Entrevista con el embajador José Ramón Cabañas: “Sobran razones para que hubiese existido una comunicación por parte del Departamento de Estado de EEUU”

A propósito del atentado contra la embajada cubana en EEUU ocurrido la semana pasada

Embajador cubano en Estados Unidos, José Ramón Cabañas. Foto: lufkindailynews.com

Embajador cubano en Estados Unidos, José Ramón Cabañas. Foto: lufkindailynews.com

En las primeras horas de la madrugada del 30 de abril, la habitual tranquilidad de la calle 16 del NW, en Wahshington DC, sede de varias embajadas y a escasas 2 millas de la Casa Blanca, era interrumpida por un tiroteo. El atentado estaba dirigido a la sede de la embajada cubana en Estados Unidos.

El incidente duró unos minutos, el ahora detenido Alexander Alazo disparó 32 veces con un rifle semiautomático de estilo AK-47 y pocos minutos después fue arrestado por oficiales del Departamento de la Policía Metropolitana sin ofrecer resistencia. El embajador cubano José Ramón Cabañas, ofreció hoy una entrevista a OnCuba sobre el tema.

Embajador, ¿usualmente hay postas de policía custodiando la embajada cubana en Washington?

No. En este caso el Departamento de la Policía Metropolitana evalúa la necesidad de la presencia de uno o más vehículos policiales en zonas de embajadas, que no están todo el tiempo. Eso depende de lo que ellos llaman “apreciación de amenaza”, lo determinan para cada embajada. Hasta el momento, ellos han determinado que no se requiere una presencia de un vehículo de ellos, o de oficiales, de manera permanente. No es similar a como ocurre en La Habana, donde hay protección a la embajada estadounidense todo el tiempo.

Algunos reportes señalan que había alrededor de diez personas en la embajada en ese momento, ¿usualmente es así?, ¿qué medidas de seguridad tomaron?

En este lugar tenemos el edificio de la embajada y una casa anexa que está dentro de la misma propiedad. Allí permanecen personas vinculadas a la seguridad, y otros trabajadores con tareas administrativas. Esta es una cantidad que fluctúa en dependencia de si tenemos más o menos personal de visita. En ese momento esa era la cantidad. Tenemos permanentemente dentro de la embajada funcionarios que atienden la seguridad. O sea, tenemos ojos y oídos durante la noche, y durante el día también. Los que estaban de guardia fueron los primeros en percatarse de lo que estaba sucediendo. Fue un hecho muy grave, pero de relativamente poca duración, fueron escasamente 4 o 5 minutos. Fue el tiempo que tuvieron para tener una idea de lo que estaba pasando, si era un hecho aislado o no, si era fuera o dentro del perímetro. Siempre que sea un hecho fuera del perímetro les toca a las autoridades locales actuar y avisar a las personas que tienen que avisar en ese momento, y alertar internamente a los que tienen que alertar.

¿Cuál es el protocolo? ¿Usted debe avisar al FBI, a La Casa Blanca, al Departamento de Estado?

Si. O sea, con un hecho de esta gravedad, que implica disparos que se registran por un sistema que tiene la policía metropolitana instalada en la ciudad, ellos tienen manera de percatarse por sí mismos y no necesitan alerta. En otras situaciones, que han sido hechos de otras características, ha requerido que nosotros llamemos al servicio secreto, que son de los primeros en acercarse. En dependencia de las situaciones se encarga el Servicio Secreto o la Policía Metropolitana. En este caso nosotros alertamos al Departamento de Estados y al Servicio de Seguridad Diplomática, aunque ellos también se avisan entre sí, por sus propios canales. Ahí también entra un protocolo de comunicaciones con nuestros superiores en La Habana, con el Ministerio de Relaciones Exteriores.

¿Por qué cree usted que el Departamento de Estado no se ha pronunciado sobre estos hechos?

