Agricultura cubana: transformaciones que apremian

El sector agroalimentario cubano requiere de medidas osadas que reestructuren el funcionamiento de la gestión económico-productiva.

Foto: Fernando Medina (Archivo)

Resulta sumamente alentador el reconocimiento por parte de las autoridades cubanas de que la producción de alimentos constituye un aspecto sumamente estratégico para la economía, sin embargo, este reconocimiento, a pesar de ser tremendamente necesario, no es suficiente para lograr el éxito.

Para que sea suficiente se requiere la aplicación de nuevas medidas —profundas y osadas— que implican cambios estructurales significativos en el funcionamiento de la gestión económico-productiva del sector agroalimentario (agricultura-industria procesadora-agroindustria cañera). Estas medidas deben implicar la utilización de las potencialidades que existen, hasta ahora no utilizadas.

La incidencia y el recrudecimiento del bloqueo económico en los últimos cinco años dificulta, sin duda alguna, el desempeño adecuado de la economía cubana, pero también lo afecta la dilación en la implementación de nuevas medidas. 

En reiteradas ocasiones ha aflorado el monopolio de “Acopio” como problema crítico del sector de la comercialización. Sin duda se requiere ir hacia la diversidad de formas de comercialización; sin embargo, no puede perderse de vista que el problema no radica exclusivamente en este sector sino en la producción y su consecuente relación de continuidad con este (la comercialización) que es su eslabón más inmediato. Entiéndase por comercialización: mercado interno, productos frescos y procesados —industria procesadora—, ya sea mercado minorista, mayorista, exportación e inclusive la inserción en cadenas externas globales de valor.

En ocasiones se han registrado anormalidades en determinados espacios, donde se han aplicado otras formas de acopio y distribución, no acompañadas de un análisis profundo de las causas. Esto ha servido de pretexto para retornar a la centralización de la actividad y el hacer renacer, cual ave fénix, el monopolio de Acopio. 

Encadenamiento productivo

La cadena agroproductiva-comercializadora constituye un sistema complicado dentro de las complejidades de la economía cubana, y requiere, por tanto, ser tratado bajo las condiciones sistémicas en que tiene lugar; donde prime la diversidad de formas y el surgimiento de nuevas modalidades de comercialización como las cooperativas de 2do. grado, entre otras, evitando formas monopólicas.

El modelo de desarrollo económico-social cubano se ha caracterizado por la centralización en la gestión económico-productiva, en particular en la actividad agropecuaria, no obstante las alertas efectuadas y fundamentadas, a través de trabajos e investigaciones, por estudiosos y especialistas del tema agropecuario. A pesar de que durante años esas advertencias no encontraron eco alguno, los tiempos comienzan a cambiar y surgen oídos receptivos.

El proceso de transformaciones inicia en el territorio y reclama la participación de diversas variables, desde la producción (punto de partida determinante a lo largo del ciclo) y su interacción con el consumo, estimados de producción, cosecha, envase, transportación, almacenaje y conservación (frigorífico), mercado mayorista, industria de beneficio, y procesadora; hasta la distribución minorista (en productos frescos y beneficiados). En toda esa cadena, el productor se destaca como el elemento más importante y presente a lo largo del proceso. 

Además, la cadena agroproductiva-comercializadora suele trascender los marcos del propio territorio donde se origina la producción, es decir, tiene un efecto de derrame, o multiplicador, hacia otros territorios y sectores económico-sociales.

El modelo de gestión cubano urge de profundos cambios 

La economía cubana transita hoy por una compleja situación, la cual desde hace varias décadas ha estado caracterizada y limitada por la oferta, en particular en la producción de alimentos, con elevada dependencia de las importaciones de estos insumos, no obstante la existencia de amplias potencialidades productivas no utilizadas.  

En este escenario, hace falta, lo antes posible, un cambio del modelo de gestión económica centralizado vigente en el sector agropecuario cubano, el cual requiere ser sustituido por un modelo de gestión económico-productivo totalmente nuevo, que propicie la separación entre la gestión estatal y la empresarial. Un nuevo modelo que conduzca a la solución de los problemas fundamentales que gravitan sobre el buen desempeño de la producción nacional agropecuaria, donde el productor decida qué debe producir, cómo combinar los factores productivos, a quién vender lo producido, cómo conformar precio, que pueda acudir a un mercado de insumos y medios de producción para comprar los recursos y servicios necesarios en el momento oportuno y lograr el cierre exitoso del ciclo productivo, teniendo también presente los requerimientos sociales.

Al nuevo modelo le corresponde promover en la base la cooperación entre las diferentes formas productivas, y el desarrollo de las relaciones horizontales.

