De regreso a Jardines del Rey: notas de viaje en tiempos de COVID-19

El escritor de origen británico Brendan Sainsbury relata su regreso a Jardines del Rey tras la COVID-19.

Cayo Guillermo. Foto: cortesía de Brendan Sainsbury.

“Adentro, señores, está Guillermo. Miren cuán verde y lleno de promesas es”. Así lo escribió Ernest Hemingway en su novela póstuma, Islas en el Golfo, un relato ficcional sobre la búsqueda del autor de submarinos alemanes frente a la costa norte de Cuba durante la Segunda Guerra Mundial.

Cayo Guillermo es un islote perteneciente al territorio de Jardines del Rey, un archipiélago localizado entre las provincias de Ciego de Ávila y Camagüey, que en los últimos cinco años ha atravesado un intenso período de desarrollo turístico. En ese periodo se han construido en su territorio diez hoteles y en julio de 2020 sus islas se convirtieron en la primera región de Cuba en reabrir las puertas al turismo internacional después de la COVID-19.

El turismo canadiense regresa a Cuba

Llegando a Jardines del Rey

Deseoso como estaba de experimentar en primera persona el “proyecto de reinicio” del turismo en Cuba, decidí desafiar los estrictos nuevos protocolos de salud del país y hacer una visita.

En octubre reservé un boleto con Air Canada Vacations, la primera aerolínea en reanudar vuelos a Cuba después de la reapertura en julio. Como redactor de guías turísticas y visitante habitual, normalmente viajo por Cuba de forma independiente, alojándome en casas particulares y explorando los rincones más tranquilos del país, desde Baracoa hasta las remotas playas de la Isla de la Juventud. Sin embargo, debido a las restricciones impuestas por la COVID-19, me di cuenta rápidamente de que este viaje sería diferente.

Como parte de la estrategia sanitaria cubana para minimizar la interacción entre los turistas y los residentes locales, no me fue permitido salir de los cayos del norte. La isla principal, Cayo Coco, junto a su vecina más pequeña, Cayo Guillermo, fue establecida como zona libre de COVID-19, con personal hotelero proveniente de la Isla grande, que trabajaba en turnos de dos semanas.

Después de volar al aeropuerto de Jardines del Rey y someterme a una prueba de PCR en el salón de arribo, me llevaron directamente al hotel que había reservado con anticipación, el Gran Muthu, de 500 habitaciones, localizado en Cayo Guillermo. El Muthu abrió por primera vez en 2018 a raíz del huracán Irma. Casi sin usar desde el comienzo de la pandemia, su elaborada variedad de piscinas, bares y habitaciones gigantescas todavía lucía reluciente y nueva. Con solo 26 huéspedes además de mí, el lugar se sentía inquietantemente vacío. 

Fuimos los huéspedes pioneros. A mediados de octubre, solamente seis hoteles se encontraban abiertos para recibir extranjeros en Cuba (el Muthu y cinco resorts en Cayo Coco). La tasa normal de visitas de turistas de 400 000 por mes se había reducido a solo 500.

Desde entonces, los protocolos de viaje de Cuba han cambiado varias veces. Desde enero de 2021, es posible visitar el país de forma independiente. Debes presentar una prueba de PCR negativa realizada hasta 72 horas antes de la llegada (esta regulación no se aplica a los viajeros canadienses); así como seguir las reglas de cuarentena locales. Actualizaciones sobre estas medidas pueden encontrarse a través de GoCuba (Canadá) y Cuba Travel Services (EEUU).

Durante mi estadía, pude notar varias mejoras desde la última vez que estuve en Cuba. La conexión a internet, que fue durante mucho tiempo una frustración innecesaria, se mostró más rápida: podía ver videos cómodamente desde mi habitación. El país parecía haber recibido con entusiasmo las transferencias a través de tarjetas de crédito, tanto que incluso me fue solicitado en una ocasión pagar un boleto de autobús y una caja de jugo de 50 centavos con mi tarjeta. La única vez que recurrí al efectivo fue para las “propinas”, utilizando el dólar estadounidense en circulación nuevamente en el país (por fortuna, el impuesto del 10 % sobre la tasa de cambio para los dólares estadounidenses se eliminó en junio de 2020).

Cayo Guillermo, el cayo de Hemingway

Cayo Guillermo explota bastante sus conexiones con Ernest Hemingway. Una estatua del escritor estadounidense con la mano levantada, a modo de saludo, da la bienvenida al cruzar el estrecho canal de la isla principal de Cayo Coco y la playa más hermosa del cayo, Playa Pilar, que lleva el nombre del preciado barco de pesca de Hemingway.

Estatua del escritor estadounidense Ernest Hemingway en Cayo Guillermo. Foto: cortesía de Brendan Sainsbury.

