¿Qué ha sido del caracol gigante africano?

A pesar de que actualmente existe otra emergencia de salud, el caracol africano no pasa desadvertido, sobre todo para quienes trabajan en el campo.

Foto: Otmaro Rodríguez

Nació una estrella, y no hablamos de Lady Gaga en su personaje de la tercera adaptación del reconocido filme, sino del nuevo coronavirus y su robo de protagonismo a otros “actores” que ya rodaban por la Isla. El caracol gigante africano, por ejemplo, es uno de esos males que, al igual que la COVID-19, parece haber arribado a Cuba para unas largas y húmedas vacaciones, sin boleto de regreso.

A pesar de su constancia y el peligro que supone, el molusco ha perdido espacio en la escena de los medios nacionales debido, en gran medida, a la situación epidemiológica actual. Eso no significa que pase inadvertido para muchos cubanos, sobre todo para quienes viven y trabajan en el campo.

Caracol africano en fincas de Santa Amalia, Arroyo Naranjo. Foto: Otmaro Rodríguez

 

Diversos son los problemas con los que ha tenido que lidiar a lo largo de los años la agricultura cubana. Ha sufrido desde desajustes de organización y desánimo de sus trabajadores por insuficiencias salariales hasta déficits de implementos y transportación, que, en muchos casos, ha significado pérdidas millonarias de frutas, vegetales y viandas. El Estado ha sido incapaz de echarse encima la producción, mientras que, a los verdaderos gestores de ese renglón, se les ponen las cosas muy difíciles.

Pero el campo es para los campesinos, y no se trata de una frase hecha. Desde un buró helado por las ráfagas de los splits es difícil saber lo que ocurre bajo el sol, mismo astro rey que coincidentemente aleja a los caracoles africanos del surco.

Campesinos, protegidos con nasobucos, eliminan las malas hierbas en una plantación de flores. Foto: Otmaro Rodríguez

Mario Mirabal, vecino del reparto Santa Amalia, en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo, quien junto a su padre de más de 70 años trabaja el surco, como herencia más preciada en tiempos en que el llamado de las autoridades es a producir en las no-mood-problems.com, confirma la presencia del molusco en sus parcelas a tempranas horas de la mañana. Día a día se dispone a enfrentarlos con jabitas de nailon en las manos, única forma de poder agarrarlos sin entrar en contacto con el veneno y así apartarlos uno por uno de sus plantaciones, echarlos en un tanque de metal y quemarlos.

Otro de sus métodos de aniquilación es la cal: “Tengo que echarla alrededor de las cosechas, como barrera para que el bicho no pase, porque, si la dejo caer en las plantaciones, las daña”, afirma el pequeño agricultor, mientras se adentra en un fango salteado de caracoles muertos. Son tantos los caparazones que prefiere dejarlos ahí, en la tierra, mientras recoge habichuelas y conversa con este equipo de OnCuba. “Con esto vamos a tener que convivir, llegaron para quedarse”, asiente el lugareño, a quien los invasores se le han colado hasta dentro de su casa.

Lo cierto es que Mirabal y su padre han estado vinculados a la tierra desde que nacieron y no van a dejar de estarlo, pues como asegura, “esta es la manera que tenemos de salir adelante y también de ayudar a los vecinos”.

Mario Mirabal trabaja en su finca en el reparto Santa Amalia. Fotos: Otmaro Rodríguez

En una calle cercana, donde en poco menos de media hora los pobladores arrasaron con sus macitos de habichuela a 10 CUP, nos comentó sobre este cultivo en particular, y el cuidado extremo que debió tener para que floreciera. Le afecta la misma plaga que está atacando a los frijoles, por ser parte de la familia de las leguminosas, plantas con vainas que guardan dentro sus semillas. En tal caso, podría tratarse también de una especie en “peligro de extinción”, al menos en los mercados cubanos, semidesiertos desde mucho antes del azote de la pandemia.

“Me cuesta ver el noticiero. A veces me parece que repiten los mismos videos y cuando vas al agro no hay nada. No me explico cómo yo, con pocos recursos y espacio, puedo sembrar y cosechar, y en lugares donde la tierra es muy fértil y hay más trabajadores, no se hace casi nada”, afirma exaltado Mirabal, mientras su padre asiente con la cabeza.

Al parecer, se trata de un asunto personal. Tener tu sembrado, cuidarlo y verlo prosperar es, salvando las distancias, como un hijo, ese fruto que instintivamente proteges a toda costa.

Cultivo de habichuelas. Foto: Otmaro Rodríguez
Sembrado de plátanos Jaguey que comienza a ver sus frutos. Foto: Otmaro Rodríguez

En cambio, muy cerca de allí, la situación del caracol ha mermado, según José Antonio Cruz, quien no ha usado cal para matar a los indeseables inquilinos, sino tabaquina. Se trata de una mezcla de alcaloides liberada en una suspensión que también contiene cal hidratada al uno por ciento, en la que predomina la nicotina. Forma parte de los desperdicios descartados por las fábricas de cigarro, entidades a las que se ha dirigido este agricultor para adquirir el producto.

“Se debería dar a conocer más este método, porque en muchos lugares estoy seguro que no se ha puesto en práctica con ese fin. En mis sembrados hace rato no tengo caracoles africanos. Además, es una sustancia que sirve de abono para las plantas”, afirma José Antonio.

Ciertamente, la tabaquina es uno de los venenos naturales más poderosos que existen. Para combatir plagas, se puede emplear prácticamente en todos los cultivos, con excepción de los florales, a los que genera manchas.

Muestra de la tabaquina. Foto: Otmaro Rodríguez

Habrá que prestar más atención entonces al caracol africano. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la científicamente conocida como Achatina fulica es una de las especies más dañinas e invasivas del mundo.

La presencia del molusco ha saltado las alarmas de varias naciones de nuestra área, como por ejemplo Colombia, donde ha sido detectado en cantidades notables. Su nombre deviene de su origen, la geografía que se extiende desde Mozambique hasta Kenia y Somalia, además de las islas cercanas. Pero ese espacio ya no le es suficiente y puede hallársele en casi toda África, de forma natural, así como en Hawái, Australia, el Caribe, Asia, el Índico y el Pacífico, así como en naciones como China, Bangladés, Japón, Indonesia, Sri Lanka, Vietnam, Malasia, Filipinas, Nueva Zelanda, Samoa, Papúa Nueva Guinea, Fiji y Vanuatu, entre otras.

La prioridad de la salud cubana y del mundo es ahora el nuevo coronavirus, pero esta plaga “acecha”.

La invasión del caracol africano en Cuba

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