¿Adiós a la ropa importada por cuenta propia?

Desde hacía 3 años aproximadamente, miles de cuentapropistas en Cuba optaron, bajo la licencia de “modista o sastre”, por invertir en negocios de venta de ropas, zapatos lencería y otros muchos productos importados.

En septiembre de 2013, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) “redefinió” esta licencia aclarando que “no incluye la comercialización de ropa de fabricación industrial o importada” y, según José Barreiro, asesor de la ministra del MTSS, la medida entraba en “en vigor para su ejecución inmediata”.

Sin embargo, semanas más tarde el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros acordó prolongar el funcionamiento de estas minitiendas de ropa importada hasta el último día del año –cerca de dos meses más–, lo que permitiría a los cuentapropistas liquidar sus inventarios y recuperar algo de lo invertido.

Refiriéndose al tema, el presidente cubano Raúl Castro, en su más reciente discurso ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, aclaró:

“Hechos recientes pusieron en evidencia un inadecuado control por parte de las instituciones gubernamentales de cara a ilegalidades en el ejercicio del trabajo por cuenta propia, las cuales no fueron enfrentadas y resueltas oportunamente, creándose un ambiente de impunidad que a su vez estimuló el crecimiento acelerado de actividades que nunca habían sido autorizadas en el alcance definido para determinadas ocupaciones.”

“Legales ilegales”, ¡y después del 31 qué!

“Todavía no sabemos qué vamos a hacer. La esperanza nuestra es que en nos digan que cambiará el nombre de la licencia o que crearán otra, aunque debamos pagarla en divisa…, lo de nosotros es no dejar de vender”, me dice una de las vendedoras del área por cuenta propia “La Caridad”, perteneciente a la estatal Unidad Básica de Comercio del Municipio de Centro Habana, ubicada en la calle Galiano.

Con 31 personas que arriendan sendos espacios para la venta de ropa y otros productos –zapatos, lencería, bisutería, etc.; todo importado–, “La Caridad” es administrada desde hace tres años por Wilfredo González, quien al respecto de la “redefinición” de la licencia de “modista o sastre” nos dice: “es una incertidumbre, no sabemos qué va a pasar. Cada cual mantiene su estrategia, bien en silencio, y guardan la fe de que el Estado, de alguna forma, les permita seguir vendiendo”.

“La Caridad” es uno de los tantos espacios de concentración de trabajadores por cuenta propia que funcionan en la isla, sobre todo en La Habana. Aquí, por ejemplo, un puesto de venta de cuatro metros cuadrados (4 m2) es arrendado a la Empresa de Comercio de Centro Habana por 1290 CUP mensuales (aproximadamente 52 CUC), además de que cada uno de los estantes donde se exhiben los productos son alquilados en pago aparte.

“Ellos antes vendían en los portales”, me aclara Wilfredo González en su pequeño local de administrador, “y esto era una feria bastante informal, fea. Pero hace tres años la empresa asumió todas las reparaciones del lugar y se hizo una labor organizativa con ellos. Desde ese momento en esta plantilla están las mismas personas, que renuevan su contrato anualmente”.

Pero las cosas en materia de “legalidad ilegal” no se detienen ahí. El “inadecuado control por parte de las instituciones gubernamentales de cara a ilegalidades en el ejercicio del trabajo por cuenta propia” ha sido tan grande –u oportuno– que, en “La Caridad”, hay un delegado directo al cercano Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), pues los que allí laboran, aunque ejerzan “actividades que nunca habían sido autorizadas” están afiliados al Sindicato de la Industria Ligera y, según Wilfredo, espera que su representante hable “por el grupo, pero también por muchos más trabajadores”.

¿Qué pasará entonces con estos trabajadores? ¿Prohibir “resuelta y oportunamente” o legalizar con apropiadas regulaciones?

Ropa importada: privados y estatales

Desde países como México, Estados Unidos, Ecuador, Haití y otros, cubanos residentes y no residentes en la isla viajan hacia la isla con equipajes repletos de ropa, zapatos, y cuantos productos puedan comercializarse aquí.

Preguntando un poco por los mecanismos de “importación” que utilizan “las mulas” –quienes entran esta mercancía al país como parte de su equipaje–, encontré un amigo que desde hace años trae de Ecuador bisutería y confecciones textiles.

“Este año viajé solo una vez, porque es la única en que puedo pagar la aduana en CUP. Luego tienes que pagar en CUC lo que sea que importes y no me da la cuenta. Pero, por ejemplo, esta vez yo invertí más o menos dos mil quinientos dólares americanos, a los que le puedo sacar cerca de mil, mil y un poco cuando llego aquí.”

