Un golpe fuerte a la Ley de Ajuste Cubano

Los cubanos nacidos fuera de la isla deben, a partir de ahora, contar con un pasaporte cubano para acogerse a la Ley ya que los certificados consulares dejan de ser válidos.

Pasaporte cubano. Foto: Archivo.

Pasaporte cubano. Foto: Archivo.

La administración Trump, por primera vez desde que fue promulgado en 1966, ha tocado el gran beneficio migratorio de que disponen los cubanos para asentarse en Estados Unidos, con mayores facilidades que el resto del mundo: la Ley de Ajuste Cubano (CAA, por sus siglas en inglés).

El CAA fue creado para facilitar el asentamiento en Estados Unidos a los cubanos que arribaron al país sin una visa pero les fue otorgada la entrada a través de un parole, o sea, una libertad bajo palabra administrativa secundada por un permiso de trabajo y otros beneficios sociales, y que al año y un día permite el asentamiento definitivo con la obtención de la residencia, la comúnmente llamada green card.

Hasta ahora, el mecanismo permitía el asentamiento de todo tipo de ciudadanos cubanos portadores de pasaportes válidos o caducados, certificados de nacimiento, cartas de naturalización o certificados de nacionalidad emitidos por las autoridades cubanas. Pero desde el miércoles las reglas han cambiado un poco y afectan a los hijos de cubanos nacidos fuera de la isla.

Según un comunicado del Servicio de Inmigración de Estados Unidos (USCIS), a partir de ahora los hijos de cubanos nacidos en el extranjero necesitan de un pasaporte cubano válido o una carta de ciudadanía, documentos que deberán ser obtenidos en la isla, ya que dejaron de ser válidas las partidas de nacimiento emitidas por los consulados cubanos, incluso aunque certifiquen que el solicitante de acogerse a la Ley de Ajuste es ciudadano cubano.

“USCIS aclara que un pasaporte cubano caducado sigue siendo prueba de ser un cubano natural y un pasaporte vigente es prueba de la nacionalidad cubana. Basándonos en información proporcionada por el Departamento de Estado, USCIS también esclarece que una Carta de Ciudadanía o un Certificado de Nacionalidad puede ser (otra) prueba de la ciudadanía cubana. Hasta ahora, las pruebas aceptables de ciudadanía cubana generalmente incluían un documento emitido por del Registro Civil cubano en La Habana. Sin embargo, (a partir de ahora) dejó de ser suficiente para establecer la ciudadanía cubana los documentos emitidos por el Registro Civil o una partida de nacimiento consular cubana certificando el nacimiento de una persona fuera de Cuba mismo que uno de los padres sea cubano. Esto se aplica también aunque la partida consular o de nacimiento certifique que el individuo a quien es entregada es un ciudadano cubano”, afirma el comunicado de USCIS.

En pocas palabras: la Ley de Ajuste Cubano se aplica automáticamente a todo el que haya nacido en Cuba. Quien haya nacido en el extranjero aunque uno de sus padres sea cubano debe viajar a la isla, “legalizar” los documentos consulares de su registro de nacimiento, obtener un pasaporte cubano y entonces podrá pedir acogerse al ajuste con su familia.

Y, lo que es peor, aclara el comunicado y tiene de veras preocupados a los abogados inmigración es que en caso de que el pedido de un cubano nacido en el extranjero sea rehusado no tiene derecho a una apelación y vería su estancia o ingreso en Estados Unidos cancelado.

Un golpe fuerte

Esto representa un serio retroceso en lo que, hasta ahora, se creía ser una política inflexible por parte de Estados Unidos dada sus tensas relaciones con el gobierno de la isla y la política tradicional de acoger a los cubanos porque estaban «huyendo del comunismo» y constituía una fuente sólida de apoyo electoral cubano-americano. Es más, la implantación de estas restricciones es un “primer paso para acabar con la propia Ley de Ajuste Cubano”, explicó a OnCuba, el académico Arturo López-Levy.

“Esto hay que verlo como parte del ajuste de las políticas migratorias por parte de esta administración (…) Trump que percibe la inmigración no blanca como una amenaza a la identidad norteamericana”, agrega el analista.

Es lo que piensa también el director del Centro de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida, Jorge Duany quien, además, enfatiza que es otra restricción más a la política migratoria para los cubanos. “Esto abre no solo el camino a una nueva política de inmigración sino que la política hacia Cuba sugiere que hay una propuesta de reducir las visas de los cubanos. Ni este año o el año pasado han cumplido con el otorgamiento de 20.000 visas”, afirmó.

Es que, sostiene López-Levy, en este contexto, por mucho que los cubano-americanos la apoyen “no es posible creer que una administración antiinmigrante iba a dejar pasar por alto los privilegios de los cubanos”.

Por otro lado, el académico no detecta en estos cambios introducidos en la CAA, “una hostilidad especial hacia Cuba ni los cubanos en general”, sino que “se inserta en el cambio general de políticas migratorias de la administración”.

Nadie contesta al teléfono

OnCuba intentó obtener opiniones de los más relevantes políticos cubano-americanos establecidos en Washington, que siempre abogaron por la inviolabilidad de la Ley de Ajuste, pero nadie quiso comentar el asunto. El senador republicano Marco Rubio no estaba disponible, según su oficina. En el despacho del congresista republicano Mario Díaz-Balart nos informaron que como la asesora de prensa está de vacaciones fuera del país no había forma de obtener algo porque “solo ella lidia con la prensa”. En los despachos del senador demócrata Bob Menéndez y el congresista del mismo partido, Albio Sires ni contestaron al teléfono ni a insistentes correos electrónicos.

López-Levy cree saber la razón: “Es la constatación de que existe una brecha política entre la visión migratoria de la administración y su política hacia Cuba”.

La brecha está, “en la contradicción en la forma en como la administración, sus voceros o altos funcionarios presentan a Cuba casi como una versión caribeña de Corea del Norte o de la Alemania hitleriana, y la política migratoria en general. La lógica sería, si Cuba fuera eso que no es, los cubanos estarían viviendo sujetos a ese estilo de regímenes y por lo tanto deberían ser recibidos aquí sin restricciones al intentar escapar”, afirma.

Y la verdad es que “o esta realidad es moralmente insostenible, el diagnóstico (sobre la situación cubana) está mal hecho o las políticas migratorias mal diseñadas”.

La dualidad

La tesis suya es que los políticos cubano-americanos se debaten en una dualidad. Por un lado se presentan como defensores de todos los cubanos, dentro y fuera de la isla, pero por otro tienen sus fidelidades políticas a la administración en Washington.

“La impunidad con que han actuado los supuestos representantes me da qué pensar, porque ellos son más trumpistas que cubano-americanos. Ellos se reivindican en una cosa extraña porque el gobierno estadounidense no es de representación étnica sino territorial. El propio Marco Rubio habla de ‘nosotros la comunidad cubano-americana pensamos tal cosa’, o sea, se atribuye una representación comunitaria, pero se quedan callados cuando en términos nacionales una política perjudica esa misma comunidad. Lo hacen cuando les convienen las políticas del gobierno de turno que ellos apoyan. Nada más”.

Y ejemplifica con un caso concreto y reciente: “Ha habido mujeres cubanas detenidas en El Paso que han sido maltratadas y ellos todos se pasaron con fichas. La realidad es que sólo son representantes de los cubanos cuando lo que quieren es algo contra el gobierno cubano. Y ahora mismo, no dicen nada que se esté desmontando un mecanismo migratorio que seria coherente con la existencia de un terror en el Caribe como ellos pasan la vida diciendo”.

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