Por otro lado, las relaciones contractuales vigentes entre productores y el sector estatal centralizado no suelen ser las más efectivas y reclaman un detenido análisis, ya que el encargo estatal registra niveles demasiado elevados, dejando muy poco margen —a veces ninguno— de decisión a los productores con relación al destino de su producción. De este modo, se originan elevadas pérdidas en las cosechas1 y cadenas de impagos, desestimulando al productor y agravando la economía nacional.

Recientemente ha sido anunciada por la dirección del país la aceptación e instrumentación de una serie de medidas, encaminadas a la descentralización en la comercialización, sobre la base de la diversidad de vías y formas en dicha actividad, evitando las monopólicas. También se han tomado decisiones que favorecen al productor, donde se determina que una proporción de la producción obtenida sea destinada a la venta directa, tal es el caso de la carne bovina, la leche y sus derivados, a partir del cumplimiento de los indicadores del crecimiento de la masa ganadera y del encargo estatal. A la vez, la reducción de los precios de las tarifas eléctricas, del agua e insumos, forman parte de las medidas recién implementadas y encaminadas a favorecer a los productores agropecuarios para estimular el crecimiento en la producción de alimentos.

De igual forma, el incremento de los precios mayoristas de las producciones representa una vía de estímulo para los productores. Todo esto está encaminado al aumento de la oferta a la población de carne bovina, leche y sus derivados, con la posibilidad de venta directa por parte de los productores en el mercado libre.

Se considera que el reto está en lograr el punto de equilibrio entre el encargo estatal y el excedente del que el productor pueda disponer por producto, a partir del cumplimiento de los indicadores y con vista a lograr el estímulo necesario esperado por este.   

Otro elemento importante a considerar por parte del nuevo modelo de gestión es que, sin dejar de tener presente la protección social, debe contemplar el reconocimiento de la existencia real y objetiva del mercado en complementariedad con la planificación.

La aplicación del nuevo modelo de gestión implica considerar la orientación de las inversiones nacionales y foráneas, e insumos, hacia las formas productivas más eficientes y con mayor participación2 en la producción nacional de alimentos. Sobre este aspecto no se debe actuar de forma absoluta, sino bajo evaluación técnica, económica y social, para determinar la conveniencia o necesidad de orientar algunas inversiones e insumos hacia otras formas productivas menos eficientes, ante el interés nacional de mantener e incrementar determinadas producciones, y acudir al subsidio si resultara necesario.

Dentro de otras consideraciones y sugerencias económicas que le correspondería atender al nuevo modelo se encuentran propiciar y sugerir sistemas impositivos y crediticios atractivos. Lograr un seguro agrícola favorable para los productores, así como formas y mecanismos que estimulen a los inversionistas (nacionales y foráneos), propiciaría el incremento sostenido de la producción nacional de alimentos, así como la sustitución de importaciones y el aumento de las exportaciones.

El sistema agroalimentario cubano se ha caracterizado por elevados consumos de agroquímicos: fertilizantes, pesticidas, herbicidas y otros insumos propios de la “Revolución Verde” o la llamada agricultura industrial. Esto ha dado lugar a afectaciones a los suelos, la biodiversidad, el medio ambiente, ecosistemas y a la salud de las personas. Finalmente ha dejado establecida una cultura dependiente de las importaciones.   

Resultaría apropiado, bajo la concepción del nuevo modelo de gestión, contribuir a implementar la política agroecológica, recientemente aprobada, propiciando el desarrollo de una agricultura de este tipo, en busca de lograr una mayor soberanía alimentaria. Es necesario promover el otorgamiento de estímulos fiscales diferenciados a actividades y formas organizativas de producción innovadoras, que incentiven un manejo sostenible de la biodiversidad (bancos de conservación in situ de semillas y manejo de variedades, procesamiento y comercialización, sistemas de certificación local, artesanías, etc.) y la generación de oportunidades, medios y mejora de las condiciones de vida para la población rural, en particular mujeres y jóvenes. 

A la vez, resulta esencial apoyar formas de propiedad familiar en la agricultura que contribuyan a detener el actual éxodo del campesinado hacia las ciudades, así como consolidar la permanencia y el crecimiento de la población rural y el desarrollo de una agricultura sustentable. 

 

Notas:

1 Informes de la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO) y literatura consultada atribuyen que bajo esta forma centralizada y monopólica de la actividad de acopio estatal, las pérdidas promedio ascienden al 30 % y en determinadas producciones, suelen ser superiores, entre 25-50 %. (Puentes J., 2014 “La comercialización de productos agropecuarios”, MINAG).

2 CCS y Privado producen el 78,7% de la producción nacional de origen vegetal + CPA 3,3 % = 82 %

CCS y Privado producen 34,5 % de los cárnicos + CPA 1.1 % = 35,6 %, peso en pie

CCS y Privado producen 65,2 % de la leche + CPA 4,7 % = 69.9 %, peso en pie

CCS y privado producen 6.8 % de los huevos + CPA 2,6 % =  9.4 %, peso en pie

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