Al César…

Es para asombrarse. Que no haya habido un solo muerto en Cuba tras el impacto de Matthew parece un milagro o un argumento digno de la ciencia ficción. Así piensa Rodolfo Hernández, mecánico de profesión y meteorólogo aficionado, quien sigue atento cada detalle de cuanta tormenta u hondonada afecta a la isla.

“Basta mirar las fotos de lo que hizo Matthew en Baracoa y en Maisí –comenta– para calcular la fuerza del huracán. Aquello fue un destrozo, casas en el suelo, edificios sin balcones, y sin embargo, todas las personas se pudieron salvar. La verdad, está vez si se organizaron bien las cosas”.

Rodolfo sabe por qué habla de esa manera. Natural de Santiago de Cuba, vivió la terrible experiencia del huracán Sandy en octubre de 2012, cuando 11 personas perdieron la vida. “Y pudieron ser más –refiere con conocimiento de causa– porque el huracán nos cogió prácticamente desprevenidos y mucha gente pensó que no iba a entrar a la ciudad. Por suerte, siempre se pudo hacer algo para prevenir”.

Sandy es una mancha en el bien estructurado sistema de prevención y enfrentamiento a desastres con que cuenta Cuba; aun cuando es poco significativa si se compara con las tragedias humanas sufridas por otros países de la región durante fenómenos meteorológicos, pero que ahora funcionó como acicate para evitar cualquier desliz organizativo e incluso prever con tiempo suficiente la recuperación de las posibles zonas afectadas.

Ante la amenaza de Matthew, Cuba se activó como un reloj bajo el liderazgo de la Defensa Civil, entidad que se encarga en la isla de proteger a la población y la economía ante situaciones excepcionales. Se trata de un organismo cuya dirección se adscribe al Ministerio de las Fuerzas Armadas pero cuya estructura se extiende hasta cada municipio e involucra tanto a las autoridades civiles locales como a las instituciones y las propias comunidades.

Gracias a ello, la movilización de personas y recursos puede realizarse rápido y en coordinación, como sucedió esta vez. Más de un millón de personas fueron evacuadas, la mayor parte en casas de vecinos y familiares, mientras otro grupo se reubicó en centros habilitados para ello, siguiendo una práctica establecida con antelación. El imperativo de preservar la vida, el comando de la Defensa Civil y la experiencia de situaciones previas, se conjugaron para que las personas accedieran mayoritariamente a evacuarse.

Esta eficacia no ha hecho sino incrementar el prestigio del sistema de protección cubano a nivel internacional. En palabras de Laura Melo, directora en la isla del Programa Mundial de Alimentos (PMA), “Cuba dispone de protocolos excepcionales, tanto en la preparación como en la implementación. Es una gestión muy organizada, y todas las medidas que se adoptan tienen como prioridad salvar vidas humanas”.

Un factor clave en el sistema es la comunicación constante con el Instituto de Meteorología y sus dependencias en toda la isla, cuyos datos sustentan las orientaciones dadas a la población tanto a nivel nacional como local. Basada en el pronóstico de los meteorólogos y teniendo en cuenta el contexto de cada lugar y los estudios de vulnerabilidades y riesgos realizados, la Defensa Civil toma las medidas correspondientes y establece las diferentes fases de enfrentamiento al fenómeno natural.

En este punto, los medios de comunicación adquieren una gran importancia y subordinan sus agendas al seguimiento de la situación excepcional. Así sucedió ahora, cuando tanto la televisión nacional como las emisoras de radio locales establecieron programaciones especiales desde antes del paso del huracán para brindar informaciones actualizadas y precisas. De esta manera, las personas pudieron tener conciencia del peligro que se aproximaba.

Esta vez, el lento desplazamiento de Matthew facilitó una preparación concienzuda tanto para el momento del impacto como para la fase recuperativa. Paradójicamente, esa misma lentitud, unida al poderío del meteoro, hizo que los daños se multiplicaran en los territorios afectados. De allí el asombro de tantos porque nadie haya perdido la vida. Un hecho que Cuba exhibe como prueba inequívoca de la validez de su sistema y que para muchos en la isla se convierte en orgullo a la hora de hablar del tema.

Por eso, la expresión de Rodolfo cambia a medida que la charla continúa. “Yo sé que con eso aquí se arma mucha alharaca y no se pierde la oportunidad de restregárselo a otros países, sobre todos a los americanos, como una manera de hacer política. Pero, a fin de cuentas, el asunto es que nadie se mató ahora en Guantánamo a pesar del huracán. Y eso es lo que de verdad importa. Al César lo que es del César, ¿no?”.

 

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