La última vez que visité el lugar, en 2015, Guillermo tenía solo cuatro hoteles. Ahora cuenta con nueve y un desolado centro comercial al aire libre. La capacidad total de habitaciones del cayo supera las 3000, pero, con el Muthu como el único lugar abierto, me sentí como Robinson Crusoe abandonado allí junto al fantasma de Ernest Hemingway.

Con la curiosidad típica de un escritor de guías turísticas, me tomé muy en serio la tarea de explorar Cayo Guillermo. Cada mañana solía levantarme temprano y correr de un tramo a otro de las playas desiertas, observando los nuevos hoteles vacíos desde el océano y charlando con los guardias de seguridad, los trabajadores del hotel o cualquier otra persona que encontrara.

Descubrí rápidamente que el Gran Muthu forma parte de un trío de complejos turísticos construidos entre 2018 y 2019. Al lado está el Muthu Imperial, otro gigante de 500 habitaciones, mientras que a un kilómetro de la costa se encuentra el Muthu Rainbow, un poco más pequeño, que se destaca por ser el primer hotel LGBTQ de Cuba, sin dudas un avance significativo en un país donde la homofobia llegó a alcanzar niveles alarmantes.

Más allá del Rainbow, dos hoteles se erigen cual sujetalibros a ambos lados de Playa Pilar: el Iberostar y el Kempinski. Este último es el alojamiento más nuevo de la isla, un lujoso cinco estrellas que se inauguró en marzo de 2020, pero se vio obligado a cerrar dos semanas después debido a la COVID-19. Desde la playa podía ver sus casitas cuadradas de tres pisos, todavía desocupadas. Según me comentaba uno de los guardias de seguridad, hay siete “villas de agua”, aún más atractivas, en el lado de sotavento del hotel, erigidas sobre pilotes en el océano.

Cayo Cruz, nueva isla turística

La mayor área en desarrollo en Jardines del Rey no es apenas un hotel, sino una isla inexplorada. Cayo Cruz es un cayo largo y estrecho que se encuentra a 60 km al este de Cayo Coco, frente a la costa de Cayo Romano. Permaneció como proyecto hasta 2019, cuando se abrieron dos hoteles, una marina y un pequeño centro comercial. Para unir Cayo Cruz con los otros cayos, el año pasado se construyó una nueva carretera y un pedraplén que redujo el tiempo de viaje desde el aeropuerto de Jardines del Rey a poco más de una hora.

Cruz es conocido por la actividad pesquera y sus playas vírgenes, que corren en una línea prácticamente continua a lo largo de su costa este, de 25 km de largo. El desarrollo en curso es parte de un plan a largo plazo para aumentar la capacidad habitacional de la isla a 4000. Un tercer hotel, el Iberostar Selection Esmeralda, abrirá sus puertas en 2021.

Aves, peces y kitesurfing

Una de las razones por las que los cayos del norte pudieron reabrir tan rápidamente después de la pandemia es porque su población local no reside allí de forma permanente. Hasta la década de 1990 el archipiélago era un desierto, una reserva para los productores de carbón itinerantes y los pescadores profesionales. En 1988 se construyó un pedraplén que conecta Cayo Coco con la Isla grande y el primer hotel, Villa Cojímar, abrió sus puertas en 1992 en Cayo Guillermo.

La mayoría de los cayos, lisos como una tabla, están formados por bosques mixtos y ciénegas cuyas costas frente al océano están rodeadas de playas de arena blanca. La observación de aves es fenomenal. De hecho, el nombre de Cayo Coco proviene del ibis blanco local; los flamencos rosados, fáciles de avistar, que habitan en lagunas de agua salada por todo el archipiélago. En cuanto a los deportes acuáticos, Hemingway no se equivocó. La pesca en la Corriente del Golfo es legendaria. Durante mi estadía pesqué tres barracudas enormes poniendo en práctica el estilo troll desde la parte trasera de un pequeño catamarán.

El kitesurf es la actividad más novedosa. Durante la última década, Cayo Guillermo y Cayo Coco se han establecido como centros del deporte en Cuba, con cinco escuelas diferentes de kitesurf y un seguimiento internacional digno de culto.

¿Qué vendrá después?

A pesar de los dobles golpes asestados por el huracán Irma y la pandemia de coronavirus, el desarrollo hotelero en Jardines del Rey continúa a buen ritmo con el reciente énfasis en Cayo Cruz y la isla más pequeña, de Cayo Paredón Grande, donde está prevista la construcción de seis hoteles.

Mucho ha cambiado desde los días en que Hemingway pescaba y cazaba submarinos en los cayos. Es difícil imaginar qué pensaría el autor de Islas en el Golfo sobre la transformación actual del lugar. Tal vez extrañaría la soledad, o tal vez se sentiría agradecido de la oportunidad de beberse algunos daiquirís bien fríos en un bar a la orilla de la playa.

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