Yo no podría responder la pregunta a nombre del Departamento de Estado. Lo que sí puedo decir es que es poco común en la práctica internacional. Que suceda un hecho de esta magnitud y no haya una comunicación inmediata, o casi inmediata, del ministerio o la secretaría que atiende las relaciones exteriores, con la comunidad diplomática residente en su capital, no es usual. Esto es una práctica, de inmediato se ofrece asistencia, de inmediato se muestra preocupación. Eso está por encima de credo político, o creencias de otro tipo, y se hace en función de la embajada que ha recibido el ataque en este caso, y por preocupación por el resto de las misiones diplomáticas. Para los que están familiarizados con nuestra ubicación en la calle 16, saben que están ubicadas tres embajadas una al lado de la otra. O sea, nosotros estamos justo entre la embajada de Polonia y la de Lituania, tenemos casi al frente el Centro Cultural Mexicano y al Centro Cultural Español, y en la misma calle, relativamente cerca, hay otras misiones y otras residencias de embajadores. Estamos a escasas dos millas de la Casa Blanca, y rodeados por edificios de apartamentos de viviendas, donde viven familias. Sobran razones, empezando porque es un hecho excepcional, para que hubiera existido esa comunicación que, hasta el momento en que estamos hablando tú y yo, no se ha producido oficialmente por parte del Departamento de Estado.

¿No se ha producido tampoco con la Habana?

No, nuestro ministro, a pocas horas del hecho, convocó a la encargada de negocios de EEUU en La Habana, pidiendo explicaciones, hablando de la gravedad del hecho, rechazando esta situación; pero respuesta oficial, directa hacia Cuba o declaración pública del Departamento de Estados sobre los hechos, no ha sucedido.

Es pública el acta presentada por la fiscalía a los jueces en el caso contra Alexander Alazo, acusado de estos hechos, ¿usted considera que está completa o le faltaría algo al acta que se presentó?

Mi respuesta, en beneficio de las personas que actúan de inmediato, o sea, de los seres humanos, de los oficiales, de la policía metropolitana, y del servicio secreto que acudieron al lugar del hecho, es decir que al tomar esas impresiones, y redactar esos documentos siempre suceden imprecisiones, porque es el resultado de lo primero que se ve, lo primero que se escucha y lo primero que se registra. Hay imprecisiones, que repito son lógicas. Una tan simple como, por ejemplo, se dice que cuando llegaron vieron a este individuo portando una bandera cubana; el individuo estaba arropado con una bandera estadounidense, que se ve claramente en el video que entregamos. Y hay otras imprecisiones, yo creo que no sería mi función empezar a decir qué vimos de otra manera, o qué sucedió de otra manera. En lo que sí insistimos es que la forma de eliminar estas imprecisiones es precisamente conversando. Que especialistas nuestros se sienten con especialistas de ellos y poder llegar a una visión común. Nosotros brindamos la cooperación y la información que tenemos desde un inicio, yo hablo de un video que fue entregado a las autoridades estadounidenses, creo que el video incluso aparece como parte de los documentos que se han registrado ante la corte. También tuvieron acceso físico al jardín, al lobby. Para hablar de imprecisiones preferiría que fuera a partir de un diálogo oficial entre las agencias de ambos gobiernos que se encargan de esos temas.

¿Después de ese día no ha habido otra comunicación con la policía metropolitana o con alguien del gobierno?

No, el trabajo pericial terminó al mediodía, justo al mediodía del día 30. O sea, desde que ocurrieron los hechos a las 2 de la mañana, estamos hablando prácticamente de diez horas de trabajo intenso de esos oficiales. Trabajaron fuera del perímetro de la embajada, alrededor y en el lobby de la embajada, buscando toda evidencia posible. Después de eso, la información que hemos conocido ha sido por filtraciones de la prensa o por documentos públicos, pero en ninguno de los casos se nos ha dirigido oficialmente la información.

¿En un hecho de este tipo el estado cubano puede ser parte demandante o solo la fiscalía estadounidense?

