El inmenso mundo de la diminuta polimita

Un fotoreportaje publicado por National Geographic la semana pasada muestra la belleza de estos diminutos caracoles, exclusivos del oriente de Cuba. El fotógrafo italiano Bruno D´Amicis viajó miles de kilómetros solo para captar su belleza.

Foto: Bruno D´Amici.

Las polimitas (Polymita sp.), los caracoles más bellamente coloreados del mundo, son endémicas de Cuba y viven en una zona muy específica de la Isla: la región oriental, aunque algunas de sus seis especies y 12 subespecies se circunscriben a territorios todavía más concretos.

Quizá debido a la característica de estos caracoles, de espirales teñidas con precisión matemática y colores vanguardistas, apenas conocemos que se registra una disminución drástica de su número, que ha puesto en grave peligro a la especie. Esto se debe a la destrucción, alteración y fragmentación de sus hábitats, a causa de algunos depredadores naturales, así como al imparable tráfico ilegal al que han sido sometidos durante largas décadas.

El fotógrafo italiano Bruno D´Amicis viajó hasta Cuba para captarlas antes que lleguen a extinguirse por completo, aunque muchos especialistas cubanos trabajan para que eso no ocurra. Según me ha dicho y ha publicado en sus redes sociales D´Amicis, hizo el viaje sobre todo por encargo de Nabu, la asociación ambiental más grande de Alemania.

“Soy un reportero gráfico interesado en la conservación de la vida silvestre y el hábitat, y las polimitas me ofrecieron una perspectiva muy interesante. Se pueden salvar animales únicos en una conservación extremadamente crítica. Encierran una metáfora de lo que le sucede a la biodiversidad en muchos países del planeta”, advierte.

La bióloga Norvis Hernández recolecta polimitas cerca de Moa, Holguín, en 2019. Foto: Bruno D´Amicis.

D´Amicis llegó el año pasado hasta el Parque Nacional Alejandro de Humbolt, el núcleo de la Reserva de la Biosfera Cuchillas del Toa, cuyo tamaño es de 706,8 km2, contando sus espacios terrestres y marinos. Es el área protegida más importante de la Isla, que ocupa zonas de las provincias de Holguín y Guantánamo, y donde se encuentran mejor representados todos los invertebrados bajo amenaza de la fauna cubana.

También allí, como en otras regiones del oriente cubano, es posible encontrarse con polimitas de variada y tan exótica coloración que algunas están casi extintas. En macizos sombríos y con paciencia, puede vérseles entre la hojarasca húmeda, junto a grandes rocas donde yo mismo las he descubierto más de una vez en algunas montañas de Holguín. Allí es posible hallar a dos de sus especies, la picta y la muscarum.

Quien sienta ganas de contemplarlas, tendrá que invertir unas cuantas horas para desplazarse hasta el lugar donde estarán deslizándose por sobre la corteza de los árboles, si el día estuviera fresco. Bastan unas pocas para mantener saludable plantas como el cafeto o la cuaba prieta (Erithalis fruticosa), de sus preferidas, pues estos moluscos hermafroditas, que llegan a poner hasta 150 huevos a la vez, se alimentan de los hongos y líquenes proliferantes sobre el tronco de la vegetación.

Acompañado por especialistas del Parque Humbolt en la región de Baracoa, como la bióloga Norvis Hernández,  D´Amicis atestiguó el entorno silvestre de una zona de Cuba donde el verdor contrasta con la geografía accidentada que a veces se asemeja al de una selva.

A Norvis no le gusta dar declaraciones a la prensa, me advierte desde Facebook, pero Bruno es su amigo y un buen fotógrafo, razón por la cual no se queda impasible ante el recuerdo de esa experiencia, que también testimonia su anónimo pero importantísimo trabajo.

Ella lleva 20 años dedicados al Parque, en Baracoa. Desde allí ha observado la evolución de animales como el almiquí, del que escribe un libro, y de aves tan raras ya como el carpintero churroso y, claro, la polimita. Por eso le pregunto si acaso estos meses de tranquilidad impuesta por la pandemia habrán servido para que la especie tenga un respiro.

