¿Tiene Cuba algo que enseñar a los Estados Unidos en Salud?

Foto: Raquel Pérez

Foto: Raquel Pérez

El sistema de salud cubano no vive su mejor momento. En cualquier esquina se pueden conocer experiencias de ciudadanos que, mientras ponderan la calidad de un médico, lamentan la depauperación constructiva e higiénica de los hospitales, la falta cíclica (y a veces crónica) de medicamentos o el resquebrajamiento de valores éticos en algunos profesionales, cada vez más propensos a cambiar su atención por regalos.

Pero incluso en ese preocupante estado, todavía es un sistema sanitario con alcances que no dejan de sorprender a profesionales de otros países, sobre todo norteamericanos, cada vez que se lanzan a descubrir las experiencias positivas y negativas de este pequeño país.

La más reciente experiencia la cuentan Paul Campbell Erwin, del Departamento de Salud Pública, en la Universidad de Tennessee, y Ron Bialek, de la Public Health Foundation, en Washington, DC., quienes acaban de publicar un editorial simultáneamente en las revistas Journal of Public Health Policy and Practice y American Journal of Public Health.

“Con todo lo que aprendimos acerca del sistema de salud cubano, lo que nos sigue viniendo a la mente son las preguntas que muchos de nuestros colegas cubanos no parecían comprender acerca del “sistema” de salud en Estados Unidos”, confiesan los autores en un texto traducido al español por la revista MEDICC Review.

Una de esas preguntas versó sobre las diferentes tasas de vacunación infantil entre los dos países, estadística en la cual la Unión Americana está muy por detrás de Cuba. “Los datos más recientes sobre las tasas de vacunación infantil (19-35 meses) en Estados Unidos muestran que solamente el 70{bb302c39ef77509544c7d3ea992cb94710211e0fa5985a4a3940706d9b0380de} de los niños han sido vacunados con la totalidad de las vacunas recomendadas”, dice el editorial.

“No es solamente el hecho de que la tasa de Cuba sea mayor del 99{bb302c39ef77509544c7d3ea992cb94710211e0fa5985a4a3940706d9b0380de}, ni que el proceso y los mecanismos al nivel de los equipos de médico y enfermera de la familia – que hacen visitas a domicilio para asegurarse que los niños están al día– sino las sensibilidades comunitarias practicadas y experimentadas por los cubanos, las que los llevan a hacernos esta pregunta.

“Como nuestra traductora señaló acerca de su propia niña: ‘Yo estoy obligada a hacer esto por el bien de la comunidad’. Qué contraste mas chocante con el reciente brote de sarampión en California –dicen los redactores- cuando la inmunidad colectiva se vio comprometida no solamente por las familias que se negaban a vacunar a sus niños, sino donde la preocupación comunitaria expresada fue exactamente la contraria: ‘Yo no quiero que mi hijo sea vacunado, pero quiero que tú vacunes a tu hijo para que el mío esté protegido’”.

Foto: Raquel Pérez.

La separación entre departamentos estatales de Salud Pública y entidades privadas y públicas de atención médica (rasgo típico define al modelo norteamericano) resultó también incomprensible para sus colegas cubanos, hacen notar los editores Campbell y Bialek. La razón es que en la Isla todo está integrado y se comprende cualquier asunto de trascendencia médica como una responsabilidad del Ministerio encargado:

“Fuertemente compartimentado, (en los Estados Unidos) el lenguaje acerca de la atención médica primaria y la salud pública se mueve alrededor de la cooperación, la integración y últimamente la sinergia (…) Cuando nosotros pensamos en “integración”, pensamos en una colaboración entre dos disciplinas compartimentadas. En Cuba, tal compartimentación no existe. Los cubanos y muchos otros llaman al Sistema Nacional de Salud cubano un “sistema de salud pública”. En ese contexto, enseñar a alguien a usar condones es un servicio de salud pública y una cirugía de corazón es un servicio de salud pública”, argumentan.

Las grandes desigualdades en el acceso a atención médica es otra de las preocupaciones que saltan cuando se intenta comprender la realidad de un país tan poderoso como los Estados Unidos. La razón estriba, dicen los autores, en las determinaciones sociales que condicionan el acceso. Quienes dispongan de mejor educación podrán disponer de mejores ingresos y por ende seguros médicos y atención de mayor calidad.

En el archipiélago caribeño se parte de puntos de partida igualitarios, por tanto “(…) no existen costos directos para las personas por la educación (…) Y no hay costos directos por la atención médica– desde las visitas de los equipos de médico y enfermera de familia, hasta las remisiones al policlínico para una atención especializada, o incluso a centros de atención terciaria para un trasplante de órgano. De esta forma, dos de las principales causas de desigualdad en salud con las que estamos muy familiarizados en Estados Unidos simplemente no existen en Cuba”, escriben Campbell y Bialek.

“No somos tan ingenuos de creer que el sistema de salud de Cuba, o incluso la manera en que la sociedad cubana está estructurada y funciona, no tenga ningún defecto, desafío o debilidad. Entre otras cosas, los recursos de muchos tipos y a todos los niveles son frecuentemente inadecuados (…) Tales barreras (…) son resultado directo del prolongado embargo de Estados Unidos: ya hace rato es hora de poner fin a algo que solamente daña al pueblo cubano sin cambiar la estructura política de Cuba”, aseguran.

Aunque las comparaciones muchas veces resulten odiosas, o hayan sido usadas para la más pedestre propaganda, el texto de los autores norteamericanos sugiere preguntas oportunas y necesarias. En un contexto en que comienzan a replantearse las prioridades del modelo cubano y se impone cada vez más una lógica economicista en las decisiones sobre los servicios sociales, conocer lo que el otro piensa de uno mismo puede ayudar a valorar en su justa medida los logros propios y la urgencia de conservarlos. También la importancia de estar abiertos a las críticas con sanidad.

Es como lo creen Campbell y Bialek en el cierre de su texto: “Aprender y ver la realidad desde diferentes perspectivas son pasos importantes para lograr mejorías en ambos sistemas.”

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