Actualización a la cubana

Josefa Hernández está sorprendida. Este domingo ha sido mucho más fácil visitar a su hija y su nieto en el pueblo de San José de las Lajas, Mayabeque, a unos 25 km de La Habana. El transporte público, consistente en  pequeños camiones de pasajeros (“semi-ómnibus”), es esencialmente el mismo, pero algo ha cambiado.

En lugar de hacer esperar por horas, están “uno detrás de otro”, dice.  Y es que también ha cambiado la forma de gestión: de estatal a cooperativa.

Estos medios de transporte pertenecen ahora, en modo de arrendamiento, a una de las 124 cooperativas no agropecuarias que se han sumado recientemente al sector independiente de la economía cubana. Una medida calificada de “osada” por analistas y de la que se benefician, además de los consumidores del servicio, los propios cooperativistas y el Estado, que se ve liberado de actividades productivas no fundamentales ni desarrolladas con eficiencia hasta ahora.

Esferas como la construcción y los servicios también se suman a esta iniciativa. Sin embargo, algunos otros, como los pertenecientes al sector artístico o la informática, deben seguir esperando.

“Yo creí que ya se aprobaría la legalización de algo que de hecho está funcionando en forma de cooperativa hace tiempo, como son las productoras audiovisuales”, dice Alejandro, joven egresado de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte.

Por su parte, Fernando Rojas, viceministro de Cultura, apuntaba recientemente en entrevista concedida a OnCuba, que el tema de las cooperativas culturales está todavía en una fase muy primaria de su discusión.

“El sector de la cultura cuenta con un modelo empresarial que ha demostrado ser exitoso”, dijo. “Yo me inclino por que la gestión empresarial se haga más eficiente y flexible en su relación con el artista.”

La implementación de las cooperativas no agropecuarias es un paso más en el  proceso de transformaciones derivado de los Lineamientos de la Política Económica y Social, aprobados en abril de 2011, y que proponen  modificar principios y procedimientos rectores durante décadas en la economía cubana, asociados a la propiedad estatal exclusiva o la centralización. No obstante, para algunos, este documento no refleja claramente cuál es el modelo al que se aspira y las vías y plazos para conseguirlo.

“Es posible que haya una estrategia, pero no la sabemos. Yo sí querría tener más claro hacia dónde va mi país y qué pasos se darán para conseguirlo”  opina Alexis, joven graduado de Comunicación social por la Universidad de La Habana.

Cierto es que por ahora no hay prisas. “Falta un largo y complejo camino para actualizar nuestro modelo económico y social”, afirmó el Presidente Raúl Castro, en un reciente discurso en la Asamblea Nacional.

Algunas transformaciones ya empiezan a notarse en la vida diaria. Las  restricciones que durante mucho tiempo padecieron los cubanos para viajar, tener un celular a nombre propio, hospedarse en hoteles o vender casas y carros propios, son historia. Todo eso a la vez que el número de trabajadores por cuenta propia ya alcanza cerca de medio millón.

Pero el crecimiento del 3 por ciento del PIB el pasado año es una cifra que se mantiene lejos del bolsillo del cubano común, que sigue intentando sobrevivir con un salario definitivamente insuficienete. “Yo cobro casi 700 pesos (CUP), y eso porque tengo dos especialidades y una maestría”, dice Mariela, una cirujana. “Pero casi todo debo comprarlo en CUC (moneda convertible), y al cambio son apenas 30. La cuenta no da”.

Esta situación, generalizada en los empleos estatales, es una de las causas principales de la inercia mostrada por muchos ante el trabajo.

El propio Raúl Castro ha apuntado en varias ocasiones a la imposibilidad de aumentar salarios sin productividad, y se refirió a la dualidad monetaria  como “uno de los obstáculos más importantes para el progreso de la nación”. Pero muchos de los que cobran una nómina estatal a fin de mes no pueden evitar ver el problema desde su perspectiva. “Por mucho que trabaje lo que gano se me va en dos compras de comida en el agro. No alcanza para pensar en ropa, ni casa, ni vacaciones, y menos en ahorrar” dice Yohan, graduado de contabilidad “No creo que así pueda crecer la productividad, y sin producir más, tampoco suben los salarios. Es como el cuento de qué fue primero, la gallina o el huevo”.

Leonardo Padura, uno de los más importantes escritores cubanos, lo resume así: “Hay una reforma sin la cual no es posible plantearse un futuro económico para Cuba, y es la solución de la trampa de la doble moneda, cuya existencia deforma todos los niveles de la economía, desde la macro hasta la doméstica.”

Otros, como el joven economista Pavel Vidal, especializado en temas financieros, ha dicho que “la circulación de dos monedas, la sobrevaloración del tipo de cambio oficial, la dualidad de las tasas de cambio y la inconvertibilidad del peso cubano para las empresas son elementos estrechamente relacionados y que deberán, por lo tanto, resolverse de manera casi simultánea.”

Especialistas y autoridades coinciden así en lo complejo de reajustar el modelo económico y social del país. Mientras, los cubanos de a pie siguen esperando que, más temprano que tarde, la actualización signifique además un aumento sustancial en su nivel de vida.

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