Médicos cubanos en Ecuador: ¿eludir la última valla?

Cada vez se les hace más difícil encontrar trabajo a los médicos cubanos emigrados a Ecuador. El hasta hace poco atractivo destino se ha convertido en un pantano para cientos de galenos de la Isla, quienes partieron al país suramericano en busca de mejores oportunidades de vida que, en muchos casos, no han encontrado.

Según datos de la cancillería ecuatoriana, entre 2012 y 2016 se entregaron más de 43 mil visas (entre temporales y permanentes) a ciudadanos de la Mayor de las Antillas. Un gran número de ellas a profesionales de la salud.

Trámites dilatados, impedimentos para legalizar títulos, situaciones migratorias irregulares y cierto rechazo desde sectores sociales de ese país, son varios de los obstáculos  que enfrentan los emigrantes caribeños. Ante el adverso escenario, algunos han reaccionado con la conformación de la Sociedad de Medicina Cubana en Ecuador.

Aún en proceso de gestación (entrará en vigor legal el 3 de diciembre próximo, al firmar el acta constitutiva), la entidad se propone ofrecer asesoramiento en temas laborales y jurídicos, así como apoyo en vivienda y capacitación a colegas que todavía permanecen a la deriva en tierras ecuatorianas. La iniciativa podría beneficiar a numerosos galenos en difíciles trances.

Por causa de tales problemas, “la cantidad de médicos que se estabilizó aquí el último año fue ínfima. La inmensa mayoría tomó rumbo a los Estados Unidos. De los miles que habíamos en el país, solo quedamos unos 900 con empleo”, sostiene Jorge Enrique Domínguez, uno de los principales organizadores del proyecto.

El representante, llegado a Quito en 2013, anuncia que el principal reto de la Sociedad radica en consolidarse como organización, para incidir también en “el aumento del nivel científico de los doctores”, requisito necesario a la hora de hallar mejores oportunidades laborales.

Domínguez Guerra, actualmente empleado en la empresa Sinopec, enfatizó el carácter inclusivo de la obra, al no limitar la colaboración con galenos de otras nacionalidades que “estén interesados en brindarnos sus conocimientos y recibir los nuestros”.

Doctor Jorge Enrique Domínguez y su familia. Foto: cortesía del entrevistado
Doctor Jorge Enrique Domínguez y su familia. Foto cortesía del entrevistado.

Las sociedades médicas resultan frecuentes en los entornos sanitarios de cualquier lugar del mundo. Habitualmente se agrupan según especialidades o ramas afines. Lo particular en este caso radica en el criterio de unificación: el origen de los miembros en un país extranjero. ¿Por qué una Sociedad de Medicina Cubana en Ecuador? ¿Qué motiva su creación?

“Entregué carpetas en muchas clínicas porque me fue imposible trabajar para el Estado ecuatoriano. En algunas ni siquiera me recibían los papeles; decían que no querían cubanos, así de simple. Además, algunos médicos del gremio ecuatoriano te hacen ‘la contra’ para que no entres”, rememora la especialista en cirugía plástica de 45 años Maylin Pérez Aguiar, llegada en abril de 2015.

Jorge Luis*, cirujano general y residente desde 2014, apunta sobre estas actitudes de rechazo que “más que xenofobia, evidencia un temor a la competencia, a perder sus puestos ante la cantidad de cubanos que llegaban”.

Además de enfrentar al desfavorable mercado laboral de la salud, los médicos de la Isla se enfrentan otros dos grandes desafíos de carácter legal: regularizar su status migratorio y homologar su título universitario para poder ejercer.

En noviembre de 2015, la cancillería ecuatoriana anunció la exigencia del visado para los ciudadanos cubanos (era libre desde 2008), a raíz de la crisis ocurrida en Centroamérica. La decisión complejizó más la situación para los isleños, pues se implementó una visa de turista con validez de solo 90 días.

Esto, sumado a la decisión de suspender legalizaciones de títulos universitarios a ciudadanos que no integren convenios bilaterales entre ambas naciones (en vigor desde el 11 de mayo de 2015), se han convertido en los principales escollos a sortear.

