Emprendedoras denuncian daño a las familias cubanas

Foto: Alain L. Gutiérrez Almeida

Foto: Alain L. Gutiérrez Almeida

Se termina un año no tan bueno para Cuba comparado con 2016, que fue estridente y prometedor: estuvimos pegados en las listas de éxito. Por La Habana pasaron Francisco y Kiril, Rolling Stones, Chanel, Fast and Furious, Madonna, el mismísimo Obama y una legión nunca antes vista de turistas estadounidenses que ayudaron a abarrotar hoteles, casas de alquiler privado, restaurantes, e hicieron renacer flotillas de pintiparados carros de los 50.
Entre 2015 y 2016 más de medio millón de personas, trabajadores privados, más sus familias, fueron los inmediatos beneficiarios de un movimiento inusual de divisas llegando a sus bolsillos de manera directa y en espiral: el arrendador que se estrenó en Airbnb y estuvo lleno en todas las temporadas; el taxista al que le sobraron vueltas por La Habana o viajes a Varadero y Trinidad; el gastronómico que multiplicó panes y peces con la ayuda del campesino que los cosechó, o del “viajante” –no legal– que trajo los suministros de Ecuador, Panamá, Rusia o México; el peluquero, el fotógrafo, el informático que programó una APP; el gestor de fiestas que casó a Usher y el que le celebró los 15 años a las niñas del barrio; los traductores, productores, camarógrafos, bailarines, actores, diseñadores, que facilitaron el estreno de vídeo clips, películas, documentales y reportes sobre Cuba en tantos noticieros, en tantas cadenas de televisión internacional, durante ese 2016 inolvidable.

Muchos salieron ganando aun cuando faltó orden, transparencia, más legalidad y sobre todo “buena cara” de las autoridades cubanas, no ya para permitir, sino también para fomentar esta fiesta.
Pero 2017, en cambio, ha sido muy diferente. Las grandes celebrities se quedaron en casa. El 16 de junio el presidente Trump y su consiglieri de origen cubano, el senador Marco Rubio, aguijonearon una vez más a Liborio. Sus nuevas medidas, que ya han entrado en vigor, combinadas con una saga aventurera sobre “ataques sónicos” que nadie ha demostrado, congelaron a todo el mundo en la fotografía.
En la segunda mitad del año ha sido todo bastante difícil.
Minimizada su embajada, suspendido el otorgamiento de visas en La Habana, puesta a circular una advertencia sobre Cuba para desestimular los viajes de norteamericanos a la Isla, el gobierno de Estados Unidos está volviendo a “jugar al duro” contra los cubanos. Un cóctel Molotov que ha dejado en ascuas a muchos.
Para seguir salpicando el panorama, el 1ro de agosto el gobierno cubano le ponía candado a ciertas actividades de trabajo privado y sin nuevo aviso prometía un “perfeccionamiento” que todavía no ha llegado. Fueron afectados cientos, tal vez miles o decenas de miles de cubanos. ¿Quién no conoce a una familia que tenía todo listo para comenzar a alquilar en La Habana, por ejemplo, y se quedó en el aire, sin dinero y con ganas de comer también del pastel en un país que va a recibir este año más de 4,5 millones de visitantes?

Y las desgracias vienen juntas, como se sabe. La noche del 10 de septiembre el huracán Irma, categoría 4, le rasuró el espinazo a la Isla casi completa. Más pobreza que antes; muchos cubanos quedaron sin casas, sin pertenencias y con pocas esperanzas.
Entre septiembre y diciembre el ámbito de la economía privada en Cuba, en la mayoría de las actividades, ha dado señales de entrar en una suerte de recesión. A muchos les va mal, o al menos no les va tan bien como cuando la normalización entre Estados Unidos y Cuba era un horizonte posible.
De todo esto habla una nueva comunicación que mujeres emprendedoras cubanas han dirigido a la opinión pública y a los operadores políticos del sur de la Florida y de Washington. Lo dicen directamente: “las nuevas restricciones a los viajes están aplastando al sector privado.”

