Cuba Brava: el regreso de los toreros

Cuba Brava evoca la tradición del país donde primero se realizó un festejo taurino en América. Foto: Claudio Peláez Sordo.

Cuba Brava evoca la tradición del país donde primero se realizó un festejo taurino en América. Foto: Claudio Peláez Sordo.

Al cabo de más de un siglo, el polémico arte de lidiar toros bravos regresa a Cuba… en una exposición. Fue la Isla donde primero se realizó un festejo taurino en América, en 1514, según relató Fray Bartolomé en la “Historia General de las Indias”. Unos 500 años después, llega el proyecto “Cuba Brava. El toreo en la memoria histórica de Cuba”, evocando las reminiscencias de la tauromaquia en un país que vio jugarse la vida a algunos de los mejores toreros extranjeros de su tiempo.

Cuba Brava permanecerá abierta al público entre el 7 de julio y el 30 de agosto. Foto: Claudio Peláez Sordo.
Cuba Brava permanecerá abierta al público entre el 7 de julio y el 30 de agosto. Foto: Claudio Peláez Sordo.

La Habana Vieja disfrutó el preludio de Cuba Brava con un concierto de pasodobles en la Plaza de Armas, en el casco histórico. Después, un alguacilillo montado en su caballo abrió el paso a la multitud por las calles estrechas de La Habana Vieja. Así, al ritmo de los mariachis, los presentes hicieron un pasacalles desde la Plaza de Armas hasta la Casa de México. En este sitio la exposición permanecerá abierta al público entre el 7 de julio y el 30 de agosto.

En las paredes del salón expositor hay una gigantesca foto que muestra al Che Guevara en la La Plaza de Toros de Las Ventas en el Madrid de 1959. En otra, cuelga la cabeza imponente de un animal sacrificado. En la muestra se incluyen pinturas, esculturas, vestidos y herramientas de torear, así como carteles y otros objetos.

La Plaza de Toros de Las Ventas. Foto: Claudio Peláez Sordo.
La Plaza de Toros de Las Ventas. Foto: Claudio Peláez Sordo.

La añeja tradición fue prohibida en Cuba por la orden 187, emitida por el gobierno interventor estadounidense, el 10 de octubre de 1899. La pena por violar tal disposición ascendía a 500 pesos.

Aunque después hubo intentos de restablecer el toreo, este desapareció completamente con los años. Las últimas noticias de una corrida reseñan la presentación de los mexicanos Silverio Pérez y Fermín Espinosa, también conocido como “Armillita”, el 31 de agosto de 1947.

Ambos actuaron en el Stadium del Cerro, ante más de 30 000 asistentes, pero con la obligación de no clavar banderillas ni matar a los animales.

Cuando los organizadores Rodrigo Galguera y Erich Harrsch llegaron a Cuba hace varios años, en los comienzos de su investigación, venían solo con dos boletos de avión y un proyecto escrito. No tenían siquiera hospedaje.

“Cuando empezamos no teníamos ni idea de qué hacer. Porque la información escrita está olvidada en los archivos, de Cuba y del mundo”, contó Galguera a OnCuba.

Rodrigo Galguera, matador de toros retirado. Foto: Claudio Peláez Sordo.
Rodrigo Galguera, matador de toros retirado. Foto: Claudio Peláez Sordo.

“Poco a poco fuimos encontrando cosas, gente que se unió a nuestro proyecto para colaborar, tanto en Cuba, como España y México, Yo tenía bastantes objetos; Erich otros, y algunos fueron prestados. Conseguimos otras piezas de Cuba en revistas antiguas y se va a ir enriqueciendo”, dijo Galguera, un matador de toros retirado.

La Isla tuvo hasta 20 plazas de toros y en La Habana las primeras se edificaron a finales del siglo XVII. La de Carlos III e Infanta, con capacidad para 10 000 espectadores, y la de Regla, con aforo para 6 000 personas, estuvieron entre las más célebres. También hubo lugares similares en Santiago, Cienfuegos, Pinar del Río, Matanzas, Sancti Spiritus, Trinidad, Camagüey y San Miguel del Padrón.

“Esta exposición intenta demostrarle, al cubano sobre todo, un poco del legado que existió aquí. El proyecto tiene varias etapas. Primero queremos dar el material visual suficiente para que la gente conozca lo que hubo, pero después vendrán cosas muy interesantes. Esto surge por la necesidad de llevar la tauromaquia no a lugares ajenos, sino a lugares que han olvidado esa parte de su historia que es el toreo”, afirma Erich.

 Erich Harrsch. Foto: Claudio Peláez Sordo.
Erich Harrsch. Foto: Claudio Peláez Sordo.

En Cuba se presentaron algunos de los famosos matadores del siglo XIX, como los españoles Guerrita o el muy recordado Luis Mazzantini.

El nombre de este último sirvió para acuñar la popular frase cubana de “Esto no lo hace ni Mazzantini el torero”. Además, durante su estancia en La Habana tuvo un romance con Sarah Bernhardt, la famosa actriz francesa.

De estas tierras salieron matadores renombrados como José Marrero Baéz, conocido como “Cheché de La Habana”, quien murió en México en 1909, víctima de una cornada. Incluso, Galguera recuerda escuchar sobre Cuba por boca de un torero cubano que conoció en su infancia.

Cuba Brava en la Casa de México. Foto: Claudio Peláez Sordo.
Cuba Brava en la Casa de México. Foto: Claudio Peláez Sordo.

“Nuestro equipo ahora es de 4 mexicanos y 100 cubanos. Nos pareció que nos iban a tachar de locos y los locos resultaron ser los de aquí, que se empezaron a involucrar y encontraron gran cantidad de información que el mundo conocerá”, dice Elrich.

Galguera pretende que se pueda editar un libro, “pero ya con la colaboración de historiadores y de gente vinculada al proyecto”.

Pero el deseo del matador no termina solamente ahí. Espera que algún día los toros regresen a las plazas cubanas, donde se mantuvieron en “dos siglos de toreo pródigo”.

“Queremos luchar para que algún día vuelva la fiesta taurina a Cuba. Si gustó toda la vida tiene que volver a gustar”, dice Galguera, quien se presentó en célebres lugares como la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

“El cubano es un poco como el mexicano. Tienen mucha afición por cosas como los gallos, el box y por el toreo. La idea es poder traerlo, no digo que en una cantidad exorbitante, pero sí para que la gente pueda ver de qué se trata el espectáculo en sí, y de toda la cultura y del arte que lo rodea,” afirma.

Por ahora, el recuerdo del toreo volvió a Cuba. Pero jugar con un toro hasta la muerte, en una plaza repleta que aplaude, por muchas razones, no parece una escena repetible en la Isla tantos años después.

Salir de la versión móvil