El dengue en Cuba: tres cepas después

En los últimos años la infestación de Aedes aegypti ha sido elevada. El escenario socioeconómico ha favorecido la proliferación de los focos. 

Foto: tomada de Cuba 360 (online).

Datos recientes emitidos por Naciones Unidas confirman que el dengue afecta a 129 de los 193 países que la conforman y en más de un centenar de ellos es endémico. Cuba es uno de ellos. Cada año, sobre todo en los meses lluviosos, y con un pico entre septiembre y noviembre, los casos tienden a aumentar. La percepción de la mayoría de los cubanos es que la enfermedad no da respiro.

Desde 2014 hasta la fecha, de acuerdo con estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud, Cuba ha reportado en dos años números que superan los 3000: 2019, con 3259 contagios y la circulación de dos cepas de la enfermedad; y 2022, con 3036 enfermos y la confirmación, por vez primera, de los cuatro serotipos de dengue en el territorio nacional.

Puede que los datos no sean exactos. Existe una brecha inevitable entre contagios confirmados, sospechosos y quienes pasan la enfermedad en sus casas sin que quede registro en ningún centro de salud. Los reportes oficiales solo contabilizan los confirmados tras las pruebas de laboratorio, lo cual implica que puede existir un subdiagnóstico de los casos. 

No obstante, incluso con una variable de casos nunca confirmados o del todo desconocidos, los números oficiales muestran que los años 2019 y 2022 reportaron las tasas más altas de la enfermedad en las últimas décadas.

Lo que dice el aumento de las cifras

El incremento de los contagios por dengue mantiene una estrecha relación con el aumento de las tasas de infestación de su agente transmisor, el mosquito Aedes aegypti

Desde 2019 la isla vive una crisis que ha tendido a la agudización de la falta de recursos básicos, entre ellos, los energéticos. Esto ha afectado actividades fundamentales de la economía y de la sociedad en general. 

El combustible necesario para la implementación de las medidas de control epidemiológico sobre el vector, como la fumigación, ha sufrido un recorte drástico. Según informó la doctora Madelaine Rivera, directora nacional de Vigilancia y Lucha Antivectorial del ministerio de Salud Pública (Minsap), en 2022 se garantizó la fumigación en solo “71 municipios del país” de cuatro provincias (La Habana, Camagüey, Las Tunas y Holguín).

Cuba tiene 168 municipios y 15 provincias. El alcance de las acciones de tratamiento focal resultó muy limitado en 2022, un año en que, según Rivera, se reportó la mayor cantidad de focos del mosquito de las últimas dos décadas.

Los especialistas reconocen que los niveles de infestación de Aedes aegypti en los últimos años han sido muy elevados. La conjunción de diversos factores, en un escenario de carencia general, ha favorecido la proliferación de los focos. 

Entre otros, con la crisis actual han aumentado las dificultades de suministro de agua potable. Ante la reiterada y creciente inestabilidad en el suministro, la población se ve obligada a almacenar toda el agua posible y durante largos períodos. 

Dengue en Cuba: la normalidad epidemiológica agravada por la crisis

María del Carmen Hernández, que ha residido por casi cincuenta años en la denominada “zona hospitalaria” de Santa Clara, en el centro de Cuba, asegura que desde 2022 se viven los períodos de desabastecimiento de agua más prolongados que ella recuerde (más de diez días sin servicio). La suya era un área comúnmente favorecida en virtud de la cercanía de los hospitales provinciales

En Cuba, la focalidad detectada en los depósitos de agua dentro de las viviendas representa el 83 % del total identificado.

Puertas afuera, otros factores dan las caras. Por ejemplo, irregularidades del sistema de eliminación de aguas residuales y desechos sólidos; insuficiente reparación de salideros y roturas en las redes hidráulicas y falta de ordenamiento ambiental de viviendas y entorno. 

El resultado directo del incremento de los focos de transmisión ha sido el aumento de los contagios. Tanto en 2019 como en 2022, las autoridades reconocieron que ninguna región del país escapaba a “los elevados índices de infestación del mosquito”. En 2019 y 2022 la tasa de incidencia de la enfermedad por cada 100 mil habitantes reportada por Cuba fue de 28,37 y 26,83, respectivamente. 

Si bien las cifras están por debajo de las registradas durante crisis epidémicas de décadas atrás, evidenciaron un “complejo contexto epidemiológico (…) con la transmisión de dengue” en la isla, como lo definiera la doctora Rivera.