Como dueñas de negocios y jefes de nuestras casas, estamos tristes por el giro de los acontecimientos que están causando sufrimiento a tantos de nuestros amigos, familiares y colegas. Estamos cansados ​​de escuchar sobre “apoyo para el pueblo cubano”, mientras que esas mismas políticas sacan dinero de nuestros bolsillos y comida de nuestras mesas, y nos separan de nuestras familias.
Las nuevas restricciones a los viajes están aplastando al sector privado. Los límites en los viajes individuales y las llamadas para una aplicación más estricta han confundido y asustado a los visitantes de EE.UU., Muchos de los cuales eligen ir a otro lado o cancelar sus planes de viaje a Cuba. Como una forma de patearnos mientras estamos deprimidos, una advertencia de viaje injusta del Departamento de Estado y el cierre parcial de la Embajada de los EE.UU. En La Habana han afectado aún más los viajes de los EE.UU. Y perjudicado a nuestros negocios.
El cierre de los servicios consulares está dividiendo a las familias, haciendo que la reunificación y las visitas familiares sean casi imposibles. Cientos de miles de familias cubanas están sufriendo, sin saber cuándo se reencontrarán con sus seres queridos. También hace que sea imposible que los empresarios participen en talleres y programas de capacitación, grupos culturales para recorrer a los estudiantes estadounidenses y cubanos para obtener visas para estudiar en los Estados Unidos. La advertencia de viaje que acompaña, que está completamente injustificada, está asustando a los visitantes estadounidenses.
En conjunto, la advertencia de viaje y las nuevas restricciones han tenido un impacto claro: los restaurantes están vacíos, las tasas de ocupación han disminuido, los eventos se cancelan y los guías independientes y los taxistas y otros deambulan por las calles en busca de trabajo. Muchos de nosotros ahora debemos decidir a cuál de nuestros trabajadores despedirá.
Desafortunadamente, a pesar de la retórica de la política de EE.UU. Sobre el apoyo al pueblo cubano y el apoyo al sector privado, nuestra realidad no se toma en cuenta y nuestros deseos y esperanzas caen en saco roto. El año pasado, fuimos a Washington DC, para que los legisladores escuchen nuestras voces y analicen cómo una política más abierta de comercio y viajes ayuda a las empresas privadas de Cuba. Las 100 empresas privadas más importantes del país enviaron una carta al presidente Trump para presentar el caso, creyendo que sería una persona de negocios que él entendería. Un grupo de nosotros, mujeres empresarias cubanas se acercaron a Ivanka Trump, asistente del presidente, con la esperanza de que entendiera la importancia de empoderar a las mujeres que son líderes empresariales en la isla. Nuestras cartas y solicitudes de reuniones a la administración no recibieron respuesta, una y otra vez.

Marco Rubio, escúchanos

Así parecen decirle estas mujeres al senador que el 16 de junio aseguró que “más que nada, este cambio empodera al pueblo de Cuba”.

Repetidamente hemos solicitado reuniones con Rubio y su equipo para compartir nuestro conocimiento y experiencias de primera mano como empresarios y líderes comunitarios en Cuba. Desafortunadamente, al igual que los funcionarios de la administración, ha ignorado nuestras solicitudes para reunirse.
La negativa de los legisladores a reunirse con nosotros y, lo que es más importante, tomar en cuenta nuestras aspiraciones y medios de vida, es un símbolo de décadas de políticas estadounidenses que apuntan a castigar al pueblo cubano por la desaprobación del gobierno cubano. No solo esta forma de pensar y actuar es ineficaz y contraproducente, sino que es cruel y causa sufrimiento real a las personas a las que supuestamente intentan ayudar.
Hacemos un llamado a Rubio para que deje de tratar de dividir y separar nuestros dos países. Dejen de impulsar medidas que perjudiquen a familias, empresarios y cubanos promedio. También solicitamos al Departamento de Estado que levante de inmediato la advertencia de viaje injustificada y politizada, reabra completamente las embajadas y deje en claro que las nuevas y confusas regulaciones permiten viajes individuales.

Estas mujeres denuncian que ni la retórica, ni señalar con el dedo, ni incrementar las restricciones son el tipo de “apoyo” que el pueblo cubano quiere y necesita.
“Lo que queremos son embajadas en pleno funcionamiento y libertad de viaje para estadounidenses y cubanos por igual. Podemos encargarnos del resto.”

 Niuris Higueras, dueña del restaurante Atelier; Marla Recio, propietaria de Havana Reverie, gestora de eventos; Julia de la Rosa, co-dueña de De la Rosa de Ortega B&B; Yamina Vicente, propietaria de DeCorazón, una empresa decoradora. Fotos: Miami Herald.
Niuris Higueras, dueña del restaurante Atelier; Marla Recio, propietaria de Havana Reverie, gestora de eventos; Julia de la Rosa, co-dueña de De la Rosa de Ortega B&B; Yamina Vicente, propietaria de DeCorazón, una empresa decoradora. Foto: Gabriel Guerra Bianchini.

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