Suiza en las memorias de la relación Cuba-EE. UU.

Entre los invitados a la ceremonia de izamiento de la bandera de las barras y las estrellas en la Embajada de los Estados Unidos en Cuba estará el señor Didier Burkhalter, Consejero Federal y Jefe del Departamento Federal de Asuntos Exteriores de Suiza.

El representante de la Confederación Helvética se unirá así a la lista de cancilleres de la Unión Europea que han viajado a la isla en los meses recientes en medio del “deshielo” de las relaciones diplomáticas entre dos viejos enemigos de la Guerra Fría.

Sin embargo la presencia de Burkhalter –convertido en el primer jefe de la diplomacia suiza que aterriza en La Habana– obedece a la invitación especial que recibió del Secretario de Estado John Kerry, hace 10 días. En el acto de la Embajada de Cuba en Washington, el 20 de julio, estuvo el embajador suizo en los EE.UU, Martin Dahinden.

Según funcionarios suizos consultados por OnCuba la asistencia del responsable de la diplomacia de ese país es “el reconocimiento del gobierno de los Estados Unidos por los servicios prestados por varias décadas”.

Burkhalter aprovechará la oportunidad y se reunirá con su homólogo cubano Bruno Rodríguez Parrilla pero “será sólo una reunión de trabajo, no está prevista la firma de acuerdos” adelantó a nuestro magazine, Olivier Praz, el encargado de negocios de la nación europea en Cuba.

A propósito, las inversiones directas de Suiza en la isla “son modestas”. Nestlé es actualmente la única empresa de ese país con producción local. Suiza exporta sobre todo productos farmacéuticos (52 por ciento), instrumentos de precisión (18 por ciento) y maquinaria a Cuba, mientras la mayoría de sus importaciones desde el archipiélago se centran en productos agrícolas (92 por ciento, principalmente tabaco) y metales preciosos (6 por ciento).

Para el funcionario el programa de cooperación bilateral que empezó en 1997 es percibido por el gobierno cubano como una marca de confianza. “Ahora Cuba es un país prioritario para la política suiza de cooperación y desarrollo”.

El mandato para representar a Washington en la nación caribeña es el más largo en la historia suiza y duró desde el 6 de enero de 1961 hasta el 20 de julio de 2015, aunque a partir de 1977 ese encargo se redujo cuando la administración de la Sección de Intereses de los EE.UU en la capital cubana fue asumida por funcionarios de la Unión Americana en el edificio que antes ocupaba su embajada. Por un acuerdo con el gobierno de James Carter, también en la capital estadounidense se abriría una misión cubana similar. Desde 1961 Checoslovaquia era la encargada de los intereses cubanos en Washington pero en 1991 con la disolución de la Unión Soviética y del bloque comunista de Europa del este, las autoridades isleñas pidieron a Suiza la representara. Desde el pasado mes de julio la doble tarea llegó a su fin.

En la práctica, aseguran fuentes suizas, desde que abrió la SINA en La Habana –como popularmente se le conoció en Cuba– el mandato fue realmente de naturaleza “formal” pues funcionaba de facto como una embajada sin embajador y con ciertas restricciones protocolarias y legales. En un inmueble donde laboran unos 50 funcionarios estadounidenses y otros 300 empleados cubanos contratados en su mayoría por una entidad estatal de la isla, “la protección suiza” se evidenciaba en detalles como los encabezados de los documentos emitidos por la SINA que aparecían bajo el nombre de la Embajada de Suiza. Además, las chapas de matrícula de sus vehículos que circulaban por la capital tenían los mismos números que los de la representación helvética, precisa Praz.

“Para el trabajo diario y el personal de la Embajada de Suiza en La Habana, el fin del mandato de poder protector suizo no cambia mucho. Tampoco existen consecuencias financieras” aclara el diplomático en la apacible residencia que ocupa la legación de la bandera de la cruz en la céntrica Quinta Avenida, al oeste de centro capitalino donde a esa hora, cercana al mediodía, apenas tres nacionales esperaban por servicios consulares. Se estima en 3 000 los cubanos que viven en Suiza mientras 258 ciudadanos de aquel país están registrados en la embajada en La Habana.

