Construcción de viviendas en Cuba: estrategias sin resultado

Recientes estimaciones hablan de la necesidad de construir más de 800 mil nuevos inmuebles. Con los niveles actuales de producción de materiales la cifra parece inalcanzable en el corto plazo.

Foto: Kaloian.

Al cierre del primer semestre de 2024, las estadísticas oficiales de la construcción de viviendas en Cuba apuntaban, de nuevo, a que la estrategia gubernamental en este indicador de desarrollo humano no da resultado. La producción local de materiales de la construcción no garantiza —ni lo hará en el futuro a corto o mediano plazo— la satisfacción de añejas demandas del fondo habitacional.

Esas demandas están cifradas en casi un millón de nuevos inmuebles y en la reparación del resto de viviendas censadas como de regular y mal estado (unas 394 mil) hace más de una década. Estas metas que no han podido ser honradas en los últimos seis años, cuando se aprobó e implementó la Política de la Vivienda.

Así lo reconoció en julio Delilah Díaz, directora general de la Vivienda del Ministerio de la Construcción, durante su rendición de cuentas a la Comisión de Industria, Construcciones y Energía de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Díaz dijo que “los resultados no son los esperados” porque “falta atención al sensible programa”, según reportó Prensa Latina. 

En construcción no se puede hacer más con menos, y las llamadas industrias locales de materiales no pasan de ser pequeños enclaves para producir bloques de hormigón, molinos de piedra de poca capacidad, carpinterías venidas a menos y vetustas fábricas de mosaicos. Con esos pocos elementos no se levanta de cero una vivienda, menos en la coyuntura actual, en la que el cemento (la base en esta esfera) y el acero parecen estar fuera de la ecuación.

En los primeros seis meses del año los materiales producidos a partir de soluciones locales representaron apenas el 0,5 % del total, en contradicción con el espíritu que sostiene la citada Política, que prevé la obtención de casi 200 renglones entre insumos para pisos, techos, elementos de terminación, materias primas, etc. Pero Díaz reconoció en junio de 2023 que apenas “el 32 % de las capacidades existentes en los territorios está vinculada al programa de producción local de materiales”. 

Por eso en no pocas provincias, mientras las empresas subordinadas al MICONS producen y venden mármol, gravilla, bloques de hormigón o paneles prefabricados, las entidades adscritas a los gobiernos locales están conminadas a procesar piedra de potrero y desechos de la construcción, y más recientemente, arcilla.

El viceprimer ministro Ramiro Valdés lideró un recorrido por el país urgiendo a las administraciones territoriales a fabricar hornos para cocer ladrillos, rasillas y tejas. La indicación pretende recuperar la tradición en no pocos lugares que en el pasado tuvieron tejares y extenderla lo más cerca posible a las fuentes de arcilla para abaratar costos por concepto de extracción y transportación. En los próximos tres años, precisaba Granma en julio, deberán levantarse 7462 hornos eficientes con este fin. 

Los tiempos previstos para “detener el deterioro del fondo habitacional” —premisa de la Política y de la futura Ley de la Vivienda— siguen dilatándose, a pesar de iniciativas como la del argentino radicado en Cuba Juan Margrina, quien en febrero de este año explicaba en una feria comercial en Las Tunas las bondades de una fábrica de ladrillos a la vista, con capacidad para producir 60 mil unidades al mes. Según el inversionista, esos elementos de pared y techo (en bóveda) se pegan con cal y no necesitan repello, por lo que el ahorro de cemento es “absoluto”.

Sin embargo, mientras la alternativa de este tipo de materiales va tomando tintes de primera y única opción en el discurso oficial —aun cuando la Feria Internacional de la Construcción FECONS 2024 miró más hacia afuera que hacia adentro—, viejos fantasmas del pasado vuelven a rondar los procesos productivos y comerciales. En septiembre de 2021, en Villa Clara, 300 mil ladrillos dormitaban a la sombra de “desacuerdos de la población con el precio, así como la pobre gestión y coordinación entre los organismos implicados”. 

