Inyecciones de alacrán

Foto: Ronald Suárez.

Foto: Ronald Suárez.

José Luis Casañas ya se había hecho picar muchas veces por abejas para aliviarse algún dolor. Por eso, cuando escuchó que científicos cubanos estaban utilizando el veneno del alacrán para combatir el cáncer, quiso probar también con él.

“Si es bueno para el cáncer, tiene que servir para curar otras cosas”, se dijo, y salió a buscar uno de esos temibles arácnidos bajo las piedras del patio de su casa. Cuando encontró al primero, lo rodeó con sus manos, se lo pegó a la cintura y lo apretó…

Diez años después, este campesino de la zona de Carabela, en el municipio pinareño de Los Palacios, confía en la efectividad de la terapia.

“Hace unos meses se me inflamó el codo. No podía hacer nada de esto –dice, mientras flexiona el brazo derecho hacia arriba y hacia abajo–, ni peinarme, ni cepillarme los dientes. Así que me puse un alacrán para que me picara, y volví a estar como nuevo”.

“Si el alacrán no se siente atacado, no pica”, dice José Luis. Foto: Ronald Suárez.
“Si el alacrán no se siente atacado, no pica”, dice José Luis. Foto: Ronald Suárez.

Como no sabe en qué momento lo va a necesitar, José Luis anda siempre con un alacrán en la cabeza, debajo del sombrero. Por si acaso.

“Yo los pongo ahí y se quedan tranquilitos, porque es un ambiente húmedo y oscuro, como en el que ellos viven”, explica.

Una vez le tiró el sombrero a una gallina, para espantarla, sin recordar que el animal estaba allí. Cuando lo recogió y se lo puso, el alacrán, furioso por la sacudida, le clavó el aguijón en medio de la cabeza: “Esa vez me dolió como nunca, pero después se me quitaron todos los achaques durante mucho tiempo”.

José Luis no sabe qué propiedades del veneno hacen que sirva para curar, pero asegura que es bueno para los dolores musculares y la inflamación de las articulaciones.

“Usted lo pone en el lugar de la molestia, ya sea la rodilla, el codo, el brazo, la cintura, y en cuanto se le pase el dolor de la picada, estará aliviado. Con lo único que hay que tener cuidado es con la yugular, porque cerca de esa zona sí puede ser peligroso”, asegura.

“Yo toda la vida me ponía dos abejas en la cadera, arriba de las nalgas, para la artritis, antes utilizar alacranes. Mi hermano Pedro estuvo una vez que casi no podía caminar y se curó con ellas. Se quitaba la camisa cerca de las colmenas, para que lo picaran, y así se mejoró”.

José Luis anda siempre con un alacrán dentro de su sombrero. Foto: Ronald Suárez.
José Luis asegura que las picadas de alacrán le han ayudado a aliviar los dolores en varias partes de su cuerpo. Foto: Ronald Suárez.

Después de probar con ambos animales, Casañas dice que el veneno del alacrán alivia más rápido. Da igual si se trata de una hembra o de un macho. Por eso, hace una década que los cría en un rincón de la finca de la familia, en la que siempre ha trabajado.

“Todas las mañanas cuando salgo, recojo uno y me lo llevo conmigo, debajo del sombrero, y por la tarde, cuando regreso a la casa, lo suelto. A veces me duele la muñeca, y en cuanto hago que me pique, puedo seguir chapeando como si nada”.

Al menos un par de veces al mes, José Luis se aplica una dosis de este raro “analgésico”.

“A la doctora del consultorio le dije un día que yo iba allí para que me dijeran lo que tenía, pero el medicamento me lo ponía yo”, cuenta.

Bajo estas planchas de asbesto cemento, ubicadas en un rincón de su finca, se reproducen sus alacranes. Foto: Ronald Suárez..
Bajo estas planchas de asbesto cemento, ubicadas en un rincón de su finca, se reproducen sus alacranes. Foto: Ronald Suárez.

Para el doctor Jorge Hernández, especialista en Medicina Física y Rehabilitación, la explicación pudiera estar en que las “inyecciones” de alacrán causen a José Luis una disociación neurológica del dolor, o en que el tóxico del animal provoque la analgesia de esa zona.

“Es algo que habría que estudiar, con una muestra de pacientes más amplia, antes de llegar a un criterio definitivo”, dice. No obstante, reconoce que no es la primera vez que tiene referencias de casos similares.

“Ya ha habido otras personas que aseguran sentir alivio tras la picadura de abejas y con el veneno de algunos tipos de sapo, pero todavía son terapias que no están demostradas y que mucha gente, de seguro, rechazaría”.

En Cuba se produce el Vidatox-30 CH, un medicamento homeopático contra el cáncer cuyo principio activo es el veneno del escorpión azul (Rophalurus junceus), endémico de la Isla.

Desarrollado en Cienfuegos y avalado por el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (CECMED), el Vidatox-30 CH se utiliza para mejorar calidad de vida de los enfermos de cáncer, por su carácter analgésico y antinflamatorio. Además, ha sido empleado en pacientes geriátricos aquejados de dolores.

Al menos un par de veces al mes José Luis se aplica una dosis de este doloroso “analgésico”. Foro: Ronald Suárez.
Al menos un par de veces al mes José Luis se aplica una dosis de este doloroso “analgésico”. Foto: Ronald Suárez.

Aunque según la literatura médica el veneno del alacrán es un poderoso neurotóxico, capaz de causar desde una simple inflamación hasta una intoxicación aguda, e incluso el fallo de algunos órganos, este campesino de 71 años dice que –al menos en el caso de las especies que existen en la zona donde vive– “todo depende de la persona”.

“Todos las medicinas tienen sus contraindicaciones. Si usted es alérgico o tiene las defensas bajas, entonces puede ser peligroso. Si no, no le pasará nada. Al contrario, cuando pase el dolor de la picadura se sentirá mejor”, afirma.

Aun así, no hay nadie en su familia o en el barrio haya querido probar el tratamiento. Seguramente, a pesar de las recomendaciones de José Luis, por temor a que el remedio termine siendo peor que la enfermedad.

 

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