Chocolate, divino tesoro

Tabletas de chocolate, uno de los tesoros más preciados de la fábrica de Baracoa/ Foto: Adriana Rodríguez Vives

En Baracoa, el simple hecho de caminar es un tremendo placer. Incluso, se pudiera soportar la aventura de andar a pie toda la ciudad en apenas un día. Calles empinadas, bajadas pronunciadas, danza de bicicletas, camiones prestos a hacer malabares en La Farola, un estadio abandonado al este, el Yunque al oeste, un museo en las profundidades de una cueva, los “yumas” flotando en cada esquina…esa es Baracoa.

En Baracoa, casi todo el mundo da la impresión de conocerse. No es una ciudad gélida ni de miradas perdidas. Allí, una sonrisa se responde con un beso o con un cucurucho de coco, claro, siempre con los billetes por delante.

La producción de tabletas varía, algunas mezcladas con leche y otras pura
La producción de tabletas varía, algunas mezcladas con leche y otras pura / Foto: Adriana Rodríguez Vives

En Baracoa despiertas con el aroma, sobre todo de pizzas baratas en todas las cuadras y, después, a lo largo del día, sientes la fragancia del “Bacán” o “El Tetí”, platos tradicionales del terruño, a base de pescados que, misteriosamente, no están al alcance de la inmensa mayoría de sus pobladores.

En Baracoa, también hay una carretera angosta, casi perdida en el mapa, cuyo destino es incierto cuando empiezas a transitarla. Al inicio todo es verde, más tarde aparecen los cocoteros a la izquierda y solo unos metros después “te levanta en peso” la señorial fragancia del coco ya procesado.

Al cubrir ese trazo zigzagueante se perciben muchos árboles, bajitos, tan bajitos que puedes arrancar los frutos sin apenas esfuerzo, frutos como pelotas ovaladas a veces amarillas, a veces moradas.

El cacao aporta más que el chocolate que conocemos, en otras modalidades también se comercializa.
El cacao aporta más que el chocolate que conocemos, en otras modalidades también se comercializa / Foto: Adriana Rodríguez Vives

Sin dudas, un fruto curioso ese que por allá y por acá le llaman cacao, absolutamente delicioso en su estado más puro; aunque sin el más remoto parecido al chocolate. Tal vez por eso, allí, al pie del árbol, uno no siente el majestuoso aroma del chocolate, que un kilometro más adelante, en la carretera angosta, te sorprende, te penetra, un perfume rotundo que te desorienta.

Es la Fábrica de Chocolate, el Complejo Rubén David Suárez Abella o la Empresa de Derivados del Cacao, nombres asociados a una especie de santuario donde hace medio siglo el cacao toma diversas formas, todas comerciales y no siempre tan exquisitas al paladar.

Con maquinaria obsoleta de la extinta República Democrática Alemana (RDA), de tiempos tan remotos como los años sesenta, se procesa el fruto en templo, una joya industrial cubana donde se tuestan los granos de cacao, se separan las cáscaras, los molinos proporcionan el licor y, de otros procesos, se obtiene manteca, bombones, coberturas, chocolate…Pasos mágicos para un producto mágico, yo diría, a la altura de los dioses.

Las semillas se clasifican y separan atendiendo a diversos parámetros, desde las impurezas del cacao hasta el tamaño.
Las semillas se clasifican y separan atendiendo a diversos parámetros, desde las impurezas del cacao hasta el tamaño / Foto: Adriana Rodríguez Vives
La producción de tabletas varía, algunas mezcladas con leche y otras pura.
La producción de tabletas varía, algunas mezcladas con leche y otras pura / Foto: Adriana Rodríguez Vives
El grueso de las maquinarias es la original de 1963, aunque en las dos últimas décadas se han instalado algunos equipos italianos como parte de un lento plan de modernización.
El grueso de las maquinarias es la original de 1963, aunque en las dos últimas décadas se han instalado algunos equipos italianos como parte de un lento plan de modernización / Foto: Adriana Rodríguez Vives

El grueso de las maquinarias es la original de 1963, aunque en las dos últimas décadas se han instalado algunos equipos italianos como parte de un lento plan de modernización.

Tabletas de chocolate, uno de los tesoros más preciados de la fábrica de Baracoa.
Tabletas de chocolate, uno de los tesoros más preciados de la fábrica de Baracoa / Foto: Adriana Rodríguez Vives
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