Mi amigo tiene residencia en Ecuador, lo que le permite viajar cuantas veces lo desee. Hace algunos años iba todos los meses a buscar mercancías, que compraba legalmente y que legalmente traía a Cuba para sacarle hasta el doble de la inversión. “Y aun así vendía y vendo más barato que las tiendas estatales en divisa”.

“Mira, es simple. Yo puedo traer 120 kilogramos: 30 free, 30 de sobrepeso que pago en la aduana, y los otros 60 los mando en el carguero de Cubana de Aviación. Y como, por ejemplo, no puedo traer más de 40 pantalones, según la ley que pusieron hace unos años –se refiere a la delLímite para la determinación del Carácter Comercial a las importaciones que realizan las personas naturales, publicada en diciembre de 2011 por la Aduana General de la República– trato de distribuirlos entre los maletines, y no me los marcan como posible «carácter comercial». Así hago con todo lo demás y me da resultado.”

Y tanto resultado da que casi toda la ropa y el calzado que se usa en Cuba hoy proviene de estos “importadores-vendedores”, pues, del otro lado mesa, las tiendas recaudadoras de divisas venden sus productos a una media de un 240% más caro que su precio real.

¿Controles inadecuados o absurdos de vista gorda?

Pero aun así, si aceptamos que la licencia nunca fue concebida para estas actividades, que tal negocio genera fuga de capitales, y la mayor parte del dinero que producen las ventas dentro de Cuba solo circula en la calle, sin convertirse nunca en impuestos o pasar por las contabilidades estatales, ¿cómo aumentó tanto el número de cuentapropistas con esta licencia?

El verdadero “modista o sastre” que “confecciona, arregla y transforma ropas, y realiza trabajos simples y complejos de sastrería y costura a la medida”, según la ley, requiere para su ejercicio toda una indumentaria y materias primas fundamentales que no es posible adquirir del todo en Cuba.

Emiliano Nelson es un reconocido diseñador y sastre cubano que se especializa en la confección de guayaberas. De las manos de Nelson han salido guayaberas para importantes personalidades como el fallecido presidente Hugo Chávez. Pero Nelson, aun cuando ya no es un trabajador por cuenta propia, sino Creador Independiente de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA), no escapa de las dificultades con las materias primas de cualquier sastre o modista –de los de verdad–, aun cuando el Fondo Cubano de Bienes Culturales (BFC) le ofrece ciertas facilidades de suministros.

“Es un tema difícil. Puede que en las tiendas encuentres telas, pero normalmente esas telas se compran de sobrantes que quedan de fábricas extranjeras, por lo que no se ajustan a nuestras necesidades, es «lo que hay». La guayabera, por ejemplo, requiere tejidos especiales (lino, hilo, algodón), y no aparecen en las tiendas, o no tienen la calidad necesaria, tampoco los colores, que son muy pocos o ninguno es utilizable, o los hilos, que no tienen los calibres adecuados… El problema principal es que no aparece lo que necesitas para tu trabajo y tienes que adaptarte a lo que existe.”

Tampoco con los precios –casi siempre minoristas– Emiliano Nelson encuentra preferencias, aunque por el BFC logre comprar algunos materiales un poco más baratos.

Entonces, si no ha existido mercado, ni materiales… ¿tantos “sastres-modistas” eran posibles en las estadísticas del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social?

A partir de este 1ro de enero, las ventas de ropa y otros artículos importados debieron cesar por ley. Sin embargo, los que compran y venden bajo esta licencia, poseedores de milimétricos conocimientos de sus consumidores, con eficientes y productivos mecanismos de importación y venta, no parecen querer acatar el ultimátum y continuaron abasteciendo regularmente.

Por ello, el único resultado posible de esta medida será la re-creación de un mercado negro de los productos que hasta este 31 de diciembre se vendían legalmente –aun con mínimo pago de impuestos– a través de licencias como la de “modista o sastre”.

Según datos ofrecidos a finales de 2013, el trabajo por cuenta propia solo aporta un 2% al presupuesto del Estado, lo que revela que aun no es una fuerza significativa en la economía, situación que deberá revertirse en aras de mayor producción y generación de riqueza social. Pero, ¿puede lograrse esto prohibiendo, sometiendo la realidad a situaciones ideales, voluntaristas, o legalizando y regulando la realidad?

Foto: EFE

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