Cuba: urgencias económicas actuales para un contexto post Covid-19

Confundir las fortalezas de la centralización y administración de crisis en el corto plazo con la validación de un apego continuado a prácticas que arrastran deudas seculares con el crecimiento y el desarrollo, nos condenará a un escenario de precariedad incrementada y continuará hipotecando nuestro futuro como nación.

Foto: Otmaro Rodríguez

La pandemia de la Covid-19 ha sumido al mundo en una creciente tragedia y conmoción. La pérdida de vidas, el temor, la ansiedad de los enfermos y recluidos; y después, el impacto en la economía, han sido los ingredientes. La caída de la producción y el empleo; la disminución de la oferta (en ocasiones, de bienes esenciales); la rápida trasmisión del shock a la demanda; la ruptura de cadenas globales de producción, entre otros elementos, se revelan como canales obvios e inesperados para la amplificación de una crisis que está llegando a todos.

Definitivamente, Cuba sentirá el impacto inmediato y combinado de la enfermedad y el shock económico negativo. Ocurrirán la disminución de la disponibilidad de divisas -desaparición del mercado turístico, dificultades en la toma de créditos por impagos a países y acreedores comerciales, probable disminución de remesas, disminución de exportaciones de algunos rubros- y la imposibilidad de sostener la habitual factura de bienes importados (de consumo con énfasis en alimentos e intermedios vitales para los procesos productivos).

Es de esperar una creciente paralización de la actividad económica, un progresivo deterioro de los ingresos de la población y del fisco, incrementos de la informalidad y la precarización laboral en estadios iniciales de recuperación y presiones inflacionarias en torno a bienes esenciales como los alimentos, los productos de higiene personal y de limpieza, entre otros.

La situación se ha visto agravada por la presencia del bloqueo estadounidense, que la actual administración ha marcado con su signo peculiar al añadir niveles de agresividad superiores en un intento por cortar los canales de acceso a la divisa -viajes, remesas, campañas contra la exportación de servicios médicos- y acceso a combustibles de Cuba.

En cualquier caso, la presencia del bloqueo siempre ha colocado a los hacedores de política cubanos en una situación sub-óptima: difícilmente alguna decisión en los ámbitos comerciales, crediticios, inversionistas, etc. podrá ser la mejor. No obstante, las distorsiones de nuestro modelo económico en los terrenos de la propiedad y la gestión, la falta de incentivos a la producción de riqueza, el diseño de políticas y las estructuras de mercado; condicionan que la economía cubana alcance niveles de eficiencia y producción por debajo de sus potenciales.

¿Sobre qué ámbitos pueden las autoridades cubanas ir accionando para mitigar los impactos de la crisis y superarla? Se trata, básicamente, de obtener ingresos, crecer cuantitativa y cualitativamente, y consolidar un proyecto que rebase la mera sobrevivencia.

Cambios en los componentes del modelo económico

Probablemente las medidas más audaces a tomar se encuentran en el plano del modelo económico o en las estructurales de corto plazo que terminan modificando el carácter de algunos de sus componentes. Este constituye un terreno a nivelar, pues el contenido actual e interrelación de estos componentes no resulta propicio para las dinámicas de crecimiento necesarias para el país.

En este sentido, una expansión del sector privado doméstico -que desde la apertura de 2010 probó capacidad de crecimiento basada en motores ajenos a la privatización, creciendo de unos 147 000 “cuentapropistas” a más de 620 000 en una etapa pre Covid-19- y de los “experimentos” de gerencia de activos estatales, fomentando dinámicas de integración público-privadas, podrían encauzar acciones de maximización de utilidades en la consecución de objetivos nacionales.

Como norma, será necesario que tanto en los ámbitos estatales como privados, se quebranten los arreglos monopólicos y oligopólicos y se dé paso a la creciente incorporación de proveedores y dinámicas de competencia.

Expansión del sector privado doméstico

La sustitución de la lista positiva que hoy autoriza unas 130 actividades en el sector privado cubano por una negativa, se encontraría en la línea de la continuidad gradual de las reformas comenzadas en 2010. En aquel entonces, la autorización de un grupo limitado de actividades (y de manera general, cualitativamente ingenuas) y la posibilidad de contratación de fuerza de trabajo, generaron, no obstante, un notable crecimiento del espacio privado doméstico.

