsa candidez. Nadie duda que los síntomas de los afectados sean reales. Pero de lo que se trata, señor Blinken, es que las medidas tomadas contra Cuba son exclusivas, infundadas según dice el informe de la CIA y parecen ser motivadas por intenciones políticas distintas al Síndrome de La Habana.

El viceministro cubano también se refirió a la CIA en su entrevista Es una agencia –– dijo–– conocida por sus trucos y no por su honestidad, así que uno puede pensar que se están guardando un espacio para fabricar cualquier versión en el futuro”. La CIA no será la única agencia de inteligencia que miente en el mundo, pero lo ha reconocido públicamente”.

El Síndrome de La Habana le llegó a Trump como un regalo en diciembre de 2016, como oportuna antesala de cuál sería su política hacia Cuba, que hoy, cinco años después, se mantiene en el tapete. Biden ha mantenido la política de Donald Trump respecto a Cuba a pesar de presidir un gobierno demócrata radicalmente opuesto al anterior republicano. “Trataré de revertir las fallidas políticas de Trump, que causan daño en los cubanos y sus familias” prometió Biden durante su campaña, y porque “no han hecho nada en pro de la democracia y los derechos humanos”.

Fernández de Cossío que, según referencias, es un hombre inteligente y muy capaz, debe haber tenido potentes razones para haber hecho ese llamado televisado a Biden en cuanto a las relaciones diplomáticas entre Cuba y EEUU. Tal vez las muestre el tiempo.

Pero Biden no solo ha mantenido las políticas cubanas de Trump intactas, sino que parece estar más cerca de la política de “cambio de régimen” que la de “deshielo” llevada a cabo por el presidente Obama, siendo el propio Biden su vicepresidente. Probablemente aprovecharse de la compleja situación económica de Cuba lo esté animando a llevar a cabo la política que ha seguido su gobierno hasta ahora. 

Sabemos de la natural soberbia del excepcionalismo americano, y también de sus notables errores en política internacional, errores que paga hasta ahora el más débil, debido a la inmensa riqueza y recursos de EEUU. El mundo multipolar comienza a formarse a golpes de cincel y martillo en Europa del Este y Ucrania, en el mar del Sur de China y Taiwán. ¿Cuáles terminarán siendo las zonas de influencia de cada polo cuando se acaben las batallas? Es una pregunta tan importante como imposible de responder ahora. Cuba tiene que fortalecer su economía con prisa y sin pausa, para seguir siendo soberana.

Es conocido que las relaciones internacionales son más o menos justas, pero siempre alejadas de la moralidad con que tratamos de vivir los seres humanos. Apelar a la coherencia ética de un presidente para cambiar sus políticas me parece casi tan improbable como manejar un tren desde un teléfono.  

Un principio ético de Joseph Biden, que aparece en su libro Prométemelo Papá, de 2014: “Los países grandes no deberían golpear a los más pequeños, especialmente después de haber dado su palabra de no hacerlo”.

Habrá que recordárselo.

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1 Hay una veintena de casos no clarificados por la CIA

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