Campos de golf: ecología y negocios en la encrucijada

A inicios de 2014 se hizo pública la creación de una empresa mixta, asociada al desarrollo de inmobiliarias, entre el grupo extrahotelero cubano Palmares y la compañía británica Esencia Hotels and Resorts, para el proyecto The Carbonera Golf and Country Club. Una inversión valorada en 350 millones de dólares, emplazada en las proximidades de Varadero ─donde ya existe el único campo de golf de 18 hoyos en Cuba─, y concebida, además, con dos mil unidades inmobiliarias, un centro comercial y un hotel de lujo.

El proyecto había sido largamente acariciado. En mayo de 2013, Andrew McDonald, consejero delegado de Esencia dijo que durante siete años trabajaron en función de ese objetivo, “paso a paso”. Sin embargo, todo parece indicar que será la inmobiliaria inglesa London & Regional la encargada de desarrollarlo.

Según confirmó a Reuters hace unos días Ian Linvingstone, copresidente ejecutivo de London & Regional, “la construcción comenzaría en el primer trimestre de 2016, en conjunto con una empresa de construcción internacional.”

Valorado en unos 500 millones de dólares, y de acuerdo con la fuente de Reuters, “los planes de construcción incluyen un campo de 18 hoyos, un puerto deportivo, un hotel de lujo de 100 habitaciones y más de 1.000 casas y departamentos frente a la playa de propiedad privada.”

En mayo de 2015, durante la 35 Feria Internacional de Turismo, que se celebró en el destino Jardines del Rey, quedó todo dispuesto para la segunda empresa mixta, esta vez con China. La empresa Beijing Enterprise Group, con Palmares S.A., invertirá en la zona de Bellomonte, al Este de La Habana.

Antes, en septiembre de 2014, las autoridades de la industria del turismo en la Isla habían comentado a la prensa que también se avanzaba en la preparación técnica de otros dos proyectos: uno ubicado en la zona de El Salado, al oeste de la capital, y uno en Punta Colorada, en Pinar del Río, ambos propuestos a negociarse con empresas españolas, una de ellas el grupo La Playa Golf & Resorts S.L., cuyo director ejecutivo, Roger Jordana, anunció que el  complejo llevará el nombre de Guanahacabibes Golf & Marina Resort.

Esta mirada directa al turismo de lujo que generan los campos de golf se inserta entre las prioridades y estrategias de desarrollo del sector en Cuba, impulsadas, fundamentalmente, por la Ley de Inversión Extranjera, aprobada en 2014.

La hora del golf

No obstante, podría parecer que la Isla llega tarde a competir en un mercado altamente especializado y con exponentes bien establecidos en la preferencia de los aficionados a este deporte, que, por ejemplo, ubican en Estados Unidos siete de los 10 mejores campos de golf del mundo, y en República Dominicana y México, una fuerte competencia.

Por otra parte, algunos consideran que no corren los mejores tiempos para el juego.  Reportes recientes fechados en España hablan de campos convertidos en “pesadilla de promotores y bancos”, porque no logran ser rentables. Mientras que en la revista estadounidense Golf Inc., la articulista Rebecca Larsen refiere una crisis que excede lo puramente económico. Ella apunta a algunas reglas que deben cambiar: se trata de hacer del golf un juego más ágil y rápido (en lugar de 18 hoyos, competir en nueve), divertido y accesible a mayor cantidad de público (abrir puertas a los no miembros e incluir a las mujeres), partiendo de la idea de que los hábitos de consumo han cambiado bajo el influjo de las sociedades desarrolladas.

De ahí que la aspiración de construir una docena de  campos de golf a lo largo del país en los próximos 15 años active las alarmas de muchos. Sin embargo, las preocupaciones más frecuentes tienen como foco el impacto ambiental, toda vez que este tipo de infraestructura requiere grandes volúmenes de agua para su mantenimiento y no parece que la Isla pueda sostenerlos.

Las autoridades del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos han explicado que el origen de los recursos hídricos en Cuba son las precipitaciones anuales, con un comportamiento medio de 1335 mm, cifra evaluada de poca.

Por ello, la ausencia de eventos meteorológicos con altos volúmenes de lluvia asociados en 2014 y en lo que va de la actual temporada ciclónica, tienen al país en medio de una sequía prolongada y una situación hidrológica seria, con solo el 36 por ciento de llenado en los embalses, al cierre de mayo último, y el 75 por ciento del territorio nacional afectado.

¿A qué costos?

Poco se conoce sobre las especificidades de estos proyectos. Apenas si trasciende a la prensa la información sobre la firma de las negociaciones y tampoco están accesibles los datos técnicos del campo de Varadero, único en el país, que podrían utilizarse como referencia.

No obstante, OnCuba tuvo acceso a un estudio de impacto ambiental realizado por el Centro de Investigaciones de Ecosistemas Costeros, en Ciego de Ávila, a propósito del campo de golf de 18 hoyos Palma Real, que se previó construir en Cayo Coco, en 2002, como resultado de un Plan de Desarrollo Turístico en Cuba que introdujo, por primera vez, los campos de golf en cinco áreas del país.

Esta inversión fue encargada al grupo RUMBOS S.A. (hoy Palmares), pero nunca se concretó. A pesar de que han pasado más de 10 años, algunas variables podrían ser aplicadas a las nuevas circunstancias, en tanto no estén disponibles otros elementos.

La investigación concluyó que los beneficios generados por la instalación serían superiores a los perjuicios, ya que valorizaría el destino, dotándolo de una opción extrahotelera relevante a nivel internacional, capaz de atraer a un turismo de alta gama. El estudio de factibilidad estimó ingresos superiores al millón de dólares como promedio en los primeros cinco años de explotación.

El documento también calculó en 2595 metros cúbicos de agua por día las necesidades de riego de las áreas siempre verdes (greens y tees), características del golf. Según se lee, habría que regar ochos horas diarias con agua tratada, a la que se le adicionarían sustancias químicas ─fenoles, arsénico, aluminio, cadmio, cianuro, cobre, cromo, plomo, mercurio, zinc, sulfuros y sustancias activas al azul de metileno─ que demandaría sistemas eficientes de tratamiento de residuales. En teoría, el líquido sería de reúso, resultado del consumo de las instalaciones hoteleras aledañas, lo que implicaría, además, la adquisición de tecnología para recuperar toda esa agua.

Asimismo, se analizaron otros impactos relacionados con la contaminación del aire, del agua subterránea y por ruido, la compactación y degradación de los suelos, modificación del paisaje natural y cambios en la forma del relieve y la vegetación.

Los especialistas a cargo del estudio alertaron del alto valor contaminante del césped cortado, indicando que no debía verterse en áreas de hábitats naturales ni permitirse que entrara en contacto con sistemas acuáticos.

El desafío para Cuba se plantea porque se trata de dinamizar la maltrecha economía doméstica, sin agredir el entorno que le ha garantizado hasta ahora, los principales atractivos como destino turístico.

Muchos observadores insisten en que construir campos de golf e inmobiliarias asociadas a este sector tiene pros y contras que deberán ser calculados milimétricamente en función del enunciado desarrollo sostenible que se persigue y de no poner a competir a ciudadanos y empresas por los recursos naturales. Podría ser una competencia desleal.

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