El biólogo cubano Bernardo Reyes-Tur, uno de los principales expertos en polimitas, pasó décadas estudiando el notable comportamiento reproductivo de estos animales. Foto: Bruno D´Amicis.

“Mira, es difícil de precisar porque no he podido hacer estudios de densidad. Para comprobarlo habría que volver a cada localidad y hacer estudios. Podemos suponer que, al no haber tráfico aéreo, ni transporte interprovincial y estar confinados cada uno en su ciudad, haya una conservación o aumento de estos bellos caracoles, pero es una suposición”, dice.

Cuenta, eso sí, que no se encuentran muchas en estos momentos. Su dispersión se debe particularmente al clima. Cada día se reportan elevadas temperaturas y pocas precipitaciones. “Baracoa es la ciudad donde más llueve y lleva unos cuantos meses en los que no hay abundantes lluvias. Es otra de las amenazas, el fuerte cambio climático”.

Me hace llegar algunas fotos y veo caracoles rayados de un verde esmeralda, amarillos como girasoles, púrpuras como el vestido de un cardenal. No puedo evitar comentarle que son extraordinarios.

La Polymita de Cuba. Foto: Norvis Hernández / Archivo.
Foto: Norvis Hernández/Archivo.

“Es un sueño”, comenta, un sueño milagroso verlas en su hábitat, moviéndose lentas, levantando sus antenas, desplegándose curiosas sobre una hoja. Son una creación perfecta de la naturaleza y tenemos que protegerlas”.

Los autores Miguel A. Alfonso Sánchez y Vicente Berovides Álvarez —precisa Norvis— indican que la diversidad cromática de las conchas no parece tener relación con la distribución geográfica de la especie, sino con la heterogeneidad ambiental o ecológica, es decir, con la diversidad de hábitats que puede ocupar.

A una de sus especies, la picta, por ejemplo, se le puede encontrar lo mismo en vegetaciones xerofíticas costeras que en los bosques de pluvisilvas, donde el color de la concha es más tenue y su consistencia mucho más frágil.

“Para mi criterio, también es importante tener en cuenta la geología del hábitat y hasta los factores climáticos. En muchas ocasiones se ha adaptado a vivir en zonas agrícolas y ganaderas como los cafetales, lo cocales y palmares. Las picta, por ejemplo, suben hasta lo último de los cocoteros y las palmas para meterse entre las hojas en busca de la humedad”, dice.

La mayor variabilidad cromática se presenta precisamente en esta especie. Por el contrario, la de menor variabilidad es la muscarum, según los propios estudios de Sánchez y Berovides. No obstante estas certezas, los estudios genéticos y bioquímicos para la relación entre su colorido y su hábitat aún son escasos.

Todo eso se lo había comentado la especialista también a D´Amicis. Gracias a su sensibilidad, ratificada por un máster en ciencias en Biología y a 20 años dedicados al difícil trabajo de captar la naturaleza en su ambiente, el fotógrafo logró una serie de increíbles imágenes que no hacen más que despertar nuestras ganas de estar en esos territorios para disfrutarlas un rato.

Con sus fotos también pudimos tener noticias otra vez sobre la red de tráfico que mantiene vivo el mercado. La cadena de recolección del caracol, la mayoría de las veces a expensas de su vida, pues el animal muere cuando se ve privado de concha, ayuda a la extinción del molusco terrestre. Se trata de un potente entramado que ni siquiera han frenado las medidas promovidas por las instituciones cubanas desde hace, por lo menos, cuatro años.

La trata es otra de las causas para la depredación de la polimita. No cesa porque el mercado que la incita es inagotable. El ser humano siente algo así como la necesidad por atesorar cosas exóticas, aun cuando esas cosas alguna vez hayan tenido vida. Eso a mucha gente parece no importarle.