A inicios de 2024 los problemas de las fichas de costo, al parecer, siguen siendo los mismos, a juzgar por lo publicado por el periódico Invasor, de Ciego de Ávila. Allí permanecían almacenados 44 mil rasillas —que podrían impermeabilizar unos 1200 metros cuadrados de techos en edificios multifamiliares—, pero el precio de venta a la población las hacía “impagables”.  

Menos materiales, ¿menos construcciones?

La Habana. Foto: EFE/ Yander Zamora.

Leyendo entre escaques del informe Ventas de Bienes y Servicios Minoristas, editado y publicado en agosto por la ONEI, podrían establecerse una relación entre la cantidad de viviendas terminadas y los materiales de la construcción comercializados en el mercado interno en CUP. 

Mientras en 2023 se contaron como terminados 16 065 inmuebles, al concluir mayo de 2024, durante la reunión del Consejo de Ministros, los 3579 inmuebles listos parecieron todavía más deficitarios porque, en lugar de contraponer la cifra al plan del año, se comparó con “la necesidad de hogares para eliminar el déficit habitacional”; o sea, la estimación total. De ahí que la solución a solo el 0.8 % de esa necesidad sea tan apabullante.

En tanto, entre enero y junio de 2024 apenas se vendió el 77.3 % de lo vendido en igual etapa de 2023.

El dato “curioso” de las estadísticas relacionadas con la construcción de viviendas en Cuba es que la modalidad Por Esfuerzo Propio acapara más de la mitad de las ejecuciones anuales desde 2019, cuando se invirtió la dinámica y el Estado dejó de construir más que el sector privado. 

A una etapa anterior (2012-2017) corresponden, por ejemplo, “62 485 acciones constructivas con subsidios, lo cual benefició a 345 090 personas”, según el informe Vivienda, hábitat y desigualdades. Análisis interseccional del contexto cubano 2008-2018, publicado por FLACSO-Cuba en la Colección: Tensión y complicidad entre desigualdades y políticas sociales Análisis interseccional del contexto cubano 2008-2018.  

Pero el programa de subsidios, así como el de producción de materiales de la construcción, no vive sus mejores días. La directora general de la Vivienda, Delilah Díaz, reconoció ante el Parlamento que todos los indicadores muestran “un pésimo comportamiento”, y los peores consisten en “la terminación de las células básicas habitacionales y la atención a las madres con tres hijos o más, en circunstancias de vulnerabilidad”.

Al interior de las provincias, hay argumentos para intentar explicar los retrocesos, que se acumulan año tras año, ciclón tras ciclón, y, no obstante, han sido definidos por las máximas autoridades como “gran falta de compromiso”, cuando los números hablan de una contracción en todos los frentes, desde los recursos materiales hasta los humanos. 

Paradójicamente, mientras menos casas se construyen por la vía estatal y menos células básicas resuelven el problema primario de un techo para los más vulnerables, una parte del fondo habitacional cubano ha mejorado, mediante ampliaciones, nuevas construcciones y remodelaciones. ¿De dónde salen los materiales?

De acuerdo con Granma, René Mesa Villafaña, ministro de la Construcción, durante una reunión de gobernadores con el primer ministro Marrero en marzo de 2023, dijo que, “muchas veces, los números de lo que se produce de materiales de la construcción a nivel local no coinciden con los resultados de la terminación de más viviendas, o con las que están en inicio o desarrollo. Es importante que se controle el destino de esta producción en todas las provincias”. 

Anunciada para octubre de este año por el ministro Mesa Villafaña, la nueva Ley de la Vivienda no estará lista hasta 2025, según precisó Delilah Díaz, quien calificó de importante “una legislación que garantice los actuales derechos de los cubanos y promueva el crecimiento del sector”.

Esto último, el crecimiento del sector, podría descansar en decisiones anunciadas en la Comisión de trabajo Permanente del Parlamento, como la de crear una inmobiliaria para construir “edificios de bajo, medio y alto estándar, en virtud de una decisión del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros”.

Junto a la reconversión de inmuebles estatales en viviendas y las inversiones en marcha en las fábricas de cemento y acero, la construcción estatal y venta de casas llave en mano parece una estrategia más lógica y sostenible. La pregunta sigue siendo para cuándo.

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