Lo anterior ocurrió en un contexto de ausencia de estímulos crediticios (inicialmente, y luego limitados), exigencias fiscales desproporcionadas, inexistencia de un marco regulatorio para la creación de empresas mixtas con capital foráneo o público cubano, desconexión de los canales formales de comercio exterior y falta de acceso a mercados mayoristas. El espíritu emprendedor aprovechó activos, ahorros, inventiva, y logró incluso seducir flujos de capital foráneo informales que se han llegado a estimar en el 50% del monto de remesas que arriban al país.

Lo que sí necesitará el sector privado es una regulación inteligente que fomente la competencia, elimine el trato discriminatorio que sufre respecto al sector estatal y los inversionistas extranjeros, encauce su accionar a la generación de divisas (mediante inversiones y comercio) y lo articule junto al sector estatal en la satisfacción de la demanda y proyectos de interés nacional.

Hasta ahora, si bien no se atisban cambios radicales, hay elementos alentadores. En el período actual de contención de la pandemia, las actividades estatales y privadas se han restringido siguiendo criterios de preservación de la salud y no de forma de propiedad. El sector privado ha obtenido facilidades de oficio para obtener suspensiones temporales en sus operaciones que alivien la carga fiscal en contextos de disminución o paralización de la actividad.

La producción agropecuaria

En el ámbito alimentario, donde el sector no estatal se ha destacado por ser el más productivo en la mayoría de los rubros, estas urgencias se expresan de manera vehemente. Se deberán reorientar insumos y liquidez hacia aquellos que han demostrado capacidad de respuesta en términos de producción.

Es necesario garantizar niveles de productos que lleguen a la población mediante mecanismos normados, mientras que el resto transiten por canales eficientes (de cualquier propiedad o gestión) de acopio y distribución que garanticen su llegada al consumidor a precios que estimulen a los diferentes involucrados en la cadena de valor. Necesariamente, el Estado cubano deberá continuar erogando cuantiosos recursos para garantizar de inmediato la alimentación de los cubanos mediante importaciones, pero la recuperación del agro depende de romper con cuanta práctica haya lastrado su desempeño.

La disponibilidad de divisas

Para las autoridades cubanas ha llegado el momento de generar incentivos extraordinarios para el arribo de la Inversión Extranjera Directa (IED) y para dirigirla hacia prioridades de sobra identificadas. Será necesario que los funcionarios encargados de los procesos de negociación reciban estímulos materiales vinculados con el éxito en la captación de los flujos.

Las agencias intermediarias para la contratación de trabajadores locales deben desaparecer o ajustar sus exigencias leoninas, que en la práctica encarecen la fuerza de trabajo (los inversionistas pagan a la agencia, y también a los trabajadores, para mantenerlos eficientes). Al sector privado local se le debe autorizar a desarrollar iniciativas con el capital extranjero, en pequeña u otra escala, donde su aporte no necesariamente se mida en capital, sino en innovación y conocimiento del contexto cubano.

La determinación de incentivos para la utilización de las remesas en esfuerzos productivos, más que en el consumo, y mayores esfuerzos para el trueque de deuda (que hay que honrar) en participación inversionista, constituyen también otras opciones sobre la mesa para las autoridades.

Garantizar el crecimiento de una planta productiva eficiente, con capacidad de satisfacer la demanda doméstica y de exportar, debe ser una prioridad.

Frente a toda la evidente adversidad, la disponibilidad de mano de obra calificada, las ventajas para inversores que llegan primero a un mercado en ciernes, y la ubicación geográfica de Cuba y la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, se erigen como fortalezas en condiciones de redimensionamiento de las cadenas globales de producción.

El incremento de ingresos por exportaciones de bienes y servicios vinculados con la salud

En el actual contexto, las exportaciones de servicios médicos en diferentes modalidades, y la de equipamiento médico y productos biotecnológicos y farmacéuticos, se perfilan como opciones en expansión. Constituyen hoy notables fuentes de ingresos por exportaciones. Según cifras oficiales, las exportaciones de servicios relacionados con la salud tributaron casi 6 400 millones de USD en 2018, mientras que los productos biotecnológicos y farmacéuticos podrían estar sobre los 400 millones de USD.

Se han destinado brigadas médicas de emergencia a unas veinte naciones, reforzando la presencia que ya se tenía en sesenta países. Algunos reciben los servicios en variantes solidarias, pero un conjunto de ellos -incluidos algunos que se añaden recientemente, como Andorra-, probablemente constituirán nuevas fuentes de ingresos para Cuba. Ello tendrá un efecto demostrativo notable y constituye una diversificación de mercados, añadiéndose países de altos ingresos per cápita.

