Cuba de vuelta a las aulas

Tras el retorno a las escuelas de los grados terminales del preuniversitario y las enseñanzas pedagógica, técnica y profesional, el resto de los estudiantes cubanos lo harán el próximo noviembre, gracias al avance de la vacunación anticovid.

Estudiantes asisten a clases presenciales en La Habana, tras el reinicio del curso escolar el pasado 4 de octubre para los años terminales del preuniversitario y la enseñanza pedagógica, técnica y profesional. Foto: Ernesto Mastrascusa / EFE.

Estudiantes asisten a clases presenciales en La Habana, tras el reinicio del curso escolar el pasado 4 de octubre para los años terminales del preuniversitario y la enseñanza pedagógica, técnica y profesional. Foto: Ernesto Mastrascusa / EFE.

El pasado 4 de octubre, Cuba comenzó la paulatina vuelta a las aulas. Ese día reiniciaron las clases de manera presencial, con un grupo de lógicas medidas sanitarias, los estudiantes de los grados terminales del preuniversitario (12⁰), la enseñanza técnica y profesional (3er año) y la enseñanza pedagógica (3er y 4to años), con vistas a culminar el accidentado período lectivo 2020-2021.

Ello ha sido posible gracias a la mejoría epidemiológica experimentada por la Isla en las últimas semanas ―luego de varios meses con un sostenido pico pandémico― y, sobre todo, por el avance de la vacunación anticovid, que se desarrolla en el país con el empleo mayoritario de inmunógenos nacionales. Este proceso, en marcha ya desde hace algunos meses, incluyó desde el pasado septiembre a los menores de edad ―entre los dos y los 18 años―, tras la realización de los necesarios ensayos clínicos en este grupo etario y el autorizo de la inmunización masiva por parte de la autoridad regulatoria.

Los estudiantes de mayor edad ya retornados a las escuelas fueron los primeros en comenzar a vacunarse y lo hicieron con Abdala, fármaco desarrollado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) que se administra con un esquema de tres dosis cada 14 días. De esta forma, a un mes de recibidas las primeras dosis, pudieron volver a las aulas luego de meses de clases televisivas, interrumpidas por las tradicionales vacaciones veraniegas, que esta vez no coincidieron con el cierre del curso.

Solo los alumnos de las provincias de Pinar del Río, Sancti Spíritus y Las Tunas, así como los del municipio camagüeyano de Santa Cruz del Sur, no comenzaron con el resto, una decisión que el Ministerio de Educación (MINED) tomó debido a la alta incidencia de la COVID-19 que presentaban esos territorios en los días previos al retorno de las actividades presenciales. Sin embargo, ya las primeras escuelas tuneras reabrieron sus puertas el pasado lunes y las de las demás provincias lo harán este 18 de octubre.

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En total, son más de 84.500 estudiantes los que ha regresado ya a las aulas, de ellos más de 41.000 de 12mo grado, que tienen en la mira su preparación para las pruebas de ingreso a la universidad y otras opciones para continuar sus estudios. No obstante, esta cifra apenas representa alrededor del 5 % de los más de 1.600.000 niños y adolescentes que estudian en las más de 10.000 instituciones educacionales de la Isla, cuyo grueso se reincorporará a las escuelas el mes próximo, según confirmó esta semana en conferencia de prensa la titular del sector, Ena Elsa Velázquez.

Así, para el próximo 8 de noviembre está previsto el retorno a sus centros escolares de los alumnos del 10mo y 11no grados del preuniversitario, sus equivalentes de las enseñanzas pedagógica, técnica y profesional, así como los de los tres años de secundaria básica y el 6to grado de la primaria, quienes están siendo inmunizados todavía contra la COVID-19 con dos dosis de Soberana 02 y una de Soberana Plus. Este esquema, a partir de vacunas creadas por el Instituto Finlay, se aplica con 28 días entre cada dosis.

Una semana después, el 15 de noviembre, reiniciarán las actividades presenciales los educandos de la primera infancia, incluido el preescolar, así como los alumnos de 1ro a 5to grado de la enseñanza primaria y especial, quienes también son inyectados por estos días con las vacunas Soberanas, por lo que deben esperar hasta el cierre del ciclo para poder regresar a las aulas.