El Consejero suizo habló en nombre de la embajadora Anne-Pascale Krauer Müller, por estos días en Berna ultimando la visita de su Canciller. Ambos formarán parte de la delegación oficial limitada a cinco funcionarios de alto nivel.

En documentos recientemente hecho públicos por el Departamento Federal de Asuntos Exteriores, y entregados a OnCuba, se describe que desde 1961 en adelante Suiza, en medio de las tensiones globales resultantes de la Guerra Fría, actuó “discretamente pero con eficacia” en su rol de “intermediario privilegiado” entre los dos gobiernos, de “manera neutral pero eficaz” en situaciones políticas muy complejas sobre todo en los primeros años de su mandato.

Según el dossier el diplomático Emil Stadelhofer “jugó el más intenso papel de cualquier embajador suizo” en 55 años –incluido su inicial función de Encargado de negocios– al lograr “una relación estrecha y confiada” con el gobierno cubano y por su “estricta neutralidad” logró ganar “mucho crédito” ante los ojos de Fidel Castro.

El ex embajador de Suiza en Cuba Emil Stadelhofer conversa con Fidel Castro.
El ex embajador de Suiza en Cuba Emil Stadelhofer conversa con Fidel Castro.

Nueve funcionarios suizos fueron enviados de inmediato a La Habana a sustituir a los cerca de 60 estadounidenses tras la ruptura diplomática decretada por el presidente Dwight D. Eisenhower.

Desde entonces la nación neutral tuvo actuaciones delicadas en muchos asuntos de nuestra historia reciente. Por ejemplo: el destino de los prisioneros después de la fallida invasión de Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles soviéticos, el manejo de las solicitudes y los aspectos prácticos para el retorno de los ciudadanos estadounidenses a su país y aquellos con doble nacionalidad.

También la mediación para canalizar la información que proporcionó el gobierno cubano sobre la visa solicitada por el principal sospechoso en el asesinato del presidente John F. Kennedy, Lee Harvey Oswald, en la embajada de Cuba en Ciudad de México, y el conflicto ante la posible nacionalización del edificio de la Embajada de los EE.UU en La Habana, en la década de 1960.

Se ocuparon de igual forma de la negociación para la repatriación de los pescadores cubanos a cambio de la devolución de un buque y aviones norteamericanos secuestrados y llevados a Cuba, ayudaron a bajar tensiones durante las acusaciones recíprocas en torno a la base naval de Guantánamo, y sirvieron de canal para concretar el puente aéreo desde Varadero a Miami tras el éxodo marítimo desde el Puerto de Camarioca (una operación que concluyó en abril de 1973 con la salida de más de 260 000 cubanos).

Durante varios años y desde finales de 1964, nueve países de América Latina le solicitaron la representación de sus intereses en Cuba: Argentina, Guatemala, Honduras, Chile, Brasil, Ecuador, Venezuela, Colombia y Haití.

Tras el fin de su doble mandato en Washington y La Habana el pasado 20 de julio, Suiza continúa con cuatro responsabilidades de esta índole en el orbe: representa los intereses de Irán en Egipto (desde 1979), de los EE.UU en Irán (desde 1980), de Rusia en Georgia (desde 2008) y de Georgia en Rusia (2009).

“Suiza está convencida de que la reapertura de las dos embajadas y el proceso de normalización son beneficiosos en general para ambas partes y contribuirán a la seguridad, la estabilidad y la prosperidad en la región”, asegura el diplomático Olivier Praz. “Todavía hay muchas cuestiones abiertas en el camino” como reconocen –recuerda– los cancilleres de los dos países en reconciliación.

“Suiza seguirá brindando sus buenos oficios en el proceso de normalización de las relaciones, si así se desea” remarca antes de volver sobre las peripecias del embajador Stadelhofer y la relación de confianza que estableció con Fidel Castro entre 1961 y 1966 los años de su presencia en la isla.

“Algunas veces Castro visitó a Stadelhofer a altas horas de la noche para mantener conversaciones en su residencia. En una recepción oficial en 1964, le entregó al diplomático suizo, en reconocimiento de sus servicios y como un regalo personal, la boina oliva de su uniforme”.

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