En el caso de los bienes, Cuba reporta también haber recibido crecientes solicitudes de productos biotecnológicos, incluido interferones de factura nacional que han ofrecido resultados promisorios al incluirse en los tratamientos experimentales a los enfermos de la Covid-19.

A lo anterior puede sumarse en el futuro una expansión del turismo médico. Si bien ello dependerá de una estrategia audaz por parte de Cuba que potencie a la Isla como destino en cuanto los viajes internacionales comiencen a recuperarse;, las ventajas en términos de precio, tratamientos únicos e imagen, son una realidad con la que se cuenta actualmente.

Repotenciar con mesura el sector turístico

Desde antes de la expansión de la pandemia un grupo de académicos ha cuestionado el creciente esfuerzo inversionista en el sector turístico. Ello se basa en la urgencia de recuperar otros sectores (como la industria y agricultura); el deterioro por falta de mantenimiento de parte de la planta en explotación; la contracción del mercado norteamericano, determinante inicial de la apuesta turística reciente y la holgura que revelan los niveles de ocupación alcanzados durante los últimos años. En 2019, las 74 211 habitaciones con que cuenta el sector turístico promediaron una ocupación anual del 48.2%, una de las más bajas en la historia del turismo moderno en Cuba.

Para las autoridades cubanas, el diálogo con las contrapartes de las inversiones en curso, en función de su nivel de ejecución, será una tarea inminente. Pero desde ya, la discontinuidad del esfuerzo inversionista en nuevos hoteles debe convertirse en una firme decisión.

Las autoridades cubanas deberán considerar más que nunca al sector privado doméstico como un aliado, poner a su disposición los canales de comercialización fundamentalmente reservados para el sector estatal o sus joint ventures con compañías extranjeras, y participar de manera conjunta en la generación de ingresos. La ampliación de las actividades disponibles para ejercer por los privados, es fundamental. De lo contrario, la informalidad predominará, elevando riesgos y menguando ingresos para todas las partes.

A modo de cierre

Debemos mencionar otros temas, entre ellos los financieros y monetarios. Al parecer, por el momento la tan discutida unificación monetaria ha pasado a otro plano de análisis por parte de las autoridades. Todo indica que aunque el CUC tenderá a desaparecer en un mediano plazo, la existencia de nuevas tiendas en MLC está mostrando que, al margen de que no se reconozca, estamos en presencia de una dolarización parcial, si bien no se utilice el efectivo en la transacción final.

Un tema necesario antes de pasar a la nueva Ley de Empresas de 2022, es dejar esclarecido el papel que deberá jugar la pequeña y mediana empresa privada cubana en el proyecto futuro. ¿Cómo evitar la descapitalización estatal de la industria ligera cubana, un imperativo nacional, para evitar importaciones innecesarias?

¿Estaría fuera de estos análisis saber si es o no conveniente tener un monopolio estatal del comercio exterior, a la vieja usanza nacional? ¿Deben existir monopolios en algunas actividades económicas, en ausencia de una competencia sana con beneficios para todos?

Una vez dejada atrás la epidemia, o lo más álgido de ella, los cubanos habremos sobrevivido. Esperemos que lamentando la menor cantidad de pérdida de vidas posible. Los vivos y los sanos entonces habrán de enfrentarse a la urgencia de sobrevivir.

Confundir las fortalezas de la centralización y administración de crisis en el corto plazo con la validación de un apego continuado a prácticas que arrastran deudas seculares con el crecimiento y el desarrollo, nos condenará a un escenario de precariedad incrementada y continuará hipotecando nuestro futuro como nación.

Puede ser distinto. Sobrevivir será un ejercicio arduo, pero más sano si ese esfuerzo excepcional se realiza en un contexto donde las opciones tienden a crecer y no a limitarse. Será un cambio bienvenido, continuador de la lógica de la reforma de 2010, portador de una visión de futuro en lo individual si se hilvana correctamente en lo colectivo.

Una versión más amplia de este texto puede encontrarse en Horizonte Cubano: https://horizontecubano.law.columbia.edu/content/cuba-urgencias-economicas-actuales-para-un-contexto-post-covid-19

¿Hacia una alianza estratégica público-privado en Cuba?

 

 

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