Una vez comenzado el curso en las escuelas ―después de su reinicio televisivo en septiembre y meses de clases con esta modalidad a lo largo de 2021― y si no hay ningún retroceso en el escenario epidemiológico ―tal como esperan las autoridades cubanas ―, los estudiantes deben continuar el mismo hasta marzo del próximo año, cuando finalizará el actual período lectivo y empezará el siguiente, que debe extenderse hasta noviembre de 2022. Para ello, según la ministra, se han realizado las adecuaciones curriculares necesarias, enfatizando en los “contenidos esenciales” y en la preparación de los maestros para enfrentar este atípico proceso.

La excepción de este escenario es la provincia de Las Tunas, que, por haber podido mantener las clases presenciales en el primer semestre de este año, podrá iniciar el nuevo curso en noviembre. Otros territorios de provincias como Cienfuegos y Camagüey, que también lograron adelantarse en su momento, deben hacerlo en enero, de acuerdo con lo explicado por Velázquez días atrás en el programa televisivo Mesa Redonda. Pero estos no son la regla en el país.

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Los vacunados y los no vacunados también

Si bien la amplia vacunación anticovid ha sido el principal motivo para la reapertura de los centros escolares cubanos y ha permitido a Cuba incorporarse con muy halagüeñas previsiones al grupo de países que ya han dado luz verde a las clases presenciales, estar inmunizados contra la COVID-19 no es una condición obligatoria para los alumnos.

Así lo dejó claro la titular del MINED ante la prensa nacional y extranjera, si bien enfatizó en la importancia de la inmunización para preservar la salud de estudiantes y maestros, y en el papel de la familia en este particular.

“Al estudiante que no se vacunó, ya sea ser convaleciente de la COVID o por otro motivo de salud o situación personal, no le impedimos asistir al centro”, dijo Velázquez, quien señaló que el sistema educativo cubano está en estos momentos “en mejores condiciones que antes y aunque exista un grupo de alumnos que no se hayan vacunado, estos tienen menos riesgos de enfermar, porque la mayoría de sus compañeros ya están inmunizados, los maestros y otros trabajadores también, y, además, con el cumplimiento riguroso de las medidas higiénico-sanitarias (en las escuelas) se minimizan los riesgos”.

Junto a quienes no pudieron comenzar la vacunación o debieron interrumpir este proceso por contagiarse con el coronavirus ―y que podrían inyectarse cuando se autorice la inmunización de los convalecientes menores de edad, actualmente en estudio― o sufrir otro padecimiento, tampoco están vetados de las aulas aquellos estudiantes que no se vacunaron por decisión de sus familias, un fenómeno minoritario en la Isla ―donde, a diferencia de otras naciones, no existe un movimiento antivacunas―, pero del que sí “se han dado casos”, según reconoció la propia ministra.

“Es la familia la que decide si el niño se vacuna o no. Y se han dado casos (en los que la familia no ha querido), incluso algunos que están ya en nuestras instituciones en estos momentos. Son pocos, pero se han dado”, respondió Velázquez a una pregunta de OnCuba.

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“Para nosotros lo primero es darle los argumentos a la familia del por qué es importante que el niño se vacune, pero si, aun así, la familia decide no vacunarlo nosotros no le estamos prohibiendo que asista a la escuela. Es decir, el niño tiene la oportunidad de reanudar el curso de manera presencial y mantenerse en la escuela”, precisó la titular, quien ponderó que, a pesar de estos y otros casos de alumnos no inmunizados, Cuba está reiniciando las clases presenciales con la gran mayoría de sus estudiantes ya vacunados, lo que la coloca a la vanguardia mundial en este tema.

Según datos ofrecidos también esta semana por el ministro de Salud Pública, Dr. José Ángel Portal, el 92 % de los niños cubanos mayores de dos años ya había recibido al menos una dosis de un fármaco anticovid producido en la Isla, de un universo vacunable de 1.912.470 menores, y “en los próximos días un número importante de estos habrá completado su esquema de vacunación”. Ello, dijo, “representa una doble ventaja. La primera y más importante: protegerlos; la segunda, elevar la cobertura total de inmunización que garantiza la protección de un mayor número de personas”.

