Cubanos en hoteles, de plaga a salvavidas

Familias y vecinos juntan ahorros para hacer “turismo nacional” / Foto: J.J Nieves.

Familias y vecinos juntan ahorros para hacer “turismo nacional” / Foto: J.J Nieves.

La irrupción del cliente cubano como fuente de ingresos en la industria turística del archipiélago es un hecho cada vez más normal luego de la apertura a ese mercado decidida por el gobierno en 2008.

Los números, aunque no están disponibles con total especificidad, muestran sostenidos crecimientos pues si en 2013 la cifra de huéspedes creció en 8 por ciento con respecto al 2012, ya en el primer cuatrimestre del 2014 el volumen era de 28 por ciento comparado con igual período del año precedente.

La expresión concreta de esos dígitos son los miles de cubanos que pueden permitirse el gasto, “principalmente cuentapropistas y colaboradores en el extranjero; aunque hay de todo”, comenta la vendedora Yana González Korucienko, de la agencia Cubanacán, en la ciudad de Cienfuegos, quien recuerda cómo de un catálogo de apenas una hoja, con las ofertas iniciales concebidas en 2009, pasó a vender reservaciones en más de 100 hoteles de 24 cadenas.

Frente a ella hojean el “libro” María de los Ángeles y Rafael, propietarios de un hostal y que repiten este año, luego de una primera visita a los hoteles nada más fue suprimida la prohibición para los nacionales de alojarse en ellos. “Vamos esta vez porque la niña cumplió 15 años y se lo habíamos prometido”, comentan.

María de los Ángeles y Rafael estudian las opciones que mejor le alcancen a sus bolsillos / Foto: J.J Nieves.
María de los Ángeles y Rafael estudian las opciones que mejor le alcancen a sus bolsillos / Foto: J.J Nieves.

Muy cerca de la agencia radica el punto de salida de gran parte de las excursiones disponibles todo el año. Dos ómnibus Transtur esperan por los viajeros que conducirán hacia la cayería norte de Villa Clara, entre ellos dos familias vecinas que juntaron recursos para descubrir los “todo incluido”. “Están calientes los precios y cuesta mucho reunir el dinero”, aprecia Orosmay, uno de los organizadores del viaje, que no da más detalles sobre cómo finalmente lo reunieron.

En la acera aguardan también Adrián y Samira, dos jóvenes recién casados que pasarán su luna de miel en Cayo Santamaría. “No hicimos fiesta porque escogimos usar un regalo que nos hicieron para disfrutar del hotel. Si no es así nunca vamos, porque yo bancaria y él ingeniero jamás hubiésemos podido costearnos la reservación con nuestro salario”, confiesa Samira.

Turistas con prejuicios

Los largos años de prohibición y las ideas de igualitarismo promulgadas por el modelo de socialismo cubano, dejaron sus huellas en la relación de la opinión pública con la práctica de turismo de mayor costo en Cuba, como nos confirmaron las ojerizas que pusieron algunos entrevistados para contar su experiencia. Es, sobre todo, un asunto de embarazo, casi de vergüenza, por poder acceder a un recurso al que la mayoría de la población no puede llegar.

“Cuando quitaron la prohibición fue algo positivo, hasta elevó la autoestima de los cubanos; pero como todavía los precios son prohibitivos para la mayoría nos cohibimos de comentar públicamente que nos vamos de vacaciones a los cayos, porque todavía nos miran como preguntándose: ¿y estos de dónde sacaron el dinero?”, explica María de los Ángeles.

Los prejuicios también se replican en algunos hoteles, donde sobreviven entre los trabajadores apelativos denigrantes como el de “plaga” para los clientes que “exprimen” su reservación acaparando latas de bebida y artículos de aseo, de los disponibles en el paquete “todo incluido”.

“Por suerte el número de esos hechos es bajo y ya ni siquiera ocurre en los hoteles de cuatro o cinco estrellas”, afirma José Hernández, especialista comercial de la Agencia Havanatur, en el centro del país.

A pesar de cualquier polémica, el crecimiento de los clientes cubanos en las instalaciones hoteleras del país remonta altura e importancia. “El turismo nacional es el que le está salvando esta temporada baja en visitantes extranjeros”, opina González Korucienko, satisfecha con el sobrecumplimiento de sus planes gracias a los clientes que llegan preguntándole, en tono cómplice, por la mejor oferta para un bolsillo que puede darse un lujo, “pero no tanto”.

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