Un cubano en Sierra Leona

Lariel Laza Cárdenas, miembro de la misión médica cubana en Sierra Leona / Foto: Cortesía del entrevistado

Lariel Laza Cárdenas, miembro de la misión médica cubana en Sierra Leona / Foto: Cortesía del entrevistado

A Lariel Laza Cárdenas le escribí tan pronto tuve una PC en frente. Me presenté como periodista y solicité unas preguntas: la respuesta no tardó en viajar desde Sierra Leona hasta mi pantalla.

Natural del municipio artemiseño Bahía Honda, Lariel ha ejercido la enfermería por una década, un camino que no había planeado andar: “Realmente la elegí porque no alcancé Medicina, pero durante la carrera tuve muy buenas profesoras, quienes me enseñaron a amar la profesión”.

Ese amor lo llevó a aplicar la teoría en la práctica cotidiana del hospital José Ramón Martínez, del municipio de Guanajay, e incluso fuera de las fronteras nacionales, pues en enero de 2011 partió rumbo a Jamaica, donde permaneció durante tres años en misión médica internacionalista.  Unos pocos meses después de su retorno, al ser anunciada la necesidad de incorporar médicos cubanos en la batalla contra el virus del Ébola que se libra en el continente africano, marchó a Sierra Leona.

Acerca de sus motivaciones para presentarse como voluntario, declara: “Quería experimentar cómo es el trabajo ante una epidemia y ayudar a las personas que sufren de un padecimiento en condiciones pésimas”.

Foto: Cortesía del entrevistado
Foto: Cortesía del entrevistado

Los comentarios acerca del peligro que entrañaba una tarea de esta índole para el personal involucrado afloraban entonces en cada esquina, centro laboral, casa… y seguramente el hogar de Lariel no fue la excepción; sin embargo, el temor dio paso a la comprensión y el apoyo:

“Le dije a mi mamá que iba fuese como fuese, porque quería hacerlo. Como siempre, me aconsejó que me cuidara y cumpliera con todo. Ahora la comunicación es por teléfono, o sea, mensajes, y una o tal vez dos llamadas al mes porque son caras. A través de algunas amistades también le envío correos”.

Desde el 2 de octubre, fecha de su arribo a Sierra Leona, este enfermero se comunica por tales vías con su familia. En estos momentos, luego de un período de preparación, atiende a pacientes en un escenario muy diferente al habitual.

“Un grupo de aproximadamente 61 compañeros trabajamos en un hospital construido por la organización inglesa Save the Children. Estamos haciendo turnos de seis horas, en cuatro grupos. Cada grupo tiene cuatro teams que entran cada hora, pues es lo máximo que puedes estar dentro de una sala.

Diariamente medicamos a los  pacientes, los alimentamos, los hidratamos y estamos pendientes de la evolución de su estado. Resulta fundamental mantener las medidas de bioseguridad. En caso de cualquier incomodidad, salimos, aunque el tiempo no se haya terminado porque nuestra salud es primordial”, argumenta.

Foto: Cortesía del entrevistado
Foto: Cortesía del entrevistado

En opinión de Lariel, la brigada cubana, de 165 integrantes, mantiene muy buenas relaciones, pese a que no todos están ubicados en el mismo lugar. De la acogida por parte de la población, expresa:

“Tuvimos un buen recibimiento, imagínese que aquí solo habían 20 y tantos médicos antes de la epidemia y al llegar nosotros fue como una bendición para ellos. Además, fuimos los primeros en dar el paso al frente y dejar familia y todo en Cuba por venir a ayudarlos a enfrentar una epidemia tan peligrosa a cambio de nada”.

Al final de su correo, Lariel agrega como anécdota la siguiente: “Cada vez que le escribía a algún amigo o conocido solo me decía tú estás loco, ese Ébola mata. Nada más les podía responder: no, si yo estoy loco, 164 cubanos más lo estamos. Si nosotros, el personal de la salud, no enfrentamos esta epidemia, quién lo va hacer, y si no la detenemos en este lugar, qué será del mundo. Al final solo me dicen cuídate, apreciamos la decisión que has tomado”.

Para este joven de 34 años, el reto hoy clasifica como lo más grande sucedido en su vida hasta el momento. “Nos enfrentamos a un enemigo invisible que no tiene distinción de color de la piel, estatus social, nada. He ganado experiencia y mi meta está en, por lo menos, evitar la transmisión de la enfermedad y regresar vivo a Cuba”.

Foto: Cortesía del entrevistado
Foto: Cortesía del entrevistado
Foto: Cortesía del entrevistado
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