El Ordenamiento Monetario en Cuba y sus efectos

Analizando problemas viejos y nuevos.

Foto: BBC.

Las intervenciones de Marino Murillo, el ex jefe de la desaparecida Comisión de Implementación de los Lineamientos en la pasada sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, conlleva una reflexión. 

La Empresa Provincial de Comercio de La Habana tenía 572 millones de pesos en pérdidas y faltantes. En la Provincial de Gastronomía esas cifras llegaban a 839 millones de pesos, solo en La Habana. ¿No se debía pensar entonces que sería mejor desaparecer una parte considerable de esa gastronomía estatal?

Lo anterior no significa estar en contra de toda la propiedad estatal, pero esta debe ser rentable y no una especie de agujero negro que se traga todos los recursos de la sociedad; a menos que su objeto social la convierta en algo imprescindible y necesario. En tal caso, no debe importar que no sea rentable o que el presupuesto del Estado sea el que la sostenga, como es el caso, por ejemplo, de los comedores para personas vulnerables. 

Las empresas de gastronomía y comercio no suelen tener activos fijos muy valiosos cuya amortización pese mucho en sus resultados. Por regla general, no producen mercancías tan necesarias como para ser consideradas empresas estratégicas. Salvo las bodegas para repartir la muy exigua canasta básica o los comedores para personas de bajos ingresos, entre otros ejemplos puntuales, no hay explicación para el hecho de que la sociedad en su conjunto tenga que mantener empresas que no son rentables en estos sectores. Se conoce que a pesar de que muchas puedan estar en pérdida, sus trabajadores pueden desviar los recursos recibidos a bajos precios o con costos calculados bajo el tipo de cambio oficial de la moneda nacional, y así obtener beneficios privados.

El aumento de la inflación por encima de lo calculado no ha sido el único problema resultante del Ordenamiento Monetario en Cuba. En tiempos de la dualidad monetaria y cambiaria, un campesino no estaba estimulado a venderle al turismo productos del agro. Recibía 1 CUP por cada USD que le costara esa mercancía a la cadena hotelera, cuando después tenía que acudir a satisfacer muchas de sus necesidades en tiendas en CUC.

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Pero a la economía tampoco le era factible pagarle al campesino los productos con el tipo de cambio de 24 (pesos cubanos, CUP) a 1. Por ahí surgieron otros aprobados por el Ministerio de Economía y Planificación (MEP), de USD o CUC/CUP 10: 1 o 15: 1, de acuerdo con lo que se quisiera estimular, bien la venta de los campesinos a los hoteles o determinadas exportaciones.

Se suponía que el Ordenamiento Monetario resolvería estos problemas. La respuesta sería afirmativa en caso de que siguiera reflejando la realidad económica al cabo del tiempo. Ahora a ese campesino se le pagarán los productos con el tipo de cambio de 24 CUP a 1. Pero con esos pesos el campesino no podrá ir a las Casas de cambio (CADECA) a adquirir Moneda Libremente Convertible. Para satisfacer ciertas necesidades tendrá que comprar MLC al tipo de cambio del mercado no oficial. Con lo que quedaríamos en las mismas: ni el campesino estará estimulado a vender con el uso del tipo de cambio oficial de 24: 1, ni las cadenas hoteleras le podrán pagar sus productos a un tipo de cambio diferente al oficial.

No se descarta que haya que importar otra vez vegetales y frutas a los hoteles, esos que, como bien se sabe, podrían producirse en tierras cubanas. Pero podría pensarse que los hoteles o el sistema del turismo les podrían pagar a los campesinos directamente a sus cuentas en MLC sin que medie el CUP o les traspasen los Certificados de Liquidez (CL) para que puedan adquirir los insumos de importación que necesitan, pero que no existen en Cuba.

Recientemente se aprobó un incremento del precio de la compra de la leche a los campesinos, según sus calidades: aproximadamente 20 pesos por litro. Por el tipo de cambio oficial, esos 20 pesos representarían unos 0.83 centavos USD cuando se conoce que los campesinos en Europa suelen recibir 0.25- 0.30 EUR por litro.

Si la industria tiene que pagar 0.83 centavos por la materia prima, los productos lácteos finales saldrían muy caros. O estarían fuera de competencia. O la industria no sería rentable. 

Por otro lado, si al campesino le hubieran seguido pagando el precio de la leche aprobado a partir de enero de 2021 por el Ordenamiento Monetario, no le sería provechoso venderle leche al Estado.

Cualquier variante de solución traería desajustes económicos para alguna de las partes involucradas en esa relación. 

Con ese ejemplo queda claro que se estaría ante la misma problemática existente antes del Ordenamiento Monetario: la falta de estimulación a la exportación de productos y servicios y a la sustitución de importaciones.

Veamos otro caso para ilustrar lo sostenido hasta aquí. A las denominadas Formas de Gestión no estatales (FGNE) se les ha autorizado adquirir productos de importación, aunque deben comprar las mercancías en MLC mediante una empresa estatal con licencia de importación. Eso está muy bien, y está permitiendo que las FGNE despeguen y desplieguen sus potencialidades. Aunque, francamente, soy partidario de eliminar al intermediario estatal.

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Lo que no se entiende es que esas FGNE puedan obtener productos importados pero no mercancías producidas por las empresas cubanas, estatales o mixtas, directamente de los productores. ¿Cómo es posible que haya menos trabas para importar que para comprar la producción nacional? Por ejemplo, cervezas Cristal y Bucanero o refrescos Los Portales. ¿No estamos así estimulando la importación, y no la sustitución de importaciones?