No obstante, en su intercambio con la prensa Ena Elsa Velázquez recordó que no basta con la vacunación para evitar los contagios y aseguró que en las escuelas existen condiciones para un “regreso seguro” de los estudiantes. Para ello, dijo, se han establecido “rigurosos” protocolos, elaborados de conjunto con expertos y autoridades sanitarias, los cuales contemplan medidas como el uso de mascarillas y pasos podálicos, desinfección de manos y superficies, mantener el distanciamiento físico y evitar las aglomeraciones, ya puestos en práctica con éxito en la anterior vuelta a las aulas durante la pandemia y también en los círculos infantiles que se han mantenido funcionando.

Además, comentó que en caso de detectarse casos de COVID-19 en los centros docentes, esos mismos protocolos prevén las acciones a seguir para evitar eventos de transmisión a gran escala, e insistió en la necesidad de que las familias respalden las acciones que en esta dirección se acometen en las instituciones educacionales para evitar contagios fuera del entorno escolar.

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“Los recursos esenciales”

Aun cuando resulta importante, para el reinicio presencial del período lectivo no basta con el regreso a las aulas de maestros y estudiantes. También se necesitan condiciones materiales que garanticen el buen desarrollo de las clases. En este sentido, la ministra cubana de Educación puntualizó que en el país se cuenta con los “recursos esenciales”, tales como libretas, lápices, cuadernos y libros de textos, y también equipos empleados en las actividades docentes como televisores y computadoras.

Velázquez reconoció que, debido a las dificultades económicas que atraviesa la Isla ―y arreciadas por la pandemia y el embargo de Estados Unidos― la producción de estos materiales no está “en los mismos niveles” de años anteriores, pero dijo que, a pesar de ello, se han garantizado las cantidades necesarias, en particular para la enseñanza primaria, y existen inventarios de textos empleados en cursos previos. También aseveró que, aprovechando la ausencia de los alumnos, se ha venido desarrollando un proceso de reparación de las escuelas que en La Habana alcanza a unos 200 centros.

Finalmente, la ministra se refirió a los uniformes escolares, un tema que ha generado controversia en los últimos tiempos, tanto por su disponibilidad como por el anuncio de un nuevo diseño ―que, a su vez, trae aparejado un aumento de precios―, el cual, según explicó Velázquez, debe comenzar a utilizarse en el próximo curso y no en el que ahora se reinicia de manera presencial.

La titular del MINED señaló que esos uniformes ―a los que consideró más funcionales que los todavía en uso, porque su diseño permitirá alargar su vida útil e implica también ventajas para la industria que los produce― se están confeccionando en estos momentos, un proceso para el que, dijo, el gobierno destinó más de 5 millones de dólares en función de adquirir la materia prima necesaria.

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En total, son más de 3 millones de piezas las que deben fabricarse, entre blusas, sayas, camisas y pantalones, y aunque su venta no se realizará en la mayor parte del país hasta el próximo año, en el caso de Las Tunas debe empezar a finales de octubre, debido a que, como ya apuntamos, esta provincia iniciará el curso 2021-2022 antes que el resto de la Isla.

En cuanto al período 2020-2021 todavía en marcha, la ministra explicó que, si a la vuelta a las aulas, los alumnos no pudiesen usar el uniforme que ahora poseen, por haber crecido en estos meses, podrán asistir a la escuela “vestidos correctamente”. Este es un criterio que, en la práctica, quedará sometido al juicio de maestros y directivos locales, quienes también tiene la posibilidad de adaptar las actividades escolares de acuerdo con el diagnóstico de los estudiantes realizado previamente, y de las necesidades y características de cada escuela y territorio.

En cualquier caso, la ministra afirmó que los uniformes resultan “una conquista a la que no debemos renunciar”, con lo que acalló rumores existentes sobre su presumible final y las críticas desprendidas de los mismos, que insistían en las brechas sociales que dejaría al descubierto la especulada eliminación. Por el contrario, previó un escenario de al menos dos años de coexistencia entre los uniformes con el actual diseño y el que se estrenará el próximo curso, con la intención de aprovechar “al máximo” las prendas todavía en buen estado.

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