Baby Lores empresario

Baby Lores, reconocido cantante de reggaeton en la Isla, ganó recientemente, junto a otros socios, un proceso de licitación, que convierte en una cooperativa de servicios gastronómicos al emblemático restaurante habanero “El Jardín”.

Aunque varias personas manifestaron interés en ese establecimiento estatal para su arrendamiento, la comisión creada al efecto aprobó  el proyecto presentado por el artista y demás miembros de la nueva cooperativa.

José Zorrilla, director general de la Empresa Provincial de Restaurantes de La Habana, subrayó que su oferta cumplió con los requisitos establecidos para otorgarles, bajo esa condición, el restaurante ubicado en Línea y C, Vedado, y durante años cerrado.

Entre los valores del proyecto destaca la prontitud con que prevén reabrir la unidad (primer cuatrimestre del 2014), luego de su restauración, así como el aporte monetario propuesto a esa entidad por concepto de arrendamiento.

De acuerdo con el paquete legal que las ampara, las cooperativas funcionan como entidades jurídicas con fines económicos y sociales definidos, al tiempo que se constituyen voluntariamente por sus socios y se sustentan fundamentalmente en el aporte de trabajo de los mismos.

La conformación gradual, funcionamiento y extensión de estas formas de gestión, en esta etapa inicial, abarca sectores como el transporte, la pesca, los servicios personales, técnicos y domésticos, la recuperación de materias primas, la producción de materiales y la construcción.

La cooperativa “El Jardín”, además de servir productos de la alta cocina en pesos convertibles (CUC), contará con una oferta en moneda nacional (CUP) durante 24 horas y con precios económicos, adelantó el autor de piezas muy conocidas como “Déjala ir” y “La mujer del pelotero”.

El intérprete, quien también ha compartido escenario con importantes músicos y agrupaciones cubanas como Orishas y Descemer Bueno, precisó que brindarán un servicio dirigido a los centros laborales cercanos a la instalación.

Hoy día, se trata de un pasaje a lo desconocido para la mayoría de los concursantes en estas empresas ventajosas, al tiempo que son motores generadores para otros propósitos, como es el trabajo comunitario. En tal sentido, Baby Lores significó que como valores agregados, la cooperativa desarrollará esa actividad social en aras de contribuir junto a las organizaciones del barrio a reorientar conductas sociales inadecuadas de niños y jóvenes,  utilizando como herramientas talleres de música y artes plásticas.

De acuerdo con Camila Piñeiro Harnecker, investigadora del Centro de Estudios de la Economía Cubana, una cooperativa que funcione correctamente está más dispuesta a asumir compromisos sociales que las empresas privadas, al tiempo que su funcionamiento puede ser tan rentable como el de esas entidades.

Estudios confirman que donde hay mayor conglomeración de asociaciones de tal tipo, las condiciones sociales de las comunidades son mejores, así como también las necesidades de la gente que vive allí están mejor satisfechas, porque se organizan para hacerlo, resalta la especialista.

De ahí que además de desamarrar nuestras formas productivas efectivamente con bienes y servicios de calidad, esas estructuras servirían de incentivo para estimular, también en la esfera de la economía, el afán de sentido colectivo.

Esta propuesta se inscribe dentro de los primeros pasos de unas de las medidas para la actualización del modelo económico cubano con vistas a desatar las fuerzas productivas que aún permanecen en letargo. Desde hace unos meses varios locales estatales inactivos entraron en procesos similares con el propósito hacerlos funcionar económicamente mediante formas socializadas de trabajo.

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