Según el ministro de Salud, en 2022 los “brotes de dengue en varios lugares” fueron un “desafío” sanitario; junto al “rápido envejecimiento poblacional, las bajas tasas de natalidad y de fecundidad, y la incidencia de la COVID-19”.

No vivimos una epidemia de dengue, pero…

A pesar del incremento en la infestación y los contagios, y la percepción de alarma que sobre ambos tiene la población cubana, los expertos aseguran que no se verifican en el país los indicadores “de una epidemia por dengue”.

Según explica la doctora Carilda Peña, viceministra del Minsap al frente del área de Higiene y Epidemiología, las tasas de incidencia de la enfermedad en Cuba “en períodos sumamente complejos” han superado los “100 enfermos por cada 100 mil habitantes”. 

Momentos tales se registraron en 1977, cuando el dengue comenzó su comportamiento epidémico en la isla con la propagación de la cepa número uno. Y luego, en 1981, en la mayor crisis de la enfermedad que recuerda la historia nacional, producida por la cepa dos. En esta última, cerca de 350 mil personas enfermaron.

Sin embargo, después de aquel segundo episodio, durante quince años Cuba logró mantener bajo control a los mosquitos transmisores. En 2001 entró al país el la cepa tres por primera vez, según relata la doctora en Ciencias María Guadalupe Guzmán, jefa del Centro de Investigación, Diagnóstico y Referencia del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).

La especialista asegura que “desde 2007 hemos tenido periodos de varios dengues”. Todos asociados a la presencia del agente transmisor que no ha sido posible contener de forma radical nuevamente.

La viceministra Carilda Peña ha ratificado que, aunque no nos hallamos “en el momento más difícil”, estamos “en lo que podría ser el inicio de una oleada de casos de arbovirosis1”.

En la región, Cuba no se encuentra entre las naciones que más casos reportan. Tampoco es la única del continente americano que ha aislado las cuatro cepas. No obstante, la circulación de todos los serotipos es un hecho que complica la contención y el manejo de los casos. 

En la isla prevalece la cepa tres en más del 60 % de casos. Y, según afirma la doctora Guzmán, “este es el serotipo del virus que está marcando el caso grave, incluso fallecidos porque hemos tenido defunciones por esta enfermedad”

Los registros de fallecimientos por esta causa no se especifican en los informes anuales de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI); por lo que, aunque se conoce que la enfermedad causa muertes, el número total no es de dominio público.

El dengue es un padecimiento de evolución rápida. Y no siempre puede evitarse que el paciente llegue a estado grave o, en el peor de los casos, pierda la vida. En Cuba existe una Guía para la asistencia integral a pacientes con dengue. Esta define que a las personas sospechosas se les realice un recuento de leucocitos y un análisis de anticuerpos IgM contra el virus del dengue al sexto día de la enfermedad. 

Si no son ingresados y son enviados a sus casas (por no reportar comorbilidades o riesgo social), aún deben tener una evaluación clínica diaria y realizarse un hemograma hasta 48 horas después de la remisión de la fiebre.

Pero, la crisis afecta en especial el sistema de salud pública, que depende de importaciones y es un sector presupuestado. Los servicios de salud en la isla —que incluyen la atención a casos de dengue— enfrentan, entre otros, la escasez de medicamentos, insumos y reactivos; defectuosidades en el equipamiento y las infraestructuras sanitarias; la pérdida de recursos humanos y el deterioro de las buenas prácticas. 

No obstante, ante tantas condiciones desfavorables, las esperanzas se centran en el logro de un sistema de diagnóstico rápido y una vacuna de producción nacional. Cuba trabaja en un inmunógeno contra el virus desde hace más de una década. 

Los reportes más recientes de las autoridades del Grupo Empresarial de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica (BioCubaFarma) aseguran que es posible que ambos se encuentren disponibles en 2023.

El sistema de diagnóstico permitiría determinar, ante la aparición de los primeros síntomas, si el paciente ha contraído el dengue u otra infección. El candidato vacunal, por su parte, ayudaría a disminuir la carga viral, y con ello, la gravedad, incluso la sintomatología, de la enfermedad. Hasta el momento no se ha referido su posible acción preventiva. 

Aunque ninguno de los dos será la solución definitiva al problema, puede preverse su impacto positivo en el manejo de la enfermedad. Para un país que lleva más de cuarenta años luchando contra el dengue, sin duda sería un respiro.


Nota: 

1 Las arbovirosis son enfermedades virales transmitidas por mosquitos. 

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