Camino a La Coloma, veinte días después del huracán Ian

En la zona por donde entró Ian a Cuba, todavía son visibles las heridas terribles del ciclón, y también el empeño por salir adelante lo mejor posible a pesar de la tragedia.

Recuperando clavos y otros recursos en una destruida casa de secado de tabacos, La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez

Entre el poblado pesquero de La Coloma y la ciudad de Pinar del Río hay apenas unos 25 kilómetros. Transitarlos por estos días, a casi tres semanas del paso funesto del huracán Ian, permite descubrir aún de primera mano las terribles heridas dejadas allí por el más poderoso ciclón que se recuerde en la zona en muchos años.

Algunas personas salvan materiales tras el paso del huracán Ian, La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
En algunos lugares las vías internas no se han limpiado, La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
El huracán Ian destruyó numerosas viviendas en La Coloma, Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
El huracán Ian destruyó numerosas viviendas en La Coloma, Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez

Ian tocó tierra en Cuba precisamente por La Coloma. Lo hizo como un potente huracán categoría 3, con vientos por encima de los 200 kilómetros por hora. La combinación de estos con la lluvia y las fuertes inundaciones por la entrada del mar, incluso en sitios altos, no dejó solo una madrugada terrorífica —la del pasado 27 de septiembre— en la memoria de sus habitantes, sino también una enorme devastación.

Aunque muchos se evacuaron, en escuelas y casas de allegados principalmente, otros vivieron el ciclón en sus propias viviendas y fueron testigos minuto a minuto de la colosal destrucción. No solo en la comunidad pesquera, donde viven unas 7 mil personas, sino también en otros poblados cercanos, en asentamientos situados en la zona y camino a la cabecera provincial, muchos aseguran haberlo perdido “todo” o “casi todo” por Ian.

Una mujer valora los daños causados por el huracán Ian , La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto:  Otmaro Rodríguez
En un centro de acogida de las personas afectadas por el huracán Ian, La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
Los vecinos cercanos a la escuela primaria Mariana Grajales han convertidos sus casas en aulas. Foto: Otmaro Rodríguez

No es difícil comprobar la veracidad de sus palabras. Casas sin techo, sin paredes, pedazos de tejas y escombros por doquier, colchones húmedos y sábanas al aire, equipos domésticos y muebles que se secan al sol, postes eléctricos y restos de árboles por los suelos, son parte aún del paisaje cotidiano del lugar. 

No es, ciertamente, un paisaje exclusivo de La Coloma, donde también se dañaron instalaciones estatales como el Combinado Pesquero Industrial, que se encarga de la captura y procesamiento de valiosas especies como la langosta, el pargo y el bonito. El huracán Ian golpeó con saña a gran parte Pinar del Río, incluida su ciudad cabecera, los municipios tabacaleros de San Luis y San Juan y Martínez, y la zona turística de Viñales.

Las autoridades pinareñas calculan en alrededor de 100 mil las viviendas afectadas, así como cuantiosas pérdidas en la agricultura —con el tabaco como uno de los cultivos más golpeados— y demás sectores. Hasta este sábado, solo alrededor del 50 % del servicio eléctrico estaba recuperado en la provincia, con los territorios más dañados por debajo de esa cifra, y sitios como La Coloma alimentados solo una parte del día por grupos electrógenos.

Brigadas de eléctricos y telefónicos trabajan por restablecer sus servicios afectados por el huracán Ian , Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
Escuela primaria Mariana Grajales afectada por el huracán Ian, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
Un hombre acopia alimentos para sus animales en La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
Brigadas de eléctricos y telefónicos trabajan por restablecer sus servicios afectados por el huracán Ian , Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez

En medio de la severa crisis económica que atraviesa la Isla, el gobierno cubano ha concentrado sus esfuerzos y recursos en Pinar del Río. Hacia allí ha enviado numerosas brigadas de trabajadores eléctricos de todo el país, luego de haber ido resolviendo las afectaciones del resto de las provincias golpeadas, como La Habana y Artemisa, mientras que fuerzas de otros sectores estatales, grupos voluntarios y emprendedores privados se han vinculado también a otras labores recuperativas y la entrega de donaciones, junto a los propios pinareños.

Muchas viviendas han perdido el techo, La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
Dos personas intentan llenar depósitos agua en La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
Transportando donaciones para los afectados por el huracán Ian, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
Una mujer muestra la altura que alcanzo el agua al paso del huracán Ian, La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
Realizan excavaciones para instalar tuberías de agua, La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
Un hombre trocea yuca para darle de comer a sus animales, La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
Esta humilde y pulcra casa ha sido construida por una familia, luego de haberlo perdido todo, La Coloma, Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez
Brigadas de eléctricos y telefónicos trabajan por restablecer sus servicios afectados por el huracán Ian , Pinar del Rio, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez

Pero con tanta destrucción acumulada queda mucho todavía por hacer, muchos dolores y preocupaciones por curar. Unos veinte días después del paso de Ian, y aun con lo ya hecho, parece evidente que la recuperación será lenta, y más si se tienen en cuenta los problemas y deudas anteriores al huracán. Ello hace que algunos se muestren insatisfechos y escépticos con la respuesta del Estado y las promesas gubernamentales, mientras otros se declaran conscientes de que “como están las cosas, no queda otro remedio que trabajar con lo que hay”.

Por eso en La Coloma y sus alrededores hay trabajo en marcha, de brigadas estatales, pero también de los vecinos que se empeñan en limpiar y arreglar lo suyo, en salir adelante lo mejor posible, en seguir con la vida a pesar de la tragedia que cambió su existencia de golpe en aquella fatal madrugada. Las huellas nefastas de Ian seguirán ahí por mucho tiempo, pero, a pesar del trauma imborrable, de la ayuda prometida y la solidaridad de tantos, levantarse es para los hombres y mujeres de esa tierra una necesidad imperiosa, un impulso vital.

 

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