Chiflando el mono

Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

Nadie sabe cuánto bajó el termómetro la noche en que chiflaron los dos monos del Central Macagua, en la antigua provincia de Las Villas. Aquella madrugada, a inicios del siglo XX, debió ser bien fría para que aquella infeliz pareja de animales chillaran a todo pulmón en medio de la ventisca invernal.

Los vecinos del batey, en el actual municipio villaclareño de Santo Domingo, juraban y perjuraban haber oído los lastimeros chiflidos de los monos, que vivían –y casi murieron de frío– en una jaula en un jardín de la familia Betharte, dueña del central.

Esa noche, dice la leyenda, nació en Cuba la frase “chiflar el mono”. Pero las leyendas, aunque queden en la memoria colectiva, no pasan a los libros de récords. Al menos no a los de Meteorología.

Oficialmente, la marca de temperatura mínima en el archipiélago cubano es de 0,6 grados Celsius. Se registró en Bainoa, en la hoy provincia de Mayabaque –aunque por entonces era parte de la provincia Habana– el 18 de febrero de 1996. No hace tanto, después de todo.

Picándole cerca está el 1,0 grados por partida doble de Unión de Reyes (provincia de Matanzas), el 21 de enero de 1971 y el 20 de febrero de 2015, 44 años después.

En Indio Hatuey, también en Matanzas, también el 21 de enero de 1971, hizo 1,2 grados Celsius, y un poquito antes, el 11 de enero de 1970, bajó hasta cifra del termómetro en el aeropuerto Internacional “José Martí” de La Habana. Esa propia madrugada también “chifló el mono” en Güira de Melena (Artemisa): 1,8 grados.

El 15 de diciembre de 2010, la localidad matancera de Colón registró 1,9 grados, para completar un notable top seven por debajo de los 2 grados Celsius en Cuba. Por si fuera poco, esa madrugada se reportaron 9 récords absolutos y 22 récords para el mes de diciembre en diferentes lugares de la Isla. Casi nada.

Foto: Kaloian.
Foto: Kaloian.

¿Nieve en Cuba?

Sería la noticia del siglo. O del milenio. Pero al menos según los científicos y los registros oficiales, nunca ha sucedido.

Según el Dr. José Rubiera, sinónimo de confiabilidad en la Meteorología, en el archipiélago cubano no hay condiciones para que caiga nieve. Sin embargo, como escribió hace unos años en OnCuba, “han ocurrido situaciones a primera vista parecidas y que pudieran llevar a confusión”.

Rubiera recuerda que un piloto de la Pan American Airlines que volaba sobre La Habana en 1955 dijo haber visto caída de nieve sobre la ciudad. Y de acuerdo al meteorólogo bien pudo ser cierto porque “temperaturas por debajo de cero grados en una nube no es nada raro”, incluso en el trópico. Pero de allí a que esa nieve cayera finalmente en La Habana, va un buen trecho.

“Para que la precipitación en forma de copos de nieve se mantenga y llegue a la tierra, –explica Rubiera– tiene que haber temperaturas inferiores a cero grados en todo el trayecto de la nube a la tierra”. Así que si en verdad fue nieve lo que vio el piloto, los copos se derritieron mucho antes de aterrizar sobre La Habana debido a las temperaturas menos frías que había en la ciudad.

No obstante, hay otras historias que ponen a pensar.

Nevada en La Habana

Andrés Poey y Aguirre, precursor de la meteorología en Cuba, dijo haber visto caer nieve en la cima de una montaña en Pinar del Río en 1852. Y el propio Poey –según un trabajo del fallecido meteorólogo Roberto Ortiz– refirió que el sabio alemán Alejandro de Humboldt, hizo observaciones de heladas en La Habana en el invierno de 1800.

Además, comentó sobre hielo y escarcha en la Cordillera de los Órganos en 1845, una temporada en la que en el poblado de San Diego Núñez “se congeló el aceite del alumbrado”.

Décadas después, en la zona espirituana de Fomento, hubo otra tentativa “nevada”. O al menos así lo pensó el meteorólogo Jover que en mayo de 1913 llamó “nieve” a la escarcha que demoró hasta dos días en derretirse en el lugar, conservada en las hondonadas del terreno. El campo parecía blanco por la nieve, pero según la ciencia no lo era.

La escarcha no es nieve

Como sucedió en Fomento, la escarcha es al parecer la culpable de las más conocidas confusiones sobre nevadas en Cuba.

La escarcha, de acuerdo a Rubiera, no cae como la nieve: “se forma sobre superficies expuestas a la intemperie y que se han enfriado a valores de cero grados, lo suficiente como para provocar la condensación directa del vapor de agua contenido en el aire”.

Aunque el aire tenga una temperatura superior, una superficie puede alcanzar valores de cero grados Celsius o menos “por enfriamiento local o la acción del viento”, explica el reputado meteorólogo. De ahí el troque.

El granizo, por su parte, esas peloticas de hielo que de tanto en tanto caen en la Isla, es incluso más frecuente en verano. Es agua congelada que se forma en las nubes y cae a tierra por su peso, pero tampoco es nieve.

nieve en Cuba

Para que caiga nieve tiene que bajar de cero grado y eso, al menos hasta ahora, no ha ocurrido. Las cálidas aguas del Golfo de México influyen en los frentes fríos que vienen de Norteamérica y disminuyen su rigor sobre el archipiélago cubano.

Los meteorólogos explican que sólo si entraran a Cuba de manera seguida varias masas de aire frío de origen ártico, capaces de provocar temperaturas cercanas al cero grado, y que en esa situación llegara de inmediato un frente frío lluvioso, empujado por otra masa de aire muy frío, es que pudieran darse las condiciones necesarias en las nubes para que nevara nieve.

No es que sea imposible, pero casi.

La nevada del 32

Los argumentos de la ciencia parecen irrebatibles y, sin embargo, sí nevó en la capital de Cuba. Solo que en broma, aunque algunos se lo creyeron.

Fue el 28 de diciembre de 1932, día de los inocentes, y la noticia la publicó la revista Carteles con el titular “Hoy ha nevado en La Habana”:

“Por primera vez en Cuba se ha producido en la mañana de hay una ligera nevada, que afectó al centro de La Habana, algunos puntos de la periferia y el litoral en una extensión aproximada de cinco millas”.

Esta es la otra fotografía que muestra el artículo de la Revista habanera Carteles en su edición del 28 de diciembre de 1932. Se muestra la cúpula del Capitolio Nacional cubierto de nieve, así como los árboles y fachada del edificio en primer plano.
El Capitolio de La Habana cubierto de nieve, de acuerdo a la revista Carteles.

La revista dijo que el fenómeno ocurrió entre las 6:17 y las 7:11 de la mañana y lo atribuyó a “la penetración de una corriente fría, a baja altura, en la atmósfera tropical, saturada de humedad”. Incluso, publicó fotografías del Parque Central, con los árboles cubiertos por la nieve, y del Capitolio Nacional con la cúpula emblanquecida.

Sin embargo, si los termómetros no mintieron ese día la temperatura en La Habana superaba los 28 grados. Así que nieve, ni ligera. A menos que los lectores fueran realmente inocentes.

Como en la broma de Carteles, la nieve en Cuba parece haber sido siempre de mentiritas. Pero aunque los meteorólogos digan que es improbable, muchos no pierden las esperanzas. Tal vez nos sorprenda el 2018, con lo que ha chiflado el mono en sus primeros días…

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