En casos de este tipo, o incluso de delitos comunes, cuando se ha querido investigar ambos gobiernos cooperan en la investigación. El estado donde no han ocurrido los hechos no participa como parte, sino facilitando información sobre el proceso, nombrando investigadores, etc. En Estados Unidos, para ser parte de un juicio, como condición habría que renunciar a la inmunidad diplomática, cosa que nosotros como práctica no hacemos. Nuestro ministro informó desde su primera conferencia de prensa que estamos en la mayor disposición de cooperar con las agencias estadounidenses, como ha sido en innumerables casos anteriores. Debo recordar que incluso nosotros tenemos firmado el memorándum de entendimiento sobre aplicación de la ley, que prevé cualquiera de estos casos, desde terrorismo hasta otro tipo de delitos. Las agencias estadounidenses tienen suficiente experiencia acumulada de cooperación con instituciones cubanas y, sencillamente, no entendemos por qué no se han hecho valer esos mecanismos para cooperar en este caso.

¿Es la primera vez que la embajada cubana, antes Sección de Intereses, sufre un atentado de este tipo? ¿Cómo procedieron en otros momentos?

Quizá de esta magnitud no había ocurrido antes. El hecho que pudiera catalogarse similar ocurrió hace unos cuantos años, finales de la década de los 70 o principio de los 80, cuando se arrojó contra una de las fachadas un objeto explosivo-incendiario. Afectó una parte de la embajada, cuando uno de los edificios colindantes estaba vacío, que no es el caso hoy. Ha habido otro tipo de acciones en el perímetro de la embajada que están vinculadas a otro tipo de delitos, pero nada similar a esto en los años recientes. La misión cubana ante la ONU en Nueva York, sin embargo, ha sido víctima de ataques en reiteradas ocasiones, el más violento fue el asesinato de Félix García, diplomático cubano, el 11 de septiembre de 1980, que no fue propiamente en la sede, sino la calle, pero que costó su vida. Recientemente una información de uno de los Institutos que estudia estos casos en Cuba reveló que tiene evidencia sobre 86 ataques contra misiones diplomáticas cubanas en el mundo, 29 contra funcionarios nuestros. La mayoría, incluso las ocurridas fuera de Estados Unidos, han sido organizadas por personas residentes en este país.

¿Usted tiene conocimiento de que haya ocurrido algo similar en la Embajada de EEUU en La Habana?

No, para nada. Nosotros siempre hemos garantizado la integridad física del edificio. Como me preguntabas, el edificio siempre lo hemos mantenido con protección y nunca ha sucedido algo, ni parecido, contra lo que es hoy la Embajada de los Estados Unidos que antes fue Sección de Intereses.

Según sus fuentes de información ¿tenían algún indicio que permitiera anticipar lo que pasó o creen que se trata de un hecho aislado?

Bueno, una de las cosas que precisamente hemos estado solicitando al Departamento de Estado es poder tener evidencias de que es un hecho aislado. Incluso uno de los aspectos del juicio es si se trata de un hecho aislado o no, si este individuo está vinculado a otras personas o no. Al mismo tiempo nosotros hemos manifestado nuestra preocupación general en relación con el lenguaje de odio que se ha reiterado contra Cuba en estos últimos años, sobre todo en los últimos meses. Esto genera, o puede generar, este tipo de situaciones en personas que tienen cierta inclinación a la violencia o personas que, por alguna razón, este lenguaje y retórica los inclina a tomar posiciones extremas. En los documentos de la corte se refleja lo que estaba escrito sobre una bandera cubana, lo que gritó este individuo. Los peores ataques contra Cuba o contra objetivos cubanos han ocurrido en momentos donde ha existido una fuerte retórica por parte del gobierno estadounidense contra Cuba. Actualmente casi todos los días hay una declaración de funcionarios de alto nivel del gobierno de Estados Unidos contra Cuba, en términos muchas veces muy irrespetuosos, en términos muy arrogantes; esto genera un estímulo para ciertos individuos, sin duda.

¿La embajada o el consulado cubano tuvieron alguna relación anterior a los hechos con la persona acusada de los mismos?

Estamos buscando en los datos de este individuo que, según plantean, emigró primero hacia México. Estamos todavía en una fase de recopilar información para compartirla si en algún momento las autoridades estadounidenses están listas para cooperar.

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