Me imagino que la respuesta, una vez más, está vinculada a la moneda. Los productos importados por las FGNE pagan en MLC a las empresas de comercio exterior, pero se supone que por la producción nacional deben pagar en CUP, según el Ordenamiento.  

¿No es más fácil permitir a las FGNE que paguen en MLC la producción de la industria nacional y que, de ese modo, ayuden a revitalizar la industria? No tendrían que complicarse con extender la actividad de empresas mayoristas estatales. Y la población, ¿en qué moneda pagaría esos servicios? Hasta ahora en CUP a precios elevados porque incluye la tasa de cambio informal de MLC a CUP.

La Resolución 222/2021 del Banco Central de Cuba (BCC) del 6 de septiembre de 2021 menciona las formas en que las mypimes pueden recibir fondos en sus cuentas abiertas en MLC en bancos cubanos, pero no aclara para qué pueden ser utilizadas estas cuentas en MLC.

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Se ha llegado a considerar que las FGNE puedan “pagar desde una cuenta en el exterior los productos y materias que importen, y en plaza a la empresa de comercio exterior los servicios que correspondan” a esa importación. No se ha aclarado, no obstante, a quién pertenece esa cuenta en el exterior. Aparentemente, no debería ser una cuenta en el exterior de la propia FGNE porque no se ha normado la posibilidad de que mantengan cuentas fuera de Cuba. Y si el pago se realiza desde una cuenta en el exterior perteneciente a un tercero, es evidente que ese tercero, con ese acto, le ha brindado un financiamiento a la FGNE. Financiamiento que, al cabo del tiempo, hay que amortizar con una transferencia al exterior. La mencionada Resolución 222/2021 tampoco aclara si es posible realizarla.

Muchas de las fábricas nacionales —estatales o mixtas— no se encuentran produciendo a su capacidad total por falta de liquidez en divisas, aun cuando existe un mercado propio con suficiente liquidez en divisas, que satisface cada vez más sus necesidades con mercancías importadas.

Hay otro elemento que se ha analizado poco en la literatura económica cubana: la influencia diversa de los flujos de ayudas familiares del exterior en MLC. No hay dudas de que los flujos de dinero procedente del exterior (remesas económicas) son positivos para cualquier economía; pero también traen efectos indeseados; en el caso cubano: las diferencias sociales. Pero en el mundo entero las remesas también permiten otros efectos económicos que hay que manejar.

El canje a moneda nacional de grandes cantidades de esas divisas incorporadas a la economía local trae consigo una elevada inflación si ese incremento de la emisión de moneda nacional no va acompañado por un incremento significativo de productos y servicios.

Antes ese no era un problema. Al tener dos economías diferentes, gran parte de las divisas que llegaban a Cuba no se canjeaban a CUP. Primero en USD y después a través del CUC, las MLC se utilizaban en las tiendas en divisas, restaurantes, cafeterías, hoteles, gasolineras, telefonía, inversiones, etc. Solo se canjeaba a CUP la parte necesaria para pagar la electricidad, los productos del agro en los mercados de oferta y demanda y otros productos y servicios de menor valor. Una tercera parte permanecía en MLC, para atesorar o para viajar al  exterior. Con dos economías separadas —una en CUP y otra en USD o CUC— era más fácil controlar el efecto de los flujos externos en la inflación.

Algunos canjearon MLC a CUP para depositar en los bancos nacionales, porque los depósitos en CUP recibían unas tasas de rendimiento muy superiores a los depósitos en otras monedas. Pero el Ordenamiento Monetario y la ulterior devaluación de la moneda nacional les habrán hecho descubrir a todas esas personas que esa decisión económica no fue muy acertada.

En este momento son más los productos y servicios a pagar en CUP, como la telefonía móvil, los hoteles, los restaurantes, la gasolina y otros a altos precios no respaldados, necesariamente, por el salario. Pero en las tiendas de alimentos, y otras, solo es posible hacerlo en MLC.

Una mayor cantidad de CUP en circulación no encuentra suficientes productos y servicios en moneda nacional, alimentando la espiral inflacionaria y la devaluación del tipo de cambio del CUP en el mercado informal. Algo así como “no importa que las paladares y otros negocios me suban los precios si a la misma vez yo obtengo más CUP por la MLC que vendo en el mercado no oficial”. Por otra parte, “no importa que la MLC vaya subiendo de valor en el mercado informal si yo después lo reflejaré en los precios de los productos que comercializo”.

Muchos aspiran a que el incremento de los vuelos externos aumente la cantidad de divisas que llegan al país y así pueda bajar la cotización de la MLC en el tipo de cambio no formal. Pero también habrá más cubanos viajando al exterior con la necesidad contraria: adquirir MLC. Y cabe esperar que un mayor arribo de turistas extranjeros y de no residentes permanentes incremente la actividad de trabajo por cuenta propia y otras FGNE, con el paralelo aumento de las compras de MLC para mantener el funcionamiento de estos negocios no estatales.

Quedará por ver cuál de las tendencias tendrá más influencia en el tipo de cambio  MLC/CUP, aunque en cualquier caso es poco probable que en el mercado informal alcance el valor oficial de 24: 1.

En conclusión, el Ordenamiento Monetario en Cuba ha agudizado viejos problemas, pero también ha traído nuevos, entre ellos la hiperinflación de la economía. Ha quedado claro que el aumento de salario implementado a principios de año, lejos de aumentar la capacidad adquisitiva de un elevado porcentaje de trabajadores, ha logrado lo inverso.

¿Entonces, cuáles serán los nuevos incentivos para los trabajadores? ¿Seguiremos con la gastronomía estatal no rentable?

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