Cinco de las seis especies de polimitas registradas se encuentran en “peligro crítico”, según el Libro Rojo de Invertebrados Terrestres de Cuba, un estudio de Marta M. Hidalgo-Gato González, José Espinosa Sáez y Rosanna Rodríguez-León Merino publicado en el 2016 por el Instituto de Ecología y Sistemática del CITMA.

Colección de conchas vacías de la Polymita picta, en el laboratorio del profesor Bernardo Reyes-Tur, en la Universidad de Oriente., Santiago de Cuba, 2019. Foto: Bruno D´Amicis.

Solo entre 2012 y 2016, según estas pesquisas, la aduana cubana había realizado 15 incautaciones por un total de más de 23 000 polimitas destinadas a su comercio en los EE. UU.

Pareciera que aún no es tan efectivo el acuerdo internacional que en 2016 logró Cuba, cuando las polimitas fueron incluidas en el apéndice 1 de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestre (CITES), es decir, empezaba a considerarse el grave peligro al que estaban expuestas debido a su “cacería”.

Hoy, el comercio de estos caracoles cubanos sobrepasa el mercado de los Estados Unidos y Canadá, y es creciente en Europa, así como en una increíble variedad de países asiáticos donde se puede adquirir en tiendas reales o virtuales.

De hecho, esta es en esencia la historia que, tras la visita de D´Amicis, ha recreado Douglas Main, periodista y editor de National Geographic.

El propio Main quiso comprobar si era tan desproporcionado el tráfico de las polimitas como lo había visto el fotógrafo y, luego de varias indagaciones, encontró que cientos de miles de los caracoles estaban disponibles en eBay.

Cuando preguntó a Ashley Settle, portavoz de la plataforma, aludiendo los propios tratados de CITES, la mayoría de los listados fueron eliminados en 48 horas. Una semana después de publicado su trabajo, vuelvo a rastrear la red, y lentamente van apareciendo.

Norvis Hernández muestra las conchas vacías de la Polymita versicolor, en peligro de extinción, 2019. Foto: Bruno D´Amicis.

Una polimita alcanza su maduración sexual entre los nueve y diez meses de vida. La época del año ideal para su reproducción corresponde a los meses posteriores a septiembre, con el aumento de la frecuencia de las precipitaciones. El pico reproductivo de la picta sucede en octubre, mientras que en otras especies llega en diciembre, aunque puede extenderse hasta febrero.

La expectativa de vida estimada en condiciones naturales es aproximadamente de año y medio a año y siete meses. Sin embargo, algunos científicos cubanos han logrado mantenerlas vivas en el laboratorio por casi tres años.

Otro aspecto sumado en su contra es que, desde hace dos años, las lluvias son escasas en periodo reproductivo. Esto, además del comercio ilegal y de depredadores naturales como el gavilán caguarero (Chondrohierax uncinatus), u otras aves como el arriero y la guacaica, sigue siendo el riesgo que enfrenta la especie.

“Incluso existen especies exóticas invasoras como las ratas y la mangostas”, advierte Norvis.

Observarlas como lo ha hecho D´Amicis y como con frecuencia lo hace Norvis para su estudio es mucho más gratificante que como casi siempre las descubren los usuarios de eBay. Cada caracol expuesto a la venta sugiere un ejemplar menos de una especie bella, demasiado frágil y fundamental para su ecosistema.

“Los cubanos deberían estar orgullosos de su patrimonio natural extremadamente precioso. Esto debería convertirse en una de las principales atracciones de la Isla. Las polimitas son simplemente increíbles y su belleza e historia natural única deberían hacerse famosas en todo el mundo”, advierte D´Amicis.

Para tenerlas en el lugar donde adquirieron su hermosura y no en bolsas como objetos coleccionables, los especialistas trabajan en la educación de los cubanos, así como de los visitantes extranjeros. No escatiman en explicar la rareza y vulnerabilidad de tan frágiles animales, así como llevan a la práctica miles de acciones desconocidas para la mayoría de nosotros, pero vitales para una especie que apenas unos pocos centímetros la separan de esta tierra de todos. 

 

Las fotos fueron cedidas a OnCuba exclusivamente para este trabajo.

Salir de la versión móvil