Ambas dificultades vienen tomadas de la mano, explica Jorge Enrique Domínguez, promotor de la Sociedad de Medicina Cubana en Ecuador. “Una vez registrado el título en la Secretaría Nacional de Educación, se puede acceder a la residencia”, aclara.

“Todos estos papeles, obligatorios para cualquier extranjero, resultan más difíciles para nosotros”, prosigue Domínguez. “Legalizar los documentos en Ecuador, aunque con costos más baratos que en Cuba, se vuelve complejo por los escasos recursos con que llegamos aquí”.

El doctor argumenta que en el país suramericano, con un salario mínimo de 365 dólares, la mayoría de los trámites oscilan entre 2 y 10 dólares. Mientras en la Isla, con una mensualidad mínima de 225 pesos (equivalente a 10 dólares), las mismas diligencias multiplican el precio.

Además, las dilaciones burocráticas de la embajada en Quito, según Domínguez, entorpecen el normal ritmo de tramitación. “Por ejemplo, las solicitudes de antecedentes penales, que tienen validez durante seis meses, a veces se reciben al quinto mes, faltando muy poco para su vencimiento. Al mismo tiempo, caducan los papeles que ya habíamos legalizado aquí, por lo que hay que empezar el proceso desde cero”, se lamenta.

En este entorno se perfila la Sociedad de Medicina Cubana en Ecuador, que pretende agrupar a los profesionales antillanos de la salud frente a los problemas comunes. “Hasta ahora la iniciativa ha gozado de buena acogida”, afirman los organizadores, “pero trabajamos en la promoción y puesta en práctica de la misma”.

Aunque la asociación preludia novedades optimistas, algunos galenos se muestran escépticos sobre el alcance real que tendrá el ente.

“Si lograra mejorar la inserción de los médicos acá, sería muy bueno, pero dudo de esa posibilidad. No veo maneras de lograrlo, pues aquí se defiende mucho los intereses de los nacionales, como debe ser”, considera Maylin Pérez Aguiar.

Jorge Luis* comparte este criterio. “Sería bueno construirla y pertenecer; pero solo serviría para reunirnos, discutir de ciencia y de avances en nuestro campo. Dudo mucho que influya en facilitar puestos laborales o inserción profesional. Aquí manda quien ejerce el poder, y si en la política de una institución ‘no entran cubanos’, pues así es, y punto. O entras y te sacan, como ya les ha ocurrido a muchos”.

Vladimir Osvaldovich Torriente, oftalmólogo de 41 años residente en Ecuador desde abril de 2015, valora de gran utilidad la creación de esta Sociedad a la que desea integrarse.

“Resulta más importante para quienes hemos decidido instalarnos definitivamente en este país”, considera. “Primero habría que dar algunos pasos organizativos. Los médicos estamos muy disgregados en diferentes regiones. Habría que contabilizarlos, reclutarlos, y clasificarlos por especialidades para saber con qué material contamos”, propone Torriente.

Vladimir Osvaldovich es uno de los médicos cubanos en Ecuador. Foto: cortesía de los entrevistados.
Vladimir Osvaldovich es uno de los médicos cubanos en Ecuador. Foto: cortesía de los entrevistados.

Otra especialista de la salud, también arribada a tierra suramericana en abril de 2015, se hace eco de la iniciativa. Desde el anonimato en la ciudad de Guayaquil, señala un reto necesario para la naciente organización: lograr integridad entre criterios de los dos colegios médicos. “Nuestra formación tiene una visión más humana, y aquí la perspectiva es más económica. Aún falta mucho para reducir las diferencias y hablar todos el mismo idioma”.

Con esa voluntad conciliadora, la Sociedad de Medicina Cubana en Ecuador pretende servir de apoyo a los galenos que la integren; así como volverse un mediador, un interlocutor autorizado, en el proceso de articulación con el sistema sanitario ecuatoriano.

Aunque resulta prematuro vaticinar, habrá que seguir de cerca la experiencia de estos hombres y mujeres de batas blancas. Por lo pronto, continuarán andando contracorriente, esquivando obstáculos, en busca de eludir la última valla.

 

*Nota: Esta fuente solicitó el anonimato de su apellido.

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