La actual coyuntura monetaria y sus implicaciones

La existencia de más de una moneda en Cuba es un factor importante a tener en cuenta en la implementación de la estrategia económica recién aprobada por el gobierno cubano.

Foto: Claudio Peláez

En textos anteriores he expresado y ahora con mayor evidencia, que un CUC es simplemente un billete de 24 CUP, directamente transables entre ellos, por lo tanto, en ese sentido la dualidad montería es solo formal. 

Lo nuevo y complicado es que ya el CUC parece no ser convertible (o sea, le sobraría la última C) y por tanto podría ser eliminado fácilmente, ya es como el “apéndice”, o sea sirvió para algo, pero ya no tiene una función necesaria.

El tema ahora no es el signo monetario sino la tasa de cambio entre el CUP y el dólar (o entre el CUC y el dólar haciendo el ajuste, da lo mismo, pues este último es en la práctica un billete de 24 CUP —salvo que se cambie su valor si así se decidiera para eliminarlo y cambiarle a una nueva tasa a aquellos ciudadanos que tenga ahorros en CUC—, pero en este momento el CUC es, insisto, un simple billete de 24 CUP).

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Ahora bien, por una parte, para la población y ya sin el gravamen, la tasa de cambio es de 24 CUP por un dólar o 1 CUC por un dólar, pero esto solo en términos contables y de operaciones en una sola dirección, o sea, vender dólares al sistema monetario, no comprarlos, puesto que como he explicado ni el CUP ni el CUC son en este momento directamente convertibles en ninguna operación. En la práctica esta tasa solo opera ahora como medida de valor, para vender dólares (en una sola dirección) y como un referente para el mercado negro de divisas que muy probablemente se va a activar con más especulación aún, entiendo por lo dicho que no se venderán dólares en las CADECA, ni la población que los tenga los usará directamente, sino a través de depósitos en el banco y con tarjetas, lo cual además habrá que ver cómo funciona en la práctica: servicios bancarios, redes electrónicas, post operativos, etc.

Por otra parte, para el sistema empresarial la tasa de cambio oficial sigue siendo hasta el momento, 1 CUP por 1 USD, este es el punto más complejo para la reforma monetaria y cambiaria, o sea la necesaria devaluación del CUP para las operaciones empresariales del sector estatal que son obviamente las más importantes de la economía nacional. La tasa de cambio que se establezca con un cálculo económicamente fundamentado moverá de manera fuerte todo el sistema económico, incluyendo los precios relativos, salarios, subsidios, etc, por eso la decisión es muy complicada, pero también imprescindible. Por ejemplo, sin ese factor cualquier “exhortación” a una “mentalidad exportadora” es muy débil, porque solo apela a la conducta subjetiva de los agentes económicos, cuando las condiciones objetivas de la economía (tasa de cambio oficial) incentiva lo contrario.

Claro que además de esa tasa de cambio sobrevaluada existente ahora, las empresas necesitan que se le asignen las divisas para operar, lo cual es una decisión administrativa motivada, sobre todo en estos momentos, por la escasez de divisas.

Volviendo a la complejidad del tema para la población —incluyendo el trabajo por cuenta propia (TCP)—, el punto es: qué oferta en bienes y servicio tendrán el CUP y el CUC, que se supone que en la práctica será la misma porque son monedas libremente intercambiables entre ellas, esto es central porque si es una oferta reducida, solo para artículos de primera necesidad y de menor calidad, entonces podría ser un fuerte desincentivo para el sector no estatal, lo cual pudiera implicar una reducción en su capacidad de generar empleo. Esto sería muy delicado sobre todo en un momento en que esa función es cada vez más necesaria debido a que si se descentralizan las funciones empresariales en el sector estatal (como se ha dicho y como es correcto) entonces el sobrante de fuerza de trabajo supernumeraria allí va a dar lugar a una reducción del empleo estatal como una condición (no la única) para una mayor eficiencia.

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En textos anteriores de hace más de dos años, habíamos propuesto mantener la oferta al CUC como estaba y crear en las zonas francas una oferta directa solo en divisas para vender de manera competitiva lo que los importadores informales traían y que implica una salida permanente y enorme de divisas del país, el estado haría esas importaciones en mejores condiciones, ofrecería precios más competitivos y además retendría una ganancia comercial no despreciable en un mercado limitado que se autofinanciaría y que, además, sería una vía para la población que dispone de divisas o que puede obtenerlas, de accesar a bienes escasos, incluidos —y esto es muy importante— medios de producción, sobre todo (pero no solo) para la agricultura.

Eso permitía además la convertibilidad de las monedas nacionales a la tasa que la política monetaria calculara como adecuada para estimular la exportación y desincentivar las importaciones —aclaro que eso no implicaría la eliminación de los importadores informales, pero los somete a condiciones de competencia diferentes, lo cual reduce sus “súper ganancias”, favorece a la población, incluidos los productores no estatales y también favorecería al estado. 

La tremenda escasez de divisas que existe ahora condiciona limitar —casi eliminar por el momento— cualquier convertibilidad de las monedas nacionales, lo cual es comprensible, pero genera los no menores problemas que traté de explicar.

Hay que tener en cuenta que una parte del actual TCP se articula en gran medida alrededor del turismo (restaurantes, renta de habitaciones, transportes, artesanías, etc) y con la pandemia esta demanda ha caído casi a cero por varios meses y no está claro cómo y a qué ritmos se reactivará, por lo que todo ese sector que genera una cantidad importante de empleos, no tendría acceso directo a divisas —en caso de que en las actuales circunstancias les permitieran obtenerlas directamente por su actividad— ni podrían conseguirlas a través de CADECA, por lo cual se le cerraría el acceso al mercado que tendrá la mejor oferta, antes podían tener cierto acceso de manera indirecta, ya no y esto puede impactarlo reduciendo su actividad y como he dicho su capacidad de generar empleo. Todo esto tendrá más importancia y mayores consecuencias aún si las condiciones de los mercados monetarios no cambian cuando estén creadas y en funcionamiento las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES). 

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Paralelamente a esto se presenta un riesgo inflacionario que habría que poner bajo control con medidas fundamentalmente económicas no administrativas. Quiérase o no siempre se está en una tensión con el mercado negro, que aunque es ilegal es parte de la dinámica económica y muy difícil de eliminar solo reprimiéndolo, esto lo ha demostrado con fuerza y persistencia la evidencia histórica. 

Lo que expreso no es para nada una crítica a la reforma que se ha comenzado, que considero va en la dirección correcta y ha incluido medidas de gran trascendencia que le han devuelto la iniciativa al gobierno en el principal desafío que tiene hoy, o sea, reactivar la economía con una reforma fundamental e integral.

La pretensión de esta reflexión es acompañar y contribuir a un debate necesario y comprometido, para continuar el avance de la estrategia económica buscando las soluciones más adecuadas para superar las inevitables y muy complejas contradicciones y condicionantes que se le presentan a una economía y a un país sometido a un férreo bloqueo económico, pero que se ha decidido a resistir y a avanzar contra